Clase 5 – 8 de mayo de 2024
Reseña por Anabela Bracco
La quinta clase del Seminario estuvo a cargo de Stella López y se corresponde al segundo bloque del Programa, titulado Discursos.
Stella revisa la noción de verdad como hilo conductor de la enseñanza lacaniana. Sitúa el modo en que Lacan se refiere en este Seminario a la verdad como difícil de atrapar, siempre se escapa. Tras enunciar algunas apreciaciones sobre la verdad en otros discursos, sitúa que, al estar completamente ausente en términos de representación, la verdad siempre está escondida. Lo real se encuentra fuera del alcance de la verdad, ésta lo enmascara.
En la enseñanza de Lacan asistimos al pasaje de una verdad sumamente valorizada y escrita en singular a una verdad desvalorizada y en plural. A razón de ello, se señala que cuando la verdad se revela bajo la forma de un saber revelado, vinculado al sentido, solo se podrá manifestar como una lógica proposicional “(…) que hace de ella un valor reducido a la inscripción, al manejo de un símbolo, normalmente V, su inicial”.[1]
Subraya la función del saber, como aquella a la que Lacan más promueve en este Seminario. Así Stella ofrece una referencia del Seminario 16: lo que le importa para el psicoanálisis es producir un saber que sirva para arreglárselas con el goce.[2]
Al inicio el analizante cree que hay una combinación de la verdad con el saber, que podrá fabricar un saber lleno de sentido y que las verdades se le revelarán. Es el espejismo del SsS. Sin embargo, lo que aquí se señala es que la verdad no está toda incluida en el saber.
Retoma la pregunta de Lacan acerca de “¿Qué es la verdad como saber? (…) ¿Como saber sin saber? Es un enigma”.[3] Stella nos anticipa que el enigma responde al cómo de la operatoria del analista.
Lacan distingue en este Seminario la verdad como cosa, de la verdad como lugar. El lugar de la verdad como escondida, velada -en tanto tropieza con lo real del goce-, no puede decirse por estructura, se trata de una verdad que solo puede ser medio dicha, leída entre líneas, pues no puede llegar a decir todo lo real del goce, a pesar de que hace intentos en ese sentido. La verdad y el sentido son formas de subjetivación del goce, marcados por el menos de la castración, por una perdida. Lacan habla de “(…) la falta de ser de la verdad”.[4]
Sitúa dos planos del discurso: la cara del lazo social (la relación con el Otro, en tanto el sujeto no está solo) y la cara del tratamiento del goce. Lo que hace lazo es el síntoma, como modo singular de goce del sujeto. Se trata de un lazo social fragmentado, que no es sinónimo de sociedad: lazo dominial.[5]
Sobre el discurso del analista dice que es el único donde en el lugar de la verdad está el saber: el saber hacer analítico y el trabajo del analizante se presenta como un trabajo para hacer surgir lo medio dicho de la verdad reprimida a medida que se habla. La regla del medio decir, como expresión de la verdad, también le atañe al analista. “En el discurso del analista se le pide, a todo lo que se puede saber, que funcione en el registro de la verdad”.[6] Se trata de un saber sobre la estructura. “En el nivel donde el saber hace función de verdad, estamos condenados (…) a no poder (…) denunciar nada (…) salvo con un medio decir”.[7] Es decir que, en la interpretación, el analista está condenado también a un medio decir. “Nosotros no estamos sin una relación con la verdad”.[8]
Retoma el discurso analítico como el envés del discurso del amo, ya que en el lugar del agente no opera un S1 -aunque el analista en tanto lugar sea un amo, se trata de un amo que renuncia a su poder, que no pretende dominar-, sino que lo que opera es el objeto a, en tanto objeto semblante, causa de deseo, el que anima y desde esa posición incide sobre lo real del goce. Deja en claro que la experiencia analítica es una experiencia que intenta llevar lo discursivo hacia su límite, conduce a los puntos de imposibilidad, los revela, los releva y los coloca en el lugar de mando.
Insiste en diferenciar lo que Lacan acentúa como tipo clínico: histeria; como modo de hacer lazo: discurso histérico y como histerización del discurso, en tanto discurso del analizante. El que instituye la histerización del discurso es el analista, “es la introducción estructural, mediante condiciones artificiales, del discurso de la histérica”.[9] Este no es el estado natural del consultante, todo el que quiera analizarse, se ve forzado a pasar por el discurso histérico. Subraya entonces la importancia del discurso de la histérica, ya que es con eso que se modela el discurso del psicoanalista. La histérica -industriosa- fabrica un hombre animado por el deseo de saber. Ese es el fondo mismo de la experiencia analítica.[10]
Asimismo, Stella señala que la operación del sujeto en el discurso histérico es denunciar las promesas del amo. Denuncia que no hay identificación posible y la imposibilidad de recuperación de un goce que el amo quiere propugnar. Demuestra de entrada que hay un matrimonio imposible entre el discurso y el goce. El sujeto histérico dice que el significante no sirve para la relación sexual. “Lo que la histérica quiere que se sepa, es que el lenguaje no alcanza a dar amplitud de lo que ella, como mujer, puede desplegar con respecto al goce (…) Lo que le importa, es que el otro que se llama hombre sepa en qué objeto precioso se convierte ella en este contexto de discurso”.[11]
Sobre el Discurso H: en el lugar del agente -dominante- el Sujeto tachado, el síntoma. A partir de no saber de su división subjetiva, se dirige al Otro, del cual extrae sus significantes primordiales. De ese trabajo, el S2 queda como producto y el plus de gozar es el lugar de la verdad. El saber que le interesa a la histeria, no es cualquiera, es un saber sobre la verdad.[12] La histérica se dirige a un amo para obtener el saber que le conviene, pero este saber es impotente para dar cuenta del goce que está incluido en su síntoma. Disyunción entre el saber y el goce.
Lacan se pregunta qué quiere la histeria[13] y sitúa el desfasaje que hay entre lo que quiere y lo que desea. La histeria quiere un amo que sepa muchas cosas -aunque no tantas, porque ella reina, es amo-, pero lo que desea es develar la impotencia del amo. Aquí Stella nos trae una referencia de Miller[14] y subraya que lo que interesa en el análisis es que el histérico se ponga a trabajar, a producir el saber, que se anoticie de la imposibilidad de extraer el saber del campo del Otro, consintiendo a que el Otro caiga, para confrontarse a ese saber sobre su propio goce en juego, que la habite y rechaza.
Así el psicoanalista es convocado a favorecer en el discurso histérico el movimiento para que ese objeto a que está en el lugar de la verdad en dicho discurso, pase al lugar del agente en el discurso analítico, que empuje la elaboración analítica. De esta manera el producto del discurso ya no es el S2, el saber, sino los S1. Así el objeto a -lugar ocupado por el analista- localiza el goce que causa el deseo del sujeto analizante, lo saca de la pereza para que produzca los S1 como marcas del goce, con los cuales se teje el saber del Inconsciente.
Aquí Stella menciona una referencia de Luis Tudanca[15] respecto a la línea de arriba del discurso como lo imposible en todos los discursos y en la línea de abajo las dos rayas // constituyen el lugar de la impotencia. Dice que es la verdad la que obtura la emergencia de la imposibilidad. Entre el lugar de la producción y el lugar de la verdad, comienza el camino de la impotencia. El objeto a ocupa el lugar de la verdad en el discurso histérico, pero viene a taponar, la dimensión de lo imposible.
Respecto a la cuestión de la insatisfacción primordial, como la manera en que Lacan reformula la relación de Freud con la histeria, dice que la herida que la histérica experimenta por la privación fálica no es compensada con la satisfacción que le puede otorgar el portador del falo.
Para finalizar, apunta al cómo acceder a ese no saber. El analista no la revela de cualquier manera. Es así que Lacan sitúa una serie de tesis: el saber en tanto verdad define la estructura de una interpretación. Aquí Lacan menciona el enigma y la cita, que implican un decir a medias que surge de los dichos del analizante, de su asociación libre, del trabajo con los S1. Esa verdad medio dicha puede condescender al saber y así tener otro alcance -el de una verdad que surge como producto del progreso del saber- y no solamente revelatorio.
El enigma se plantea para hacer posible que el saber producido vía discurso histérico se pueda alojar en el lugar de la verdad vía el discurso del analista. La cita es la marca de la falta del saber. Se trata de una cita que no es sin el lector, cuando el analista usa la cita, se supone que hay alguien que sabe leer. La cita es tomada del mismo texto del enunciado “puede pasar por algo efectivamente manifestado, solo con que se le adjunte el contexto. Pero entonces uno apela a su autor”.[16] El autor no es ni el analista ni el analizante, sino el sujeto, eso irrepresentable, la x, la incógnita -punto de partida de la clase del seminario-. En ese marco el analista se hace causa del deseo del analizante.[17]
Por último, se deja planteado cómo hacer leer la fuga del sentido, por fuera de la enfermedad del sentido.
NOTAS
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “Verdad, hermana de goce” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 58.
- Lacan, J. (2013 [1969-1969]). “Del goce planteado como un absoluto” en El Seminario Libro 16 De un Otro al otro. Buenos Aires. Ed. Paidós. pág. 191.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “El amo y la histérica” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 36.
- Lacan, J. (2019 [1969-1970]). “Saber, medio de goce” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 55.
- Miller, J.-A. (2016). “Acción lacaniana” en Un esfuerzo de poesía. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 163.
- Lacan, J. (2019 [1969-1970]). “Edipo, Moisés y el padre de la horda” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 114.
- Ibid. Pág. 115.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “Verdad, hermana de goce” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 61.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “El amo y la histérica” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 33.
- Ibid. Pág. 34.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “El amo y la histérica” en El Seminario Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 35.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “El amo castrado” en El Seminario, Libro 17, El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 102.
- Ibid. Pág. 98.
- “El discurso histérico hace del sujeto el amo del amo; domina al dominador, y haciéndolo lo pone al trabajo, el de producir un saber. No es el saber siervo del amo, menos aún el saber amo. Es el discurso que empuja a la invención del saber, de modo que Lacan señala la afinidad estructural del discurso de la histérica con el de la ciencia”. Miller, J.-A. (2022). “Todo el mundo es loco” AMP 2024 en Revista Lacaniana de Psicoanálisis Año XVII Nº 32. Buenos Aires. Grama Ediciones. Pág. 19.
- Tudanca, L. (2023). “El objeto a el lugar de la verdad” en La ciudad analítica. Revista de Psicoanálisis Año 5 Nº 5. Buenos Aires. Publicación del ICdeBA. Pags.44-47.
- Lacan, J. 2019 [1969-1970]. “El amo y la histérica” en El Seminario, Libro 17 El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 38.
- Ibid. Pág. 39.