Clase 13 – 29 de octubre 2023
“Posición(es) del analista en la cura. Declinaciones”
Reseña por Magalí Gauna
La clase titulada “Posición(es) del analista en la cura. Declinaciones”, estuvo a cargo de Paula Lagunas, quien bajo dicha premisa articuló conceptos centrales en la práxis finalizando su recorrido con el concepto de “analista ciudadano”.
Introducción
Paula propuso abordar los conceptos posición del analista, responsabilidad del analista en la cura y deseo del analista, en relación a las presentaciones actuales, ubicando de qué escucha se trata en psicoanálisis. Situó así el lugar del analista en las instituciones y los dispositivos.
Práxis. Punto de partida: Freud.
Partoó de la “Conferencia I” de Freud (1916), en la que ubicó relaciones y diferencias entre psicoanálisis y medicina: la praxis del psicoanálisis requiere que sea el paciente quien debe implicarse y ponerse a trabajar. A su vez, el éxito no representa una garantía.
Freud presenta allí las dificultades con las que se encontrará quien se adentre en la práctica psicoanalítica.
Paula recordó el principio que J.-A. Miller expuso en Comandatuba: mientras las distintas terapéuticas apuntan hacia el “eso marcha”, la práctica lacaniana se funda en el “eso falla”. Ese fracaso es la relación a un imposible e indica que “solo hay diferentes modos de fracasar, algunos de los cuales satisfacen más que otros”.
¿En qué consiste una escucha?
En “Consejos al médico” (1912), Freud indica que la escucha psicoanalítica deber ser desde la atención flotante. Plantea el modelo del cirujano, quien deja por fuera de su práctica los afectos y la compasión. Condensa sus indicaciones bajo la idea de “frialdad de sentimiento”. Paula trajo el concepto de “Desapego” de Miller, desde el cual advierte que el analista debe “mantenerse al abrigo del me gustas”. El desapego es la posición que más conviene, puesto que el acto analítico implica despegar el significante del significado, aislando el significante. Es decir, el punto hacia el que “no se sabe lo que verdaderamente quiere decir para el otro”. La docente agregó que el analista debe proceder desde la prudencia, dado que desconoce los efectos que producirán sus palabras.
Acto analítico
Paula se preguntó ¿Cómo orientarnos entonces en los modos de intervenir? Recurrió a “La tercera”, donde Lacan ubica que en todo discurso el semblante tiene la voz cantante y sugiere a los analistas ser más naturales al recibir a un analizante.
Tomando “Introducción al método psicoanalítico”, se recortó que lo esencial es localizar el decir del sujeto en su discurso. Paula situó la intervención que devuelve al sujeto sus propios dichos, introduciendo la pregunta por su posición. En palabras de Lacan “Ud. Lo dice, yo no se lo hago decir”. Miller señala allí que en tanto el analista no interviene como sujeto, ocupa el lugar de semblante de objeto y la interpretación introduce una x que permite que se despliegue la pregunta sobre ¿Qué quiere decir?, poniendo en juego la cuestión del deseo, ¿qué desea decir?
Se aborda el deseo del analista como operación que propicia la operación de separación entre el Ideal del Yo y el objeto a. Lacan explicita en el Seminario 11 que esta operación analítica lleva la experiencia del sujeto hacia donde se presentifica la pulsión.
Según Miller, en un análisis “se disocia el sujeto de lo que se inventó como causa: lo cual lo va a llevar a cuestionar sus valores, su razón de ser, las razones inventadas para justificar su propia existencia”
“Producir nuevos síntomas”
Paula nos remitió al texto “Una rara neutralidad lacaniana”, de Mauricio Tarrab, donde trabaja el concepto freudiano de “neutralidad analítica”.
Luego, tomó una viñeta clínica del artículo “Producir nuevos síntomas”, del citado autor, ubicando las intervenciones y señalando sus efectos.
Posición del analista en la institución
E. Laurent en “Psicoanálisis y Salud Mental” define el concepto de “Analista ciudadano”, lugar que implica salir del clásico diván y participar en los distintos dispositivos escuchando la subjetividad que se pone en juego y dándole su lugar. Se trata de “aliarse con todos los que luchen dentro de la salud pública para construir estructuras menos crueles”, aquellas que dentro del universal del deber ser, le hacen un lugar a la singularidad del goce. El psicoanálisis no se propondrá como una cura para todos, sino como un uso posible, uno por uno.
Frente a la ambición paratodista y universalisante que puede presentarse en algunas instituciones se valoriza la vertiente del no-todo. Debe haber allí un lector, mediador, que permita humanizar el dispositivo, dándole lugar a la palabra. Siguiendo a Freud: para alcanzar la particularidad hay que dejar hablar al sujeto, darle dignidad a su palabra.
Paula finalizó recordándonos que contamos con un terreno fértil a la escucha de la causalidad inconsciente, a los fracasos y soluciones e invitó a defender lo público y trabajar en contra de las formas actuales de segregación, para lo cual, nos recordó, hay que participar, aliarse, dialogar con otros. Estar.
Se invitó a la conversación y al intercambio.