Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Reseña Seminario de lectura de Jacques-Alain Miller -De la naturaleza de los semblantes- Clase 12- 2024

Clase 12 – 25 de septiembre 2024

El analista y los semblantes en la experiencia analítica.

Reseña por Graciela Gonzalez

La clase del Seminario de lectura de Jacques Alain Miller contó con la presencia de Verónica Di Batista, quien “puso de su parte” en un tono coloquial y alegre, para dar una vuelta más al curso que abordamos este año.

Su propuesta fue realizar una puntuación del capítulo “El analista y los semblantes” acompañándose de otras valiosas lecturas de la Orientación Lacaniana, como Donc y Causa y Consentimiento, con las cuales balizó su comentario, matizado con algunas viñetas clínicas de su práctica y provocando una enriquecida conversación con los participantes.

Comenzó por destacar la perspectiva de las llamadas “dos clínicas de Lacan”, para señalar que el objeto a proviene de la lógica edípica, aunque se sigue utilizando el concepto en el resto de los desarrollos de Lacan, sumando en la segunda clínica el objeto a como semblante.

Miller propone someter a discusión el uso de la categoría de objeto a, el que pertenece al régimen edípico, siendo resto desecho de la operación del Uno. Será en la “Nota italiana” donde Lacan ubica la posición del analista en función de desecho, como lo que queda, lo que debe restarse. Surge entonces el objeto a como lo que resiste a la captura significante como amo, por lo cual es una categoría solidaria a la castración.

Verónica fue marcando cómo Miller presenta el objeto a con diferentes usos en las dos clínicas de Lacan.

El problema, plantea aquí Miller, “supone un retorno a las fuentes del objeto a en la historia del psicoanálisis”. Sin detenerse en los antecedentes concluye, con Lacan, que “el objeto a no es parte de ningún todo, sino una parte fuera del todo”.

La invitada ubicó el objeto a como semblante, distinguió semblante y no sustancia, aunque sirva ocasionalmente a sustancias episódicas y se detuvo especialmente en el apartado “Semblante de saber”.

Es el semblante de saber el que se presenta en el corazón de la operación analítica, y es “un semblante que permite dudar de la supervivencia del analista”. La docente puso especial interés en esa frase y propuso interrogarlo.

El acto analítico permite que el analista aparente saber o, al menos, “haga como si” ya estuviera al corriente del asunto. Y por supuesto lo está, en cierto sentido, por la transferencia, por el mero hecho de que invita a la asociación libre.

Lo que pone en duda la subsistencia del analista es qué uso hace el practicante del psicoanálisis de ese semblante de saber. Una indicación clínica fundamental en tanto se puede caer fácilmente en la infatuación, como si dijera – si lo sé–.

Es una indicación que surca toda la enseñanza de Lacan y de Freud, el que cree que sabe no solo hace semblante, sino que lo cree, por eso Lacan invita al analista a ser de nuevo analizante respecto del sujeto supuesto saber, a esto lo denomina “engaño metódico”.

El saber en juego no es un saber en lo real, se trata de otro saber en otro lugar.

Verónica delineó ese recorrido, para afirmar que así llega Lacan al matema del discurso analítico. Refiriendo al saber en psicoanálisis, como supuesto y no como saber en lo real. Entonces dicho objeto a no está en lo real, éste existe por haberlo construido Lacan.

La subsistencia implica hacer fuerte el discurso analítico, frente al bombardeo de la tecnociencia o el “para todos”.

Dirá que el objeto a esta presente de otro modo. Afirmación que abrió a interrogantes a cómo se aplica en nuestra práctica esto que aseveramos en la teoría.

Verónica deslizó una respuesta que se resume en la idea de formalizar nuestro quehacer y controlar nuestra práctica, a lo cual agregó –¡todas ellas son indicaciones bien dadas! –.

Para hablar de la operación analítica, la invitada retomó una idea de Miller que éste desarrolla en Donc, la idea de “la consecuencia sorprendente”, en tanto ésta supone un saber ya presente y cierta suposición asentada, a la que el sujeto da su consentimiento y enlaza así la necesidad significante con la sorpresa.

 El recorrido de un trabajo analítico implica que ocurran algunas “consecuencias sorprendentes”, de la necesidad significante al encuentro con el goce, la sorpresa del analizante cuando dice más de lo que creía, o cuando lo que dice le causa más efecto de lo que había pensado. O bien, cuando se establece cierta conexión con lo que dice y ciertos recuerdos que creía haber olvidado.

También puede suceder que se sorprenda de ese saber no sabido, aunque no alcance para ser “una consecuencia sorprendente” porque se necesita un paso más, otro tiempo, que implica la pregunta por el goce:

 ¿Qué del goce está en juego?, ¿qué se satisface allí?

Interrogantes que de dan entidad a la sorpresa y a la pregunta por la causa, instaurándose una relación inédita con el saber. La participación no se hizo esperar, continuaron las viñetas y una conversación que pudo servirse de la clase para pensar la práctica.