Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

¿Qué queda del inconsciente?

Conferencia de Cierre del SCF 2020

Nieves Soria

Paula Vallejo: -Buenos días a todos. Esta es la última actividad del año, donde cerramos el ciclo 2020 del Seminario del Campo Freudiano. Vamos a tener primero las palabras de Nieves, luego algunas preguntas.

Para mí es un gusto presentarles a Nieves Soria, que es psicoanalista, ex miembro de la EOL, de la AMP, y dicta un seminario diurno en la EOL desde el año 2005, fruto del cual ha producido y publicado varios libros, entre ellos El inconsciente hoy, que ha sido una referencia para nuestro tema.

Nieves Soria: -Buenos días, muchas gracias Paula por la invitación, la verdad es un gusto. Le puse de título a mi intervención “¿Qué queda del inconsciente?”, esa va a ser la pregunta que me va a guiar hoy. ¿Qué queda del inconsciente hoy, en pleno auge del neoliberalismo, de la psicología basada en la evidencia, del discurso de género, de la híperconexión, ¿qué queda del inconsciente en nuestra práctica? Entonces, en el recorrido que les voy a proponer, esa pregunta se va a ir modulando un poco para poder seguir el hilo del seminario de ustedes en esta dirección también. ¿Qué queda del inconsciente en el último Lacan? Esta pregunta también está íntimamente ligada con esta otra que es ¿qué queda del inconsciente después de un análisis?

Entonces, propongo ese hilo de lo que queda del inconsciente, que me parece que va a seguir también especialmente esta última enseñanza de Lacan, que va a abrir la perspectiva de una dimensión más real del inconsciente. Me parece que nos puede orientar a la hora de dar cuenta justamente del estatuto del inconsciente en nuestra práctica en tiempos de evaporación del padre. El inconsciente real, como algo que permanece, el inconsciente irreductible, eso que queda es eso que vuelve al mismo lugar, a pesar de todos los movimientos, eso que queda también es eso que no pasa al campo del Otro del significante, eso que no se elabora, que no se elucubra porque habita otro lugar, lo hétero. Eso que queda, es eso que continúa estando, existiendo, o sea que eso que queda también es Ello, lo que queda del inconsciente cuando se calla, es el silencio del inconsciente.

En Un esfuerzo de poesía, Miller se preguntaba acerca del momento en que los oráculos callaron en la antigua Grecia, y él planteaba un efecto similar respecto del inconsciente en la época actual, es ese momento en el que calla el oráculo, calla el inconsciente. Y lo que voy a proponerles es que es justamente la dimensión de silencio del inconsciente la que encontramos en primer plano en las presentaciones más actuales de nuestra clínica. Más actuales en el sentido freudiano de los síntomas actuales, esas presentaciones en las cuales no encontramos la presencia de las formaciones del inconsciente, entonces se va a tratar de escuchar ese silencio, de hacerle lugar, de traerlo a la transferencia y de hacerlo hablar.

Por eso les propongo dejarnos guiar por el último Lacan, que revisa interminablemente su concepción del inconsciente, hasta hacerlo llegar a la otra orilla, esa otra orilla de lo real donde hace referencia a esa otra orilla del inconsciente en una de sus últimas intervenciones en 1981. Pero esa orilla de lo real ya está presente según Lacan en Freud, en lo reprimido primario, en el ombligo del sueño, como va a señalar en la “Respuesta a Marcel Ritter”. Entonces, en efecto, en una vía diferente de la oposición entre el inconsciente freudiano y el nuestro, el último Lacan va a volver una y otra vez sobre los conceptos freudianos, para dar cuenta del estatuto real del inconsciente. Por ejemplo, en el capítulo 9 del Seminario 23, titulado “Del inconsciente a lo real”, Lacan retoma la perspectiva del “Proyecto de una psicología para neurólogos”, de Freud, deteniéndose en el concepto de rememoración, que va a quedar ligado a la noción de impresión, de esas huellas que quedan impresas en el sistema nervioso, a las que Freud provee de letras que funcionan en redes, y que Lacan va a traducir en términos topológicos, de cadenas.

O por ejemplo en el título del “Seminario 24, L´insu que sait de l´une-bevue s´aile a mourre“, hay un juego de palabras entre la Una-equivocación y el inconsciente freudiano. O sea que en el último Lacan esta reconceptualización del inconsciente, está íntimamente ligada también con el estudio del inconsciente freudiano en su articulación con el Ello; yo diría que hay una unificación entre el inconsciente y el Ello en el último Lacan, a diferencia de lo que ocurre en el tiempo intermedio de su enseñanza, por ejemplo, en el cuadrángulo de la lógica del fantasma donde tenemos una máxima distancia entre inconsciente y Ello, aunque también hay una articulación en ese cuadrángulo entre ambos. Esta primera parte entonces, más bien la centraría en la cuestión del inconsciente como discurso, para pensar un poco la cuestión del inconsciente en tiempos del discurso capitalista, y luego me gustaría dar alguna vuelta si hay tiempo sobre la cuestión del inconsciente real en la última enseñanza de Lacan, que también permite pensar cuestiones de nuestra práctica actual.

Hay una distinción que propone Lacan en el “Seminario 21”, que es muy fructífera para hablar del inconsciente, es una distinción que atraviesa toda la enseñanza de Lacan, y que quizás a veces no le damos la suficiente importancia, que es la distinción entre instinto e inconsciente. O sea, en el “Seminario 21”, Lacan claramente hace un contrapunto entre el instinto y el inconsciente; uno podría decir que en el animal, donde funciona ese saber del instinto, que es un saber que está inscripto en lo real del cuerpo y que funciona por imágenes, ahí está operando un lenguaje de signos.

Este es el signo de Saussure (dibuja) pero de alguna forma se puede pensar el lenguaje animal o el lenguaje del instinto, como un lenguaje de signos. Si pensamos justamente esta cuestión de que hay una imagen, que puede ser acústica, visual, olfativa, táctil, que percibe el animal, y que esa imagen remite entonces a lo que sería, digamos, un significado fijo que estaría inscripto en ese programa instintivo, que lo llevaría a actuar en consecuencia, a actuar en función de una conducta programada, estamos entonces refiriéndonos al estatuto del lenguaje del animal. Incluso los lenguajes más elaborados de los animales, como los de las abejas o los de los delfines, son lenguajes de signos donde justamente lo que está operando es la lógica del instinto.

En el “Seminario 21”, Lacan va a plantear claramente que el inconsciente tiene que ver justamente con la ruptura del lenguaje de signo en el hablante, con el hecho de que surge un lenguaje de significantes. Esta particularidad del lenguaje en el ser hablante, que es correlativa de la ruptura del instinto, tiene que ver con la pérdida de la función del signo propia del animal. La ruptura del signo y la emergencia del lenguaje de significantes sería la raíz del inconsciente. En realidad desde el principio, Lacan dice que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, pero en todo el último Lacan claramente el inconsciente está definido por esta particularidad del lenguaje del hablante, que es el lenguaje de significantes. Y no sólo el lenguaje en el sentido de su estructuración, sino también lalengua entendida como significantes sueltos, pero donde justamente lo que falta es esa función del signo que articula con una conducta, con un programa conductual.

Lo que va a plantear Lacan es que el inconsciente es un saber, pero es el saber que tenemos los hablantes ahí donde está perdido el saber instintivo, entonces hay que interrogar qué estatuto tiene ese saber. Y vamos a ver que, a nivel de la teoría de los discursos, vamos a encontrar un cierto estatuto del saber inconsciente, que luego se va a abrir a una dimensión más allá del discurso, en el “Seminario 21”. Entonces, tenemos la lógica de la ruptura del signo lingüístico y la aparición del significante, pero donde justamente la cuestión acá es que, al romperse el signo lingüístico, ya no hay una relación significante-significado, entonces lo que tenemos es siempre una relación entre significantes y ahí el sujeto aparece como un significado. O sea que en el hablante, al no haber un significado para un significante, hay un sujeto dividido, un sujeto del inconsciente por efecto de esta particularidad de que entonces la relación ya es entre significantes y no entre un significante y un significado, y esa relación loca entre significantes, produce un efecto sujeto, y ese sujeto que está sujetado a esos significantes que hablan entre ellos solos, es el sujeto del inconsciente.

Con esta lógica, es que Lacan va a construir en el Seminario 17, el discurso del amo como la versión del saber inconsciente más estructurado, el discurso del amo como inconsciente, o el inconsciente como discurso del amo. Porque justamente esa relación loca entre los significantes puede ordenarse a partir de algún significante que orienta y establece un lazo discursivo. Lo que Lacan agrega acá con el discurso del amo, es el objeto plus-de-gozar como resto, como producto de esa articulación entre significantes, un resto real que, como todo resto, no entra en futuras operaciones simbólicas, por eso no hay flecha entre el a y el sujeto tachado. Es verdaderamente algo que se pierde, que no puede volver a ser asimilado por la lógica significante, y podemos en esta versión del inconsciente como discurso del amo, distinguir estos dos niveles que ustedes ven ahí, el nivel superior de la articulación significante, que en la práctica lo podemos articular con la asociación libre, que es la elucubración del inconsciente, y el nivel inferior, que es el del fantasma, que es el de la transferencia, donde vamos a ubicar también una dimensión del inconsciente que es lo que Lacan va a llamar realidad del inconsciente. Es una dimensión del inconsciente que Lacan va a retomar fuertemente en el final de su enseñanza, la realidad del inconsciente, que se va a articular sí ya con algo de lo real, como ocurre ahí con la fórmula del fantasma que ustedes ven en el piso inferior del discurso del amo. Y es importante tener en cuenta que no hay flecha entre sujeto y objeto, esto que figura acá como una doble barra entre sujeto y objeto, que también es el rombo del fantasma, que también es la impotencia del discurso, el punto de impotencia del discurso, el punto de falla del discurso que remite a la imposibilidad del discurso; recuerden que los discursos lacanianos se formalizan a partir de los imposibles freudianos.

Entonces, en el Seminario 17 Lacan va a plantear una primera versión del discurso capitalista, una primera mutación capitalista del discurso del amo, que es el discurso universitario. Lacan va a decir que esto empieza con la filosofía pero después ya se efectiviza con el discurso de la ciencia una operación de expoliación del saber, así como en el discurso del amo es el esclavo ahí el que está en el lugar del Otro y el que tiene el saber, en el discurso universitario hay una atracción del S2 por el amo, entonces el amo se queda con el saber del esclavo, lo expolia de su saber, y entonces ahí el esclavo no es más un esclavo, es un proletario, queda como un puro resto. Ya no tiene nada, pierde lo único que tenía en el discurso del amo que era el saber, por eso el esclavo es el resto acá, ya no es más esclavo, es proletario.

Y en cuanto a lo que queremos trabajar hoy, -porque hay muchas cuestiones muy interesantes en toda esta mutación capitalista del discurso del amo que propone Lacan en el Seminario 17-, me interesan dos puntos: uno es que el S1, que en el discurso del amo estaba en el lugar de agente, cae al lugar de la verdad, cae bajo la barra. Por eso, Lacan va a decir que este estatuto del S1 que encontramos en la mutación capitalista del discurso del amo, es un estatuto donde el S1 se vuelve más inatacable aun, podríamos decir es un superyó más feroz. Acá, en el discurso del amo, el S1está en el lugar de agente y está encarnado, hay alguien que acepta, que se aviene a hacer semblante de amo, como puede ser por ejemplo el padre en el Edipo. En tiempos de caída del padre, ven que el S1 cae debajo de la barra, lo que tenemos entonces es un superyó más feroz porque es una pura orden, ya no está más encarnado porque nadie quiere encarnar el lugar del padre, o el lugar de autoridad o de semblante de amo, entonces es una pura orden y por eso es más inatacable aun. Esta dimensión feroz del superyó del discurso capitalista, dice Lacan, es una consecuencia de que se airean las nubes de la impotencia. Porque ven ustedes que lo que acá, en el discurso del amo es la impotencia, es que no hay relación entre sujeto y objeto, que un poco Lacan lo dice en el Seminario 17. Dice “lo que descubre el discurso del amo es que no hay relación sexual, no hay relación sujeto-objeto”, que es la parte inferior del discurso del amo. Entonces va a decir que esa impotencia para la relación sujeto-objeto desaparece con la mutación capitalista, ven que hay una flecha ahí que va del objeto al sujeto, que indica que se airearon las nubes de la impotencia. Parece que hay cierta relación objeto/sujeto, pero puesta por el discurso capitalista. Estos dos puntos van a retornar luego en la escritura que propone en 1972, en la “Conferencia de Milán” sobre el discurso capitalista. Ven ustedes que ahí tenemos el S1 de vuelta debajo de la barra, el mandato desencarnado, y también la flecha de la a al sujeto tachado, también hay relación sujeto/objeto.

Lo que agrega Lacan en 1972 con esta nueva versión del discurso capitalista, es que el agente del discurso pasa a ser el sujeto consumidor, entonces esa barra ya no es exactamente la misma que esta barra, que es la del sujeto en el lugar de la verdad, es el sujeto del inconsciente. No es lo mismo que el sujeto esté en el lugar de la verdad a que esté como agente. Entonces, está barrado porque está operando ahí su falta en ser, porque no hay un goce que lo complete y porque es esa demanda la que mueve al discurso capitalista, o sea, si no hubiera demanda movida por esa falta en ser no habría funcionamiento “tan locamente astuto” del discurso capitalista que se mueve por el consumo. Y el sujeto ahí ya no es el sujeto del inconsciente sino el sujeto consumidor, y el a ya no es solamente este plus de gozar, producto del discurso del amo clásico, sino que es lo que Lacan va a llamar en el Seminario 17 un plus de goce de imitación. Va a decir que el mercado, con los gadgets, con las letosas produce plus de goce de imitación.

Es muy interesante cómo Lacan en el Seminario 17 anticipó la interconexión con esta idea de las letosas. Y en 1972, cuando propone el discurso capitalista, justamente en esa época va a plantear que en el discurso capitalista hay un rechazo, una forclusión de la castración, y que por eso hay un alejamiento de la dimensión del amor, cuestión que también va a plantear en el Seminario 21, la pérdida de la dimensión amorosa propia de la época. Entonces, la cuestión es ¿qué estatuto para el inconsciente acá?, que es un poco lo que encontramos en algunos casos de la época, donde incluso vemos al sujeto que consulta en esta posición de sujeto consumidor, donde pide garantías del tratamiento analítico como se pide la garantía de una heladera, y donde está en juego toda la lógica, este saber de la ciencia, toda la lógica evaluadora. Los colegas que trabajan en prepagas, en obras sociales sabrán de eso, toda esa burocracia, porque también Lacan va a plantear que, -sobre todo acá-, cuando da la versión universitaria del discurso capitalista, va a decir esto es la burocracia. Entonces también está ahora esta cuestión de la burocratización de la práctica y el superyó feroz de “sigue sabiendo”, el mandato de saber, entonces todo tiene que ser evaluado, todo tiene que entrar en estadísticas, etcétera.

Y este rechazo de la castración también tiene incidencias en la relación del sujeto con el inconsciente, hay una desconexión del inconsciente porque lo que queda en primer plano es el sujeto consumidor. En este sentido, el ejemplo que doy siempre, porque fue un poco traumático para mí en su momento cuando recién empezaba mi práctica, fue el encuentro con un joven ejecutivo que consultaba porque había tenido varios ataques de pánico, entonces había ido varias veces a la guardia de la clínica donde se atendía, y la tercer vez que va le dicen “esto es un ataque de pánico, tenés que hacer un tratamiento psicológico”. Entonces viene conmigo, y en la primera entrevista me dice “estoy acá, yo no creo en los psicólogos, estoy acá porque fui tres veces a la guardia y me dijeron que tengo que empezar un tratamiento psicológico, que no puedo seguir así. Pero antes de seguir hablando, quiero que usted me garantice que yo no voy a tener más ataques de pánico.” Eso fue lo primero que me dijo, antes de seguir hablando y me dice –esto es de hace 30 años- “yo quiero saber si llega a ocurrir que igual yo tenga un ataque de pánico, ¿yo a usted le puedo hacer un juicio por mala praxis?” Se fue muy enojado, no sé si habrá tenido algún efecto la intervención, a mí me impactó mucho esa posición de enunciación.

Entonces, el sujeto consumidor, que no quiere saber nada del inconsciente y le aparece en lo real del ataque de pánico. Y esto último que comparto para pensar las vías por donde se puede abordar este problema de la relación con el inconsciente en el sujeto del discurso capitalista, donde ya asistimos a una caída, una evaporación del padre y de la lógica del discurso del amo clásico. Algunas cuestiones que me parecen interesantes, por ejemplo Lacan en el Seminario 17 plantea que el analista queda en el lugar de la letosa, y también en “La Tercera” dice “todo depende de que estemos animados por los gadgets” Entonces, de alguna manera, me parece que se abre la perspectiva de pensar el analista disputándole ese lugar al gadget o a la letosa, porque por eso acá se los puse con un círculo azul para que lo comparen con este lugar que tiene el objeto en el discurso capitalista, ese objeto, ese plus de goce de imitación o esa prolongación del plus de goce corporal que propone el discurso capitalista, bueno, que venga a ese lugar el analista. Es un poco lo que estamos haciendo ahora, atendiendo on line, el analista va y se mete en la letosa, se mete en la aletófera, pasa a ocupar el lugar del gadget para introducir otro discurso, para torcer ese discurso capitalista.

Y dos cuestiones que me parece importante situar acá, una es el saber inconsciente, fíjense que no es lo mismo el saber acá, que es un saber de amo, o sea, lo tiene el esclavo pero lo usa el amo para hacer que las cosas marchen. No es lo mismo este S2 acá arriba a la derecha del discurso del amo, y el lugar que tiene el saber en el discurso analítico que es el saber en el lugar de la verdad, o también va a decir Lacan “el saber con pretensiones de verdad”, que es el saber inconsciente, es el medio decir de la verdad, esa verdad que se dice a medias, y ese es el lugar que tiene el inconsciente en el discurso analítico.

Una cuestión para tener en cuenta, en relación con las críticas que vienen en esta época del discurso de género al psicoanálisis. Me parece que es importante poder distinguir la lectura que se hace por ejemplo del Edipo desde el discurso de género, que se lo lee como un discurso de amo, la dificultad enorme que se supone para alguien que no está atravesado por el discurso analítico, entender este estatuto que tiene el saber en el psicoanálisis, que no es un saber de amo, que es un saber castrado, que es un saber que está articulado con el medio decir de la verdad. Me parece que es muy importante tratar, -dentro de lo que se pueda y para los que puedan escuchar, porque no hay mejor sordo que el que no quiere oír-, de transmitir en esta época qué estatuto tiene para nosotros el Edipo, el saber inconsciente, esas ruinas del saber mítico de las que habla Lacan en el “Seminario 21”, que es un saber por pedazos, por trozos, que es un saber barrado, que no tiene nada que ver con el saber del amo.

Y otra cuestión que me parece importante, ya pensando en la operación analítica, es este S1 como producto del discurso analítico, que tampoco tiene nada que ver con este S1 que manda, sino que es un S1 que cae, es un S1 que además no hace lazo, no hace relación con el S2, que queda aislado, que queda solo y que es producto del trabajo del analizante, no es del amo, no es del analista en lugar de amo. Es un S1 que se produce entre analista y analizante como efecto de ese lazo que es el discurso analítico. Y Lacan apuesta en el Seminario 17, a que del discurso analítico pueda surgir otro estilo de S1, un poco en la línea de lo que va a plantear como un significante nuevo en el “Seminario 24”, como efecto del discurso analítico.

Ahora voy a hablar un poco del inconsciente real en el último Lacan para después conversar con ustedes. Me parece que la última enseñanza de Lacan indica el deseo de dar cuenta de un inconsciente real, en el cual podremos sentar las bases de una práctica analítica en tiempos de inexistencia del nombre del padre. En ese sentido, me parece que es fundamental el “Seminario 21”, y por supuesto a partir de allí los subsiguientes, porque está más centrado en el inconsciente, porque su título “Los nombres del padre” que equivoca con “Los no incautos yerran”, es una referencia al inconsciente, tanto el nombre del padre como ese yerro al que va a hacer referencia ahí. Y es muy interesante porque justamente en el “Seminario 21” Lacan se despega de la idea del inconsciente como discurso, articulado al lenguaje como elucubración de saber sobre la lengua y abre la perspectiva de un inconsciente ligado directamente con lalengua; va a plantear que el inconsciente es lalengua. Me parece muy importante estudiar bien el “Seminario 21”, porque recién a esta altura, a la vez que va reelaborando o revisando el concepto de inconsciente, Lacan va todo el tiempo reelaborando el concepto de falo. Me parece que a la altura del “Seminario 21”, y esto después se plasma ya con los nudos en el Seminario 23, con ese capítulo que se llama “De una falacia que testimonia de lo real”, donde claramente Lacan va a situar la importancia del falo en su dimensión real. Eso en realidad de alguna forma ya está desde el principio, porque Lacan dice en uno de estos últimos seminarios, “Die bedeutung des phallus“, que era el título que le había dado al artículo que se tradujo como “La significación del falo”, ahí la bedeutung, hay que leerlo como referencia, no como significación, o sea que hay que leerlo como real al falo, que eso ya estaba en esa barra, porque esa barra entre significante y significado es el falo. Todos los primeros desarrollos de Lacan dicen que el falo es la barra, es el corte, todo el Seminario 6, es el corte que introduce la pulsión digamos.

Y esto se termina de plasmar en el “Seminario 21”, en Lacan es impensable el lenguaje sin el falo, el falo no es esa cuestión más imaginaria que creen que es, los autores que se sirven de textos de psicoanálisis para hablar de falo por ejemplo, en el discurso de género. Pero es importante estudiar bien el “Seminario 21”, porque también hay muchos psicoanalistas que se pierden a veces respecto de lo que es el concepto de falo. Y el falo es el corte mismo, es la ruptura con el instinto, eso es el falo. O sea, no hay lenguaje sin falo porque el falo ya implica ese corte. Lo que va a plantear Lacan en el “Seminario 21” es justamente que, -y por eso es interesante y fructífero el contrapunto que hace ahí entre pulsión e instinto-, “los animales cogen adecuadamente porque tienen el instinto”, entonces ahí ya hay un saber hacer que está dado por ese saber inscripto en lo real del cuerpo. Y todo el problema del hablante y del inconsciente es la inexistencia de la relación sexual, es la pérdida del instinto y es que le falta ese saber y que entonces al lugar de ese saber que falta viene ese saber fragmentario que son ruinas del saber mítico, que son trozos, que son pedazos y que le posibilitan un lazo sintomático con el partenaire.

Lacan lo que se pregunta en realidad es ¿cómo puede ser que nos sigamos reproduciendo?, si no tenemos instinto y si la relación sexual no existe, por un malentendido fruto del inconsciente. Y entonces dice “y ahí está jugando el falo”, pero el falo no es la imagen grotesca del pene, sino que es el corte mismo que hace que seamos parlêtres, el misterio de nuestro cuerpo hablante es el falo en última instancia.

Entonces lo que plantea Lacan en el “Seminario 21”, es que el goce fálico es un goce semiótico, esto es un tema para investigar, esta cuestión de que es un goce que tiene una dimensión de sentido y ese sentido no es el imaginario simbólico, sino que es un sentido real que lo vamos a encontrar en todo el último Lacan y que está directamente ligado con el concepto del inconsciente como real, y está directamente ligado con la posibilidad de una praxis analítica en la época de inexistencia del nombre del padre, que es esta dimensión real del sentido. Me parece que tenemos que estudiar más en detalle esta cuestión, más que quedarnos perdidos en el fuera de sentido o en el sin sentido, que me parece que eso no orienta en la práctica, porque lo que encontramos en nuestra práctica actual son sujetos, digamos, las presentaciones más actuales porque sigue habiendo neurosis, sigue habiendo psicosis, pero también hay toda una serie de casos, cada vez más, que verdaderamente nos plantean una dificultad para abordarlos en términos de estructura edípica como sería una neurosis o de estructura forclusiva, y donde lo que encontramos es esta dimensión más real del inconsciente, y donde el sujeto llega muchas veces del lado del ataque de pánico, del lado de la angustia, del lado de la angustia traumática o del lado de la inhibición, donde en realidad faltan palabras, y si pensamos la orientación por lo real, por el lado del fuera de sentido, no hacemos más que desanudar lo que ya viene muy desanudado.

Me parece que hay que pensar en estos casos de las presentaciones actuales, sobre los síntomas actuales en el sentido también freudiano como les decía antes, el síntoma que no pasa por el inconsciente, esta dimensión real del sentido que encontramos en relación con el goce fálico y que en el nudo, está entre real y simbólico, o sea, no es simbólico imaginario el goce semiótico o fálico, que es el goce que está en juego en el inconsciente. Por eso, en el nudo el inconsciente está en lo simbólico y se mete en lo real, entonces no coincide con el sentido el inconsciente, por lo menos no con el sentido imaginario simbólico. Hay una dimensión así en el inconsciente, pero eso no es lo real del inconsciente y tampoco es la dimensión del inconsciente con la que nosotros nos encontramos en estas presentaciones más actuales. Me parece muy importante seguir el hilo del sentido real en el último Lacan, que también lo llama sentido blanco, jugando con el término semblante, que no es lo mismo que el simulacro, que la imagen. La dimensión del semblante tiene una relación con lo real, el analista como semblante de objeto encarna algo de lo real, pero también hay una orientación por un sentido, me parece que es ese S1 que se produce como resultado de la operatoria del discurso analítico, indica un sentido.

En el último Lacan el sentido real también tiene que ver con la orientación. En esta época encontramos muchas veces consultas de sujetos que llegan absolutamente desorientados, extraviados, donde hay un sufrimiento, un padecimiento, una angustia deslocalizada ligada a la ausencia de nominación, esta es una época de rechazo del nombre, es una época de anonimato. Uno podría decir que el sujeto del discurso capitalista es un sujeto anónimo, es un número y que se trata justamente de que el sujeto pueda encontrar su nombre propio, singular, y para eso es necesaria esta dimensión del sentido, en el sentido de la orientación, de algo que anude y que oriente. Me parece que en ese sentido, es muy importante investigar en el último Lacan la relación entre inconsciente, goce fálico, goce semiótico y sentido real, porque es por esa zona por donde anda la operación o la práctica analítica, especialmente con estos casos y ya de entrada podríamos decir.

Paula Vallejo: -Yo te quería preguntar sobre esto último que decís que es muy interesante, clínicamente cómo podríamos pensar esto de un sentido que oriente, un sentido que hace falta. Porque vos planteaste bien que no se trataría de una orientación ligada al fuera de sentido, sino la posibilidad de producir un sentido que ordene las existencias.

Nieves Soria: -Quizás más que introducir un sentido, sea encontrarlo, porque introducir por ahí suena a cierto forzamiento de parte del analista, y me parece que no estamos diciendo eso. El S1 no desaparece, si volvemos a los distintos esquemas de los discursos que mostré, uno podría decir que el S1 sigue estando, las marcas siguen estando. Si bien es una época en la que hay una pretensión de que seamos todos tabulas rasas, de no marcar al sujeto. Este rechazo o este horror a la autoridad, a la función paterna, es un horror a la nominación también, el horror a encarnar una función que marque. No por eso desaparece la marca, sino que queda desencarnada, por eso en esta época hay una epidemia de autismo digamos, porque uno podría decir una epidemia de la marca sin encarnadura. Entonces, el S1 sigue estando, lo que pasa es que está anónimo, desencarnado, pero está en algún lugar. Entonces, el asunto es cómo ir a buscar esas marcas, esas huellas. Si lo pensamos en términos freudianos serían las huellas, esas huellas, esas trazas. En el Seminario 23 Lacan dice que la huella freudiana, ni siquiera es la letra, esto que Freud decía de los restos de lo visto, eso que inevitablemente está en la estructuración de todo sujeto, por más rechazo que haya de las marcas y los nombres. Y Lacan habla ahí de cómo toca el cuerpo esa dimensión fonatoria de la lengua, que ni siquiera de esto había una letra pero que deja una huella, deja una marca, que en todo caso hay que hacer de eso una letra, pero no es que ya está como letra eso, hay que volverlo letra, es una operación de lectoescritura en ese sentido el análisis, de poder aprender y enseñarle al sujeto a leer, no sólo a aprender esas huellas a transformarlas en letras.

Me estaba acordando de un sueño que me cuenta una paciente que podría decir claramente que viene en esta posición que decía antes de las presentaciones actuales del lado del rechazo al inconsciente. Es una mujer de 40 años que me dice que estaba absolutamente perdida en todo en la vida, respecto que no sabe si le gustan los hombres, si le gustan las mujeres, no sabe qué hacer, tiene una vocación artística pero no puede terminar de afirmarse como artista. Tampoco sabía bien a dónde vivir, todo era así, uno podría decir que esta es una época donde falta la carretera principal, entonces hay casos en los que claramente esto hace síntoma en un sentido muy fundamental del síntoma, en el sentido del síntoma analítico. En el sentido de que el sujeto, como puede elegir todos los caminos, y están todos los caminos ahí, no hay carretera principal, no hay nada que le indique para dónde ir, y él puede elegir todo y no elige ninguno. O sea, que esa libertad absoluta al final es la ausencia de libertad, que es un poco el problema que planteaba Lacan ya en “Kant con Sade”, cuando articulaba la lógica de la liberación, de la libertad, de la revolución francesa, el espíritu de las luces, el espíritu de la ciencia, con un superyó feroz. Entonces ella viene en esa posición y con una angustia masiva; son varios años ya que llevamos trabajando, y ayer me contó un sueño, ella sueña que vomita sangre y sigue vomitando hasta que de pronto ve que esa sangre va formando unas letras. Y la única letra que puede recordar es la letra E. Es muy interesante todo lo que surgió a partir de esa letra E del sueño, este llega a la letra, esta expresión “la letra con sangre entra”, acá la letra con sangre sale, y es después de mucho tiempo, de muchas vueltas que puede producir esa letra, en una formación del inconsciente que además es una formación que está muy cerca del ombligo, porque ella se despierta con el gusto de la sangre. Con esa letra E, empieza una orientación, es un trabajo arduo.

Rosana Salvatori: -Gracias Nieves. Quería decirte que me interesó mucho lo que dijiste al principio sobre lo que queda del inconsciente como lo que vuelve al mismo lugar, porque esa es una de las definiciones de lo real. Y como nos decías de investigar en el “Seminario 21” una serie de términos, quería saber si podías decir alguna cosa más sobre el goce semiótico, porque en ese seminario, en la última clase, Lacan define a la transferencia como co-vibración semiótica, si eso tiene que ver con el sentido real, porque el tema de la transferencia nos concernió bastante en el trabajo de todo el año en casuística, además del inconsciente y tal vez abre a una perspectiva nueva para pensar. Es una definición para mí oscura.

Nieves Soria: -Aprovecho entonces para comentar algunas cuestiones que en realidad tenía del “Seminario 21”. La última clase de ese seminario justamente Lacan plantea esta cuestión de que, por primera vez en la historia, se puede dejar de amar el inconsciente y esto tiene consecuencias, que me parece que es un poco lo que encontramos en estas presentaciones actuales. Lacan sitúa al inconsciente como real, lo define como real, dice que no es una hipótesis, que no es una construcción de saber sino que es un saber que está en lo real y lo articula con el Ello. Va a plantear que el Ello es el inconsciente cuando se calla, o sea, no es otra instancia, sino que es el inconsciente cuando se calla, y va a plantear justamente que el inconsciente implica al cuerpo. Ahí es donde va a hacer también el contrapunto entre el inconsciente y el instinto, y va a plantear que el inconsciente es la insistencia de un saber heredado, esta cuestión de la herencia, la herencia simbólica. Me parece que es importante, por lo menos con estos casos que no son de neurosis, donde aparece esta desconexión del inconsciente. Me parece importante también advertir al sujeto acerca del saber heredado, porque que el sujeto lo desconozca no quiere decir que no esté. El inconsciente en el “Seminario 21” Lacan lo define como un saber inarmónico, como un saber heredado que insiste y que en esa insistencia es inarmónico, por eso es patógeno; lo va a definir también como un chancro, es una enfermedad de transmisión sexual, justamente, es la enfermedad de la inexistencia de la relación sexual. Y se manifiesta como en la superficie del cuerpo, en la piel, no es algo profundo, es algo que está ahí a flor de piel. Y va a plantear que lalengua es el goce semiótico, y que ese goce semiótico, -él va hacer referencia a los semas como las unidades de sentido, pero esto lo está ubicando entre real y simbólico-, no es el sentido simbólico imaginario. Sería como la unidad de sentido que va a estar ligado con lo que en “Televisión” Lacan va a situar como la vertiente del signo opuesto a la vertiente del sentido.

Cuando en “Televisión”, Lacan opone el signo al sentido, ahí no está pensando el signo como el signo de Saussure, como el signo en el primer Lacan, que era lo que representa algo para alguien, más ligado con el lenguaje animal, sino que tiene que ver con esta dimensión simbólico real del goce del parlêtre, que está directamente ligado con el goce fálico para Lacan. Y en el “Seminario 21” Lacan va a decir lalengua, que es ese goce fálico, ese goce semiótico, es lo que anima el cuerpo. Incluso va a dar la metáfora del árbol y las ramas y va a decir “el árbol, el tronco es el falo y lalengua son las ramas que salen de ese tronco”. Como en general se tiende a depreciar el falo, porque es un efecto del discurso de la época, entonces se quiere pensar que es al revés, que el tronco es lalengua y en todo caso el falo sería una rama. Lacan dice lo contrario, porque justamente está pensando el falo como el corte mismo que nos hace parlêtres, y que eso tiene efectos de sentido reales, ese corte, porque hay marcas que conllevan un sentido real que tiene efectos de goce. Me parece que el sema hay que estudiarlo en relación con el signo, con el signo de “Televisión”, no con el signo del primer Lacan.

Por eso me parece fundamental la distinción entre signo y sentido que propone Lacan en “Televisión”. Y en el “Seminario 21”, tengo una frase del 13 de noviembre que dice “el sema no es complicado, es lo que constituye sentido, todo lo que constituye sentido en lalengua muestra estar vinculado a la existencia de esa lengua” Entonces, el sema, que es lo que constituye sentido, tiene que ver con que lalengua existe, y existe al cuerpo imaginario. Porque va a decir que ese goce de lalengua, como goce fálico o goce semiótico es sobre el cuerpo, o sea, está articulando lalengua, el inconsciente, el goce fálico, el goce semiótico como disruptivo, como inarmónico, como introduciendo el infierno del deseo. Y uno podría decir que es un sentido que despierta este, no es un sentido que duerme, ya esa irrupción en el narcisismo de un sentido que despierta. Y en la clase del 13 de noviembre, él habla de la atención flotante y dice “a causa del hecho que tenemos una atención flotante, oímos lo que el analizante ha dicho, a veces simplemente debido a una especie de equívoco o de equivalencia material, nos percatamos porque lo padecemos, de que lo que ha dicho podría ser oído todo de través. Es, al oírlo todo de través, que le permitimos advertir de dónde emergen sus pensamientos, su semiótica propia”.

Esto es interesante porque los pensamientos tampoco son el sentido para Lacan. Si ustedes leen “Televisión”, cuando Miller le pregunta a Lacan sobre el inconsciente y le dice Miller “el inconsciente, vaya palabra”, ahí Lacan empieza a hablar del pensamiento como algo que se introduce disruptivamente en el alma, el alma es el fantasma para Lacan. Y vienen los pensamientos que son disruptivos, y dice que el ser hablante piensa porque el lenguaje recorta su cuerpo, y que entonces esos pensamientos ya tienen que ver con la dimensión del inconsciente. Entonces en el “Seminario 21” dice “al oírlo de través, con la atención flotante, que le permitimos advertir de dónde emergen sus pensamientos, su semiótica propia, ella no emerge de otra cosa que de la existencia de lalengua; lalengua existe en otra parte que lo que él cree ser su mundo, tiene el mismo parasitismo que el goce fálico, y determina como parasitaria en lo real todo lo que tiene que ver con el saber inconsciente”.

Acá claramente él está ubicando esta semiótica propia y estos pensamientos disruptivos como una dimensión del sentido que viene del inconsciente. Lo que me parece importante es hacer esa distinción entre los semas y lo que sería el sentido imaginario simbólico. Y la cuestión de la co-vibración semiótica, es un poco irónico ahí Lacan. Hace referencia a una colega que tuvo el mismo sueño que su analizante, entonces dice que eso tiene que ver con el amor, digamos. En realidad, en el “Seminario 21”, en la primera clase, ya él toma los textos de Freud sobre ocultismo y plantea esta cuestión de ese tipo de conexión entre inconscientes, que sólo es posibilitada por un fenómeno del estilo del amor. Me parece que ahí hay una conexión entre amor e inconsciente, pero Lacan no llega muy lejos, no es ahí donde pone más el acento respecto de la transferencia, no tanto en esa cuestión de la co-vibración semiótica, porque de eso no llega muy lejos, pero es importante pensar que hay una dimensión real de la transferencia, porque me parece que hay un problema con la distinción que propone Miller entre inconsciente transferencial e inconsciente real, que tiene que ver con la lectura que propone del “Prefacio a la edición francesa del Seminario 11“, donde ahí Lacan define al inconsciente como real. De esta definición del inconsciente real como ese espacio del lapso, donde ya no hay ningún sentido, Miller distingue a partir de ahí el inconsciente real del inconsciente transferencial. Pero eso supone pensar la transferencia solamente como el sujeto supuesto saber, digamos, y como articulación significante, y me parece que hay una dimensión real de la transferencia que tiene que ver con lo que planteabas vos, Rosana, al principio, lo que vuelve al mismo lugar.

En “La tercera”, Lacan plantea que lo real es lo que vuelve al mismo lugar y que ahí lo que hay que subrayar es el lugar, y el lugar es el lugar del semblante, y ese lugar es el calce del nudo, es el lugar del objeto a, es el lugar del analista, o sea, el analista es el lugar al que eso vuelve una y otra vez. O sea, el analista se constituye como el lugar, para que eso vuelva, y que eso vuelva una y otra vez a ese lugar va a posibilitar ahí la escritura de una letra, ofrecerse a ese sentido real a partir de habilitar un lugar. Me parece que esa dimensión real de la transferencia es más importante que la de la co-vibración semiótica.

Paula Vallejo: -Pensaba en esa frase del “Seminario 21”, respecto del inconsciente como un saber sin sujeto. Cuando decís eso que vuelve siempre, ¿se podría localizar ahí el inconsciente como ese saber sin sujeto?

Nieves Soria: -Claro, la dimensión real del inconsciente, la del Ello que está más directamente ligada, es el borde con la pulsión. Me parece que es un poco la línea que se puede seguir de la “Respuesta a Marcel Ritter”, cuando Lacan ubica el agujero del ombligo del sueño, de lo reprimido primario, como un agujero que remite al agujero pulsional, que no se confunde con él, pero que remite a ese agujero pulsional. Uno podría decir, ahí en el ombligo no hay sujeto, y en la “Respuesta a Marcel Ritter”, ahí da una definición del inconsciente muy interesante en relación con el ombligo del sueño, propone otra designación del inconsciente, el hecho de que el parlêtre haya nacido de un ser, la madre, que lo ha deseado o no. Esto porque el ombligo del sueño él lo articula con el ombligo corporal, como la cicatriz del ser placentario digamos. Entonces dice “otra designación del inconsciente es el hecho de que el parlêtre haya nacido de un ser, la madre que lo ha deseado o no, situándolo por ello de una cierta manera en el lenguaje”. Es que eso ya es el inconsciente, que la madre lo haya deseado o no, lo parió y lo situó de una cierta manera en el lenguaje, excluido de su propio origen, por eso ahí no hay sujeto. Uno podría decir, estamos excluidos de nuestro origen y de nuestro fin, no tenemos relación ni con nuestro origen ni con nuestra muerte, y eso es lo real del inconsciente para Lacan en la “Respuesta a Marcel Ritter”, lo imposible de reconocer porque no hay sujeto ahí.

Paula Vallejo: -Bueno, muchísimas gracias Nieves.

(Versión no revisada por la autora).

Agenda

ABRIL

Miércoles 03

– 15.30hs: Seminario de Casos I
– 17.00hs: Seminario Clínico
– 18.30hs: Seminario Introductorio

Sábado 06

– 10.00hs: Seminario de Casos III
– 11.30hs: Taller de Escritura

Miércoles 10

– 15.30hs: Seminario de Casos II
– 17.00hs: Seminario de Lectura de Lacan
– 18.30hs: Seminario de Lectura de Miller

Sábado 13

– 10.00hs: Seminario de Casos IV

Miércoles 17

– 15.30hs: Seminario de Casos I
– 17.00hs: Seminario Clínico
– 18.30hs: Seminario Introductorio

Sábado 20

– 10.00hs: Seminario de Casos III
– 11.30hs: Taller de Escritura

Miércoles 24

– 17.00hs: Seminario de Lectura de Lacan
– 18.30hs: Seminario de Lectura de Miller

Sábado 27

– 11.30hs: Seminario Avanzado