Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

El entramado entre real y ficción

Silvia Ávila (Asociada EOL-La Plata)

Empiezo por agradecer a Paula Vallejo, Directora del SCF- La Plata, a Marisol Gutiérrez Responsable general del SCF-La Plata, la invitación a compartir las marcas de lectura y al Comite editorial por el hermoso trabajo de edición.

Recomiendo muy fuertemente que se encuentren con este libro, tiene múltiples entradas según sea el interés de cada lector, los temas que se estén investigando o para ponerse al día con investigaciones lúcidas y orientadas de los temas cruciales para la práctica del psicoanálisis. El libro La práctica analítica, entre real y ficción es de esos libros de consulta que no debe faltar en la biblioteca de un practicante del psicoanálisis, los invito a explorar y sumergirse en sus páginas.

Detalles de la edición que me gustaría subrayar: la decisión de contar con las preguntas y respuestas de la conversación posterior a cada conferencia. Esto me resultó muy enriquecedor, hay un efecto de la escucha que va al hueso de lo presentado que aporta y resignifica los temas tratados.

Otro detalle: que se plantee cada apartado como apertura y cierre, bordea y deja la pregunta, la curiosidad de qué habrá pasado en el medio con estas elaboraciones y sus resonancias. Quizá cada año podría tener un ejemplar con la apertura, las elaboraciones y el cierre.

Efectos y marcas de lectura

Hice foco en la lectura de la conferencia inaugural “Algo nuevo en el amor, el enigma de la transferencia”, de Juan Carlos Indart, dictada en La Plata, en marzo 2021. Y “Un amor sin odio” conferencia de cierre a cargo de Eduardo Benito, el 23 de octubre del mismo año.

Estos textos me permitieron seguir trabajando, con mi rasgo de investigación en psicoanálisis sobre la transferencia, especialmente sobre la transferencia negativa, aportando un recorrido nuevo, un saber abierto a la elaboración.

 Juan Carlos Indart fue uno de los pioneros en la transmisión de la enseñanza de Jacques Lacan, no solo en la Argentina, sino en varios países de América latina. Leyendo a la letra la obra de Lacan en múltiples grupos de lectura y en su seminario diurno de la EOL, cuestiona de una manera controversial creencias, conceptos y discursos establecidos.

En su enseñanza hubo algo más, un deseo de transmisión que toca los cuerpos y hace que un saber sea inolvidable, y que desde allí siga su camino.

En “Algo nuevo en el amor, el enigma de la transferencia”, el autor presenta su ponencia como un estado de trabajo, se ubica como cartelizante y dice que su rasgo es equivalente a su síntoma. Parte de la pregunta por la extraña y enigmática juntura entre amor y deseo del analista, que lo atraviesa, y la pone a trabajar ahora en el problema de la transferencia y el deseo del analista.

Propone leer el concepto de transferencia en la obra de Lacan, investigación compleja y diversificada. Rastreando en el Seminario 8, La transferencia, los hilos que nos conducen al “Seminario 24”, pasando por el Seminario 10 y el Seminario 11, desde donde observamos un cambio fundamental en la conceptualización de la misma.

“Algo nuevo en el amor”, no es lo nuevo del amor, la novedad de un nuevo amor, un amor nuevo; “nuevo amor ya es una formula idealizante” -dice.

Esta dimensión de lo nuevo tiene dificultades para permanecer como tal en nuestra Civilización. Dura cada vez menos y de ese modo se convierte en uno de los nombres de las formas contemporáneas de la pulsión de muerte. Este “nuevo”, tan efímero, cae sobre nosotros mismos. Lo nuevo en las formas del vínculo social amoroso está particularmente marcado por esta obsolescencia que acecha nuestros discursos, especialmente en las redes sociales, lugares de una búsqueda desenfrenada de novedades y de nuevas formas de vivir propuestas por los influencers.

El amor entre otros queda atrapado en la exigencia de lo nuevo, cuestión central para nuestra civilización, que no cesa de exigir una renovación permanente.

Sin embargo el nuevo amor que pone al descubierto el psicoanálisis, el amor de transferencia, es un amor que se dirige al saber, un amor que pone en juego una creencia que no es ni narcisista, ni la caridad, ni el bien del otro, una creencia donde el lugar de la definición de lo que se ama, es crucial. Y este lugar de lo que se ama Lacan lo nombra “una mujer”. Es esto lo que hace que el discurso analítico cumpla su promesa de introducir algo nuevo en el amor, como Lacan lo dice en “Televisión”, pues el amor supone la no relación sexual, supone que no haya la relación sexual programada y es lo que justamente funda la expresión del signo de amor. El signo es siempre correlativo de un “hay”, es decir, de una presencia, que se recorta sobre el fondo de este “no hay relación sexual”.

“Algo nuevo en el amor”, lo ubica como no todo, indecible, vecino del significante pero sin ningún nexo, y que cumple el rol de inventar saber.

Me pareció encontrar un punto de articulación entre la conferencia inaugural de Indart y la de cierre, a cargo de Eduardo Benito “Un amor sin odio”, en esta cita sobre la transferencia, del “Seminario 24” de Lacan (clase del 10/5/77):

“(…) y mi práctica, puesto que práctica hay, es que tengo que deslizarme entre dos cosas: entre la transferencia, que se llama no sé por qué negativa y, lo que no se sabe lo que es, la transferencia positiva. Yo traté de definirla como sujeto supuesto saber.”

Estas líneas de la última enseñanza sobre la transferencia nos ponen al trabajo de investigación y elucidación clínica inmediatamente. Lacan se ubica entre la afirmación y la interrogación: por un lado afirma “práctica hay”, y luego abre con cierta ambigüedad “la transferencia que se llama, no sé por qué negativa (ligada al odio, pulsional) y lo que no se sabe lo que es, la transferencia positiva”, para concluir afirmando nuevamente, “yo traté de definirla (a la transferencia positiva) como sujeto supuesto saber”. Ese párrafo concluye diciendo “el que sabe, en el análisis, es el analizante. Lo que él desarrolla es lo que sabe, salvo que está otro que sigue lo que él tiene que decir, a saber lo que sabe”. El sujeto supuesto saber pensado del lado del analista es una atribución sin real alguno, una ficción, en cambio vuelve a aplicar la fórmula del lado del analizante.

Preguntas que se abren Si el Otro no existe, ¿el analizante se analiza solo?, ¿hay traslado de saber del analizante?, ¿hace transferencia con algo del cuerpo?

La transferencia positiva, “lo que no se sabe qué es” -dice Benito-, no es que no se sabe cómo nombrarla, sino que no se sabe qué es, sostenida por un goce no pulsional, por lo tanto es la invención de saber, es ese algo nuevo en el amor.

Decir y amor se entrelazan en la ultimísima enseñanza, siendo incluso el amor una condición para la existencia del saber. Quizás a partir de consentir a cierto vacío de significación es posible amar el pequeño invento notodista que haga la “vida síntoma” más satisfactoria.

Tomo, para concluir, el comienzo de la cita de Lacan del “Seminario 24”, que elegí para leer los dos textos “mi práctica, puesto que práctica hay”. Que haya práctica es lo que nos reúne en torno a este precioso libro La práctica analítica, entre real y ficción. En el caso de la transferencia, estos dos autores nos permiten recorrer en la obra de Lacan “los mojones” que permiten el entramado entre real y ficción. Este libro es una puesta en acto de la transferencia de trabajo entre practicantes del psicoanálisis. Me causa alegría y entusiasmo leer, compartir y trasladar algo de estos inventos con lo que no se sabe. Y creo que después de esta lectura podría llamar a esto transferencia positiva de trabajo.