Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Reseña Seminario Avanzado: Momento Radiofonía- Clase 8

Clase 8 – 19 de octubre de 2024

Reseña por Alejandra Burela

La última clase del seminario estuvo a cargo de Antoni Vicens, quien nos transmitió sus desarrollos desde Barcelona.

El trabajo giró en torno a la pregunta siete de Radiofonía y la respuesta dada por Lacan.

A continuación voy a hilvanar algunas resonancias, colocando entre comillas las frases textuales del docente.

Antoni hizo dos extracciones a partir de las reseñas del trabajo del año: la primera referida a los estoicos, poniendo el acento puntualmente en la ética estoica que sostiene la división significante-significado que inventaron. La segunda es una cita de Miller en la cual éste se refiere a Radiofonía como “la exploración de un arte de vivir”, planteando el interés de hacer funcionar esa referencia como eje de lectura del texto de Lacan. 

Se trataría para Lacan de “crear un arte de vivir prescindiendo del Nombre del Padre. El complejo de Edipo y el incesto no dejan de valer, pero la ley del padre no nos orienta para vivir”. Es la ley del fantasma lo que funciona como orientación. “Un discurso es el desarrollo de la fórmula del fantasma”, en el discurso del Amo se ve claramente. “Tras la representación reina está el fantasma”, que “es el lugar donde vivimos y nos orienta en la civilización, que es un abigarramiento, un lío, una gran confusión”. 

En Radiofonía Lacan empieza a introducir el discurso sobre la letra, se hace patente la insuficiencia del inconsciente estructurado como un lenguaje.

“¿Por qué Lacan presenta esto como un arte de vivir? Porque hay una necesidad de ello”. Los signos de esa época permiten captar las tensiones, la ebullición en torno a la constatación del triunfo del capitalismo que la generación de fines de los 60 y parte de los 70 experimentó, y los intentos de salida por vía de la revolución que fue mundial, pasando por el hippismo hasta el terrorismo. “Revolución, creo que todo el texto es un discurso para cambiar el sentido de la palabra revolución que en ese momento aparecía en todas partes. Todo esto son sobresaltos, turbulencias, fracturas, entre el deseo y el saber”.

En esta nueva respuesta que da Lacan a algo que lee como una demanda de la juventud de su tiempo, aparece la “distinción radical, importante, necesaria para vivir, entre impotencia e imposibilidad”. Donde Aristóteles ubicaba potencia y acto, Lacan pone éstos términos que implican “una ética heredera del estoicismo como respuesta a la ciencia”, es una ética que implica límites. Estos términos dan los límites del acto en el marco del fantasma. En la psicosis el marco del fantasma se ha desgarrado pero queda una ética. Schreber es un ejemplo de ello.

Orientar a esos jóvenes por la radio, no es una respuesta al malestar sino a la violencia, el terror de un capitalismo desenfrenado. “Esto aún dura, las guerras actuales tienen que ver con eso”.

La impotencia “quiere decir que los medios no alcanzan, es el caso del padre de Dora”. La imposibilidad se define de otro modo respecto de las mediaciones posibles, “no hay rapport sexual, el orgasmo no es el rapport sexual y además está la detumescencia, entonces no lo podemos utilizar como medio”. En cada discurso hay una ruptura de discontinuidad y la solución no está en establecer un puente entre los elementos en discontinuidad, sino que de lo que se trata es de dar un giro, esa es la revolución que Lacan propone.

La imposibilidad del discurso analítico es sanar. En el análisis hay una solución que se demuestra en el pase, pero el análisis es infinito a pesar de que termina. La imposibilidad del discurso del amo es dominar, no se puede dominar el goce del otro, no se le pueden dar órdenes al saber inconsciente, “no se puede crear un Estado que responda a los fantasmas de todos”.

La realidad enmarcada en el fantasma encuentra el litoral de lo real que pasará a la letra como su soporte.

El discurso histérico está dominado por el significante lisis, palabra griega que tiene sentido múltiple, significa descomposición, como el cuerpo de Anna O, descomposición en significantes, pero también resolución, es decir el paso a otro discurso. Es Lisette, el personaje de Beaumarchais, más letra que significante, circula entre los amores.

Lo que permite la circulación es el discurso histérico, y el discurso analítico es lo que permite escribirlo.

Pero ni la histeria que apunta a lo simbólico y pone el cuerpo en eso, ni el saber muerto de la Universidad acaban de encontrar lo real. Lo real está a cargo de estos dos discursos: el del amo y el del analista. 

En los cuatros discursos hay una impotencia que viene de la sumisión a la ley del padre, de la prohibición del incesto. Pero hay otra cosa que Lacan sitúa, es lo real del discurso del Amo, del Estado-policía, que no se trata de transgresión a la ley del padre. Esta subversión lo que está poniendo de relieve es que hay algo real en el Estado a lo cual el psicoanálisis puede presentar su real, diferente. Lo real del Estado no es lo mismo que lo real del inconsciente. 

Antoni Vicens retomó la referencia a la película inglesa If que Lacan trabaja en el final del seminario De un Otro al otro, porque “de allí toma la idea de los discursos que circulan”. El discurso universitario deja al sujeto dividido, que con el título intentará suturar la división. La histeria, representada en la mujer del director que se pasea por los lavabos de los muchachos, pone en juego lo excluido de la sexualidad. Es la articulación del discurso universitario y el de la histeria. “Nuestra orientación pasa por los cuatro discursos. No hay analista puro, hay que saber circular por todos estos discursos: el discurso de la seducción, el discurso de la demostración universitaria, el discurso del amo que es el discurso del maestro y el discurso del analista.” “El discurso del analista permite ordenar los otros discursos pero no existe sin los otros, eso también es una manera de marcar el origen del psicoanálisis de manera sincrónica”.