Clase 5 – 8 de mayo 2024
El analista y los semblantes en la experiencia analítica.
Reseña por Lucia Secco
En la primera clase del segundo tema del programa, “De la verdad al goce”, contamos con la presencia de Daiana Ballesteros, que desarrolló el punto: El lugar del semblante, de la verdad al goce y lo real como imposible.
Comienza destacando que, si en el psicoanálisis hacemos un uso del semblante, tiene que ver con un problema fundamental que es no saber qué es un analista, no hay el ser del analista. En este punto, retoma la frase de Lacan: “El analista ocupa legítimamente la posición de semblante porque no hay otra posición sostenible con respecto al goce tal como debe captarlo en las palabras de aquel a quien, a título de analizante, avala en su enunciación de sujeto“[1] . Frente a lo real del goce el analista ocupa necesariamente esa posición.
Daiana Ballesteros, desarrollará dos vertientes para llegar a las consecuencias que tiene la posición del analista frente a lo real del goce: el desarrollo de la verdad y el goce a lo largo de la enseñanza de Lacan.
La verdad es el primer modo en el que Lacan organiza la experiencia analítica, presentada en términos dialécticos: a partir de las intervenciones del analista se van produciendo inversiones dialécticas en el análisis y nuevos desarrollos de verdad; esto en consonancia con la definición del inconsciente estructurado como un lenguaje.
Por la vía del desarrollo de la verdad nos encontramos con un problema clínico, que es que el análisis puede volverse infinito, (ya que siempre podemos realizar una nueva inversión dialéctica y un nuevo desarrollo de verdad), aquí Lacan comienza a ubicar que en el movimiento mismo de decir, aparece una imposibilidad de decir lo verdadero sobre lo verdadero, la verdad sobre el ser del sujeto. Lo formula “no hay Otro del Otro”, no hay garantía en el campo del Otro que nos permita decir la verdad última. Si no hay Otro del Otro, hay lo real, como lo imposible de decir, lo imposible de saber. Y este real, dice Miller, es un real que miente.
Para circunscribir lo real no podemos prescindir de la verdad, como tampoco podemos prescindir de la primera enseñanza de Lacan, él nunca abandona su noción de verdad. Porque justamente para cercar lo imposible de decir, tienen que producirse efectos de verdad, y esos tienen que cobrar el estatuto de un saber que va delimitando ese real.
Esto nos lleva a la operación de la instalación del sujeto supuesto saber: que el sujeto crea que hay un saber sobre la verdad, y que hablando podría llegar a algo de eso. Hay que instalar necesariamente esa creencia para que la experiencia funcione. El analista se deja engañar por esos semblantes, para instalar la creencia en el inconsciente, y así, permitir el inicio de un análisis.
Daiana Ballesteros continúa formulando la pregunta: ¿qué nueva perspectiva nos da en la práctica, tener como orientación al goce y ya no a la verdad? El punto de partida sería, pensar que hay un goce enigmático en el síntoma, y que el inconsciente es una elucubración de saber sobre ese modo de gozar. Ese modo de gozar singular tiene las marcas del encuentro primero y contingente con la lengua. El inconsciente viene después, en un segundo tiempo, como una elucubración de saber, como una defensa, y como una articulación de sentido.
Cuando la perspectiva nos la da el goce, habrá que problematizar cómo valernos del sentido para cernir algo de lo real; para esto Daiana Ballesteros toma de Miller en “El Ultimísimo Lacan“, la antinomia que plantea entre la perspectiva y la práctica: la perspectiva es desde lo real; y la práctica, para poder operar, es donde se supone una relación entre el sentido y lo real. Partimos de la práctica, y a partir de eso elaboramos un saber; allí desarrolla que para que los conceptos fundamentales del psicoanálisis sean conceptos vivos, es necesario que el analista esté -como señala Lacan en “El Seminario 11″- implicado en la elaboración de esos conceptos, es decir, comprometido en su formación, no solo epistémica, sino a través del control y de su análisis. Este trípode de la formación posibilitará una invención de saber que lo oriente en la práctica, donde es necesario reinventar los conceptos cada vez para poder operar con cada caso y, particularmente, con las presentaciones actuales.
Es la práctica, donde el analista tiene que estar a la altura de la estructura que lo determina, es decir la del discurso analítico, donde tiene que ubicarse como semblante de objeto a para causar el trabajo del analizante, y hacer existir el sujeto supuesto saber. También el término práctica, enfatiza que no hay el ser del analista; este se define a partir de su práctica, podemos decir que hay analista en el acto de la interpretación, vez por vez. De lo contrario tendríamos la infatuación – creer que uno encarna el sujeto supuesto saber –.
Finalizando su exposición, trae el cuarto testimonio de Graciela Brodsky, “Partenaires“[2], en tanto nos enseña sobre el analista en posición de semblante de sujeto supuesto saber al inicio y durante el desarrollo del análisis, y en posición de semblante de traumatismo, en el final. En su caso aparece un S1, que es ser la hija única, y ubica como se va articulando a distintas ficciones, y a la novela familiar. Sitúa un momento 1 del trauma: una fiesta entre sus padres de la que ella queda afuera; allí aparece algo del goce enigmático del Otro, que le resulta insoportable, y su respuesta es gritar, llorar, “arruinarle la fiesta al otro“; el momento 2, sucede en una fiesta en Paris, donde ve a su analista gozando sin la necesidad de su voz ni de su auxilio.
Este analista encarnó el semblante que le permitió creerse la única sin perturbar, durante diez años, ese S1 al cual estaba aferrada -cosa que sí había sucedido con una analista anterior-, expulsándola del análisis. Daiana Ballesteros enfatiza, en este punto, la responsabilidad del analista en el acto de perturbar la defensa. Es en el momento 2, donde la presencia del analista, el cuerpo, hace semblante de traumatismo, y posibilita en el final, perturbar la defensa y dar comienzo al atravesamiento del fantasma.
Al finalizar la exposición, Andrea Perazzo retoma lo trabajado, y enfatiza ubicar el partenaire que conviene a cada analizante, cada vez.
NOTAS
- Lacan, J. Libro 19, … o peor. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012. Pag. 170
- Brodsky, G. “Partenaires”, en Revista Lacaniana N° 13, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Buenos Aires, 2012.