Clase 9 – 10 de julio de 2024
Reseña por Andrea Ávila
La novena clase del seminario estuvo a cargo de Verónica Escudero, donde trabajó el capítulo IV del Seminario “Verdad, hermana de goce”.
Comenzamos retomando un parágrafo del capítulo anterior que nos anticipa algo de la especificidad de la verdad “Si hay algo que todo nuestro abordaje delimita y que con toda seguridad ha sido renovado por la experiencia analítica, es que no puede hacerse ninguna referencia a la verdad sin indicar que únicamente es accesible a un medio decir, que no puede decirse por completo, porque más allá de esta mitad no hay nada que decir”[1] ahí también Lacan aborda el “amor a la verdad, como el amor de lo que la verdad esconde, que es la Castración”[2].
Ya en el capítulo IV Lacan dirá, que el reverso, que no es anverso, está en asonancia con la verdad.
Verónica nos recordó, lo trabajado en las primeras clases, la relación primaria del saber con el goce, la doble cara del saber, la cara articulada del saber y por otro lado, el saber del esclavo. Esa relación primaria, no se da con la verdad, no hay una relación primaria ni de la verdad con el goce, ni de la verdad con el saber, nunca se da una relación directa con la verdad en psicoanálisis.
Lacan dice que, si queremos atrapar la verdad, es como ponerle sal en la cola a un pájaro o sea que es imposible.
Precisamos que la verdad a diferencia del saber y del goce, es un lugar fijo en los discursos, se va llenando de distintas letras, depende qué domina en cada discurso como circulan el saber y el goce. En el discurso analítico el saber está en el lugar de la verdad, ¿pero que saber? Un saber que no es todo, no es enciclopédico, un saber que tiene un sentido oscuro.
Lacan nos dice que la verdad produce efectos por “todas partes” y habla del efecto del estremecimiento que tienen las mujeres por la verdad. “no es casualidad si las mujeres están menos encerradas que sus partenaires en el ciclo de los discursos. El hombre, lo viril tal como lo conocemos, es una creación del discurso por lo menos nada de lo que se analiza de él puede definirse de otro modo. No puede decirse lo mismo de la mujer. Sin embargo, el dialogo solo es posible situándose en el discurso” [3]
Luego va a entrar en lo que tiene que ver con la dimensión del sentido y la verdad discursiva. ¿Qué lugar va a tener el sentido? cuando la repetición está en relación al goce, y no ya a la lógica significante. ¿Nos desprendemos del todo del sentido?
Nos dice al respecto, que por muy residual que sea, hay la dimensión de la verdad y del sentido, que son ineliminables en psicoanálisis.
También dice, que “el sentido se encarga del ser, pero no alcanza a dar peso de existencia, pero en cambio el sin-sentido sí. “Se te pone en el estómago” dice Lacan, Freud lo analizó en relación al chiste: “la palabra sin pies ni cabeza”, y la verdad se va volando y en el sueño, uno se despierta cuando podría saber la verdad. Lo importante es lo que se escapa [4]
Entonces la novedad de este seminario es que la verdad no se resume solo a la dimensión de lenguaje, sino que está a la dimensión de sinsentido y de rebasamiento del discurso en sus efectos.
Lacan nos dice “Nosotros no estamos sin una relación a la verdad” [5] y la verdad que nos concierne esta siempre un poco “afuera de”, nos es un poco extraña, Verónica nos trae la noción de éxtimo (lo más íntimo y lo más ajeno) para pensar que el lugar donde se localiza algo de la verdad del sujeto.
Una parte del capítulo Lacan la dedica a un debate con Wittgenstein y Politzer para ubicar la verdad del psicoanálisis, que no es como la filosofía, ni en la lógica, ni como en discurso Universitario. La verdad para el psicoanálisis no es la realidad. Lo verdadero depende de la enunciación. La verdad habla por la enunciación que especifica el deseo inconsciente “no hay más sentido que el del deseo inconsciente”.
Entonces, no nos podemos desprender del todo del sentido, pero es el sentido de la enunciación en donde siempre se va alojar algo del sentido del deseo inconsciente
“No hay sentido más que el del deseo. No hay más verdad que de lo que dicho deseo esconde de su falta” [6] El sentido de la verdad va tener que ver con el deseo, con lo que el deseo esconde en su falta, que es la castración.
Un poca más adelante, dirá “la verdad es sin duda alguna, inseparable de los efectos del lenguaje” [7], que sea hermana del goce, significa incluir en ellos los efectos del inconsciente, es decir lo que está más allá de las proposiciones, entonces es efectos de lenguaje y de algo más. Nos recuerda que “somos seres nacidos del plus de goce, resultado del empleo del lenguaje” [8]. Cuando dice empleo de lenguaje se refiere a que somos sus empleados. En el final, Verónica nos trae la definición de lo sororal, la relación de la verdad con el goce. Sororidad, hemos aprendido en los últimos años este término, como una relación propia entre mujeres. Entonces tenemos esa relación de dos hermanas femeninas en el sentido de mantener cierta relación al medio decir, al saber cuyo sentido resulta opaco para juntar la verdad y el goce.
BIBLIOGRAFÍA
- (1969-1970) Lacan, J, El Seminario 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires Paidós 2008.
NOTAS
- El Seminario 17, Pág. 54
- Ibidem, Pág. 55
- Ibidem, Pág. 58
- Ibidem, Pág. 60
- Ibidem, Pág. 61
- Ibidem, Pág. 64
- Ibidem, Pág. 65
- Ibidem, Pág. 70
