Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Reseña del Seminario de Lectura de Jacques Lacan- El reverso del psicoanálisis- Clase 1- 2024

Clase 1 – 13 de marzo de 2024

Reseña por Daniela Cipolletti

No hay discurso que no sea del goce.

Durante este primer encuentro la clase estuvo a cargo de Stella López. El recorrido de este año girará alrededor del Seminario 17, de Jacques Lacan.

La propuesta es considerar el reverso del psicoanálisis a la luz de la práctica, diferenciando este concepto del de clínica y del de experiencia. La praxis implica un ejercicio de tratar lo real por medio de lo simbólico. El recurso que tenemos para tratar el goce es la palabra, en tanto decir que tenga consecuencias en lo real. La clínica se basa en lo que se dice en un psicoanálisis, es la elucubración que se extrae de lo que se hace.

Este Seminario se titula El reverso del psicoanálisis. La clave allí será el término reverso. Lo que Lacan se propone es volver a retomar el proyecto freudiano por el revés. Es un seminario dictado entre los años ‘69 y ‘70. Como previo a ello se recortan otras referencias lacanianas: el escrito “De nuestros antecedentes”, del año ‘66 en el cual Lacan da su discurso de cómo volver al proyecto freudiano. También se retoman los aportes del Seminario 16, De un Otro al otro, donde Lacan distingue al discurso como una estructura necesaria que excede a la palabra y subsiste en ciertas relaciones fundamentales. El discurso es aquello que va más allá de las enunciaciones efectivas.

El Seminario 17 puede pensarse como un momento bisagra en el que Lacan busca otra manera de pensar la lógica del significante. El andamiaje teórico del estructuralismo comienza a ser insuficiente. Lacan realiza distintas críticas a este paradigma, e introduce la noción de discurso que implica otra lectura.

Los cuatro discursos propuestos por Lacan se inscriben en una relación con los imposibles. El discurso del amo, de la histeria, del analista y el universitario muestran la potencia de los imposibles: gobernar, educar, analizar y hacer desear.

Críticas al estructuralismo: Se establecen algunas diferencias entre aquel primer momento y el último, lo cual no implica abandonar por completo todo lo anterior.

En el momento estructuralista Lacan extrae del paradigma saussureano una teoría del significante. S1→ S2. Un sujeto es lo que representa un significante para otro significante. Durante este período el significante, la metáfora paterna, oficiaba de límite al goce, al cual se accedía por trasgresión. Uno de los giros que da en este momento es la concepción del goce. En la página 13 del Seminario define al goce como un punto de inserción del aparato significante.

El tema del goce estará presente durante todo el recorrido. La clínica analítica parte de la histeria, nació con Freud, y consiste en no querer saber nada de ese goce rechazado. El sujeto tachado se dirige a un amo, y de lo que no quiere saber nada es del objeto a, ese goce rechazado.

De ahí se desprende la estrategia del discurso del analista, ubicado en el lugar del agente. Donde tenemos $ ponemos a.

Eso rechazado es lo que en el análisis se debe reintroducir. Es el objeto expulsado del cual el analista hará semblante. La posición del analista está incluida en la práctica En este sentido, se retoman los aportes de Tarrab durante la Conferencia de Apertura donde propuso un analista advertido de que su práctica va a chocar con lo real. ¿Qué hacemos en el análisis con los imposibles? El analista advertido, tal como ha sido propuesto por Tarrab, se sostiene desde una praxis que no apunta a obturar lo imposible, sino a hacer de ello la potencia misma del discurso.

Lacan define al discurso como “Un aparato que no tiene nada de impuesto y que está inscripto en la realidad misma”. Se podría afirmar que no hay realidad que no sea la del discurso. No se parte de una identificación a un significante como en el apogeo de la época anterior, sino de la alienación, como una estructura que tiene que ver con la división y con algo irresoluble. Se trata de un sujeto que se sitúa en el plano de la división y siempre queda abierto, no se puede suturar. Está sometido a ciertos significantes amos. Lacan en esta definición también incluye la dimensión freudiana del objeto perdido. Incluye la división y va a hacer funcionar al objeto en una de las dos caras de la repetición. Lo que cambia respecto de la perspectiva anterior es la dimensión del sentido. Se toma la función del saber vinculada a la repetición.

En el discurso del amo, el discurso está hecho para que no sólo haya la pura repetición, el discurso es un pequeño artefacto que consigue poner algún tipo de límite a la repetición.

En el discurso del amo, la fórmula del paradigma Saussureano mencionada anteriormente (S1 → S2) aparece en la parte de arriba:

Lacan va a ubicar abajo lo que viene de lo pulsional. El sujeto aparece dividido y sometido. Hay en el discurso significantes fundamentales a los cuales el sujeto se identifica. Y a la vez esa identificación trae aparejada una dimensión de sometimiento. Produce un efecto de división y también de goce. Cuando se aborda lo real por medio de lo simbólico en un punto el significado que se pierde es de goce. Y lo que aparece como punto de amarre entre los significantes es el objeto.

El reverso son las cuatro estructuras tomadas en forma de. El pequeño a, ahora lo toma en torno del agujero. Se ejemplifica con un molde para confeccionar zapatos, la horma, adentro es un vacío. Hay una forma, o bien el sujeto tiene una relación con el cuerpo que es una imagen, donde nació el estadio del espejo, o la relación es proveniente de las zonas pulsionales, agujeros. En esa horma del zapato se instala la repetición, el vacío que circula en la repetición. Es un vacío que articula los significantes.

Se trata de diferentes concepciones del significante entre un paradigma y otro. Se da otro paso respecto de cómo pensaba el estructuralismo la relación entre la palabra y la escritura: se tomaba en primer lugar la palabra y luego la escritura. En esta vuelta que da Lacan se ve forzado a plantear la escritura como anterior. Se utiliza un ejemplo para ilustrar esta transmisión: Si alguien va a una isla desierta y ve por una marca que puede haber la presencia de un humano, puede o no ser eso. Pero si luego ese trazo, esa marca está borrada, se verifica la presencia del humano. En lo borrado se lee la presencia del ser que habla, el sujeto se origina en el acto de un sujeto que borra su rastro. Lacan lo define como el rasgo Unario, pista que tiene valor de memoria. Aquí el sujeto se origina en el acto de un sujeto que borra su rastro. Ese trazo es el Uno, que no introduce un orden o secuencia. Se diferencia de introducirlo como algo primero, después se convierte en primero porque operamos con un S1. Pero no se trata de ir a buscar la causa sustancial en el origen, sino de saber leer allí los efectos.