¿Por qué el psicoanálisis no es una terapéutica como las otras?
Reseña por Cecilia Valfiorani
El miércoles 30 de agosto se realizo el segundo encuentro de “Cita con la práctica”, en el marco del Seminario del Campo Freudiano, en articulación con la propuesta del XI ENAPOL “Empezar a analizarse”.
Se trabajó en relación a la pregunta “¿Por qué el psicoanálisis no es una terapéutica como las otras?”, pregunta que funcionó como disparador para pensar cuáles son las características de una terapéutica de orientación lacaniana. Orientación por lo real, que implica partir de un saber en fracaso, de una falla ineliminable, y desde allí inventar modos de hacer con lo que no hay y con lo que hay.
El material clínico fue aportado por Marisa Saad y Lucas Manuele, quienes compartieron presentaciones de sujetos que llegan sin una pregunta que los implique y que tampoco la dirigen claramente a un otro, lo que conlleva dificultades en la formalización del síntoma y en la instalación de la transferencia. Presentaciones en las que no hay un concernimiento en relación a los propios dichos, tampoco una suposición sobre un saber inconciente, y donde se hace presente que, desde el inicio, está el goce.
La clave de lectura del comentario que, en esta ocasión estuvo a mi cargo, fue el deseo del analista como operador que introduce la contingencia que puede devenir en la “buena fortuna de analizarse”, una ocasión provocada a partir del acto del analista.
A partir de la coordinación de Fabiana Municoy, surgieron en la conversación diferentes cuestiones e interrogantes: ¿Es el psicoanálisis una terapéutica? ¿qué lugar ocupa lo terapéutico en nuestra orientación?
Se debatió acerca de la práctica actual y sus dificultades, que convocan a decidir de qué modo responder. ¿Cómo intervenir allí? ¿Cuál es la posición que conviene al analista?
En este sentido se destacó la importancia de la docilidad del analista, que se presta a que se haga un buen uso de él en tanto objeto, soportado por el deseo que lo sostiene.
Se recortó que en los materiales clínicos presentados, las intervenciones se apoyaron en una escucha diferente, al detalle, siguiendo los decires que circulaban, lo que permitió una lectura inédita de lo que se revelaba con crudeza, en ambos casos, como propio y ajeno a la vez.
Intervenciones que dieron cuenta de que es el acto del analista lo que posibilita que un encuentro pueda funcionar como umbral para que algo nuevo surja.