Clase 5 – 26 de agosto de 2023
Reseña por Natalia Cejas
En el encuentro del día 26 de agosto, Gabriela Rodríguez y Marisol Gutiérrez abordaron las clases VII y VIII del Seminario 20.
Para la primera de ellas, Gabriela propuso realizar una mirada topográfica, que en un vuelo panorámico localice algunas zonas de relieve. La primera de ellas fue la caracterización en términos de ‘fantasía animada’ que Lacan propone para las tablas de la sexuación. A partir de subrayar esta expresión, propuso considerar la posibilidad de que las fórmulas no presenten un recorrido que se organiza entre los seminarios 18 y 19 para culminar estabilizadas en el 20, sino que algo de lo que permiten formular prosigue en la propuesta del nudo borromeo. Orientada entonces por la pregunta de qué lugar tendrán las fórmulas en la vuelta que toman los nudos, propuso leerlas como modos del hablante de habitar el lenguaje. Para tomar esta perspectiva, señaló que convendría sobre todo leer el lugar de la barra vertical que se localiza entre ambos lados de la tabla ¿es infranqueable? ¿Cómo leer los abordajes hacia uno y otro lado que se dibujan en los vectores de las flechas? Tomando de referencia las clases IX y X del seminario “La fuga del sentido” de J.A.M, Gabriela propuso pensar que, en el vector que une $ y a, puede leerse el abordaje que hace el lado masculino del lado del Otro. Ahora bien esto produce cierta coalescencia, cierta juntura entre a y A. Es decir, produce una reducción de A a a, y en esta operación cierra el campo del Otro. Se trata, entonces, de la misma operación efectuada por el fantasma, y puede articularse a lo que en la clase “La Otra satisfacción” se alude cuando se menciona al lenguaje como aparato de goce. Gabriela nos advirtió que, si resulta, entonces, importante subrayar este efecto de coalescencia es porque toda la cuestión es cómo se accede al campo del Otro.
Al efecto de coalescencia entre A y a, producido por el vector que lleva de $ a a, Gabriela nos propuso leerlo en serie con el efecto también señalado por Lacan de la operación de la psicología. Respecto a esta cuestión, mencionó que Lacan propone a la operación analítica a contramano de tal movimiento, es decir, apunta a abrir allí una grieta. Propuso que en el seminario Lacan localiza una serie de movimientos que se orientan por esa misma dirección de apertura. Así por ejemplo el amor cortés y su introducción de la figura de la dama, opera respecto al saber antiguo del feudalismo esa separación, abriendo el campo de lo femenino. También la ciencia en su operación de intentar escribir con letras el campo de la naturaleza procura un movimiento más allá del fantasma.
De modo que nos propuso pensar que la pregunta que organiza la clase es el problema del saber y el acceso al campo del Otro. Ambas cuestiones coinciden en la pregunta ¿sabrá el Otro? En la clase anterior, Lacan ha señalado respecto del goce femenino su imposibilidad de articulación con el saber. Para Freud el inconsciente era el saber no sabido pero si en el Otro no hay saber ¿qué lugar darle a la interpretación? Es en relación a la intersección entre el saber y el campo del Otro que Lacan aborda a Empédocles y su referencia a la ignorancia de Dios. Dios es más ignorante que el hombre porque no sabe del odio. Se trata entonces de un Dios que tiene una falta en el campo del saber. Con esto Lacan construye una advertencia: si el hombre se deja tomar por la mujer como si fuese un Dios que le da el goce, tanto más eso lo dejará ignorante de la dimensión de odio que allí se juega y menos también la amará.
Fue con esta referencia como eslabón que Marisol Gutierrez propuso entretejer una lectura de la clase VIII “El saber y la verdad”. Comenzó localizando ambas cuestiones, en torno al uso que Lacan realiza del término ‘odioamoramiento’. Se trata de una expresión con la cual, nos recordó, Lacan intentó señalar los relieves que toma la experiencia de la práctica analítica. En relación a esto, propuso para la clase un recorrido que permita ligar el amor y el saber en un análisis.
Retomó la cuestión de que el análisis es una experiencia en la que se construye un saber sobre la verdad. Se sirvió, para pensar esta cuestión, del triángulo presentado por Lacan en la clase, en cuyos vértices se localizan los tres registros, y en los lados que los unen: lo verdadero, la realidad y el semblante. Nos advirtió no perder de vista las expresiones con las cuales Miller, en La naturaleza de los semblantes, se refiere a estos tres conectores: “tropieza con”, “se sostiene de”, “lo que traba”, ya que acaso se trate de modos de nombrar que permitan leer el armado del nudo borromeo.
Con este triángulo como referencia, avanzó en la lectura de la clase. Mencionó que allí podemos localizar otro modo de la dimensión problemática de la coalescencia entre A y a, en relación a la localización de la realidad en el triángulo, equivalente a la operación del fantasma. Operación que podríamos diferenciar del lugar que toma el semblante en este triángulo. Respecto de la cuestión del semblante, Marisol propuso articular la función del analista, en tanto es desde su localización como semblante que apunta a interrogar como saber a la verdad. Nos recordó que esto, por otro lado, permite localizar el lugar de lo simbólico en la práctica. Es decir, que conviene valerse de lo simbólico pero sin que la verdad tome un lugar todo, conviene valerse de lo simbólico localizando a la verdad como medio decir.
En relación a la cuestión del ser y del semblante Marisol propuso la articulación con el Seminario 19, cuando separando ser y existencia, enlaza el ser al semblante y la existencia a lo real. Respecto de esta última dimensión, nos recordó que Lacan la aborda tanto desde el punto de vista de la filosofía como desde el punto de vista de la matemática, y sobre todo, en torno a la dimensión de la escritura. Llegada a este punto nos propuso detenernos en el lugar del impasse en la escritura. Este punto de impasse propuso leerlo con el matema del discurso analítico, que localiza el lugar de la verdad en la práctica. A diferencia del abordaje que produce de la verdad el discurso jurídico, en términos de confesión (confesión de goce) el psicoanálisis propone localizar la verdad en términos de semblante. Es decir, situar al semblante como elaboración de goce. Señaló Marisol que, de allí entonces, la importancia del impasse en la formalización, ya que para Lacan es el impasse mismo lo que permite localizar lo real. La formalización alude a una escritura sin sentido, a un saber vaciado de sentido, que se vale de herramientas del lenguaje.
En relación a cómo valernos tanto de la herramienta de formalización como de su impasse en la práctica analítica, Marisol trajo a colación una figura que Lacan menciona como ejemplo de la cuestión, “el trabajo de texto que sale del vientre de la araña, su tela, surge de un punto opaco” (…) “los puntos de impasse que muestran a lo real acceder a lo simbólico”. Propuso extraer de allí tanto la función del impasse como el lugar de la secreción, para leer en “Televisión” una frase que permitió abrir la lectura. En este escrito, Lacan menciona que “El impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que provienen”. Con esta cita, Marisol nos invitó a pensar que cuando Lacan localiza el tope al sentido que opera la gramática, localiza con esa operación un real. Sin embargo ese real seguirá siendo un enigma hasta que aparezca lo sexual que permita anudar aquello en lo que consiste el síntoma.
Para finalizar, Marisol situó una lectura del modo en el que se enlazan en esta clase el amor y el saber a partir del uso que Lacan va a realizar del cuadrángulo analítico extraído de Aristóteles. Localizó allí las figuras de la lógica modal para luego remitirse a un fragmento de la clase “La rata en el laberinto” en donde Lacan plantea que la experiencia amorosa, en el marco de lo imposible (lo que no cesa de no inscribirse), supone el encuentro con la contingencia (lo que cesa de no inscribirse), para luego dirigirse en un movimiento de negación hacia lo necesario, intentando que no cese de inscribirse.