Clase 11 – 18 de septiembre de 2024
Reseña por Florencia Zumarraga
La clase del Seminario estuvo a cargo de Mariella Lorenzi, quien en esta oportunidad se centró en situar las diferencias entre las nociones de síntoma y fantasma. A su vez, su propuesta para este encuentro, fue poner al trabajo qué implica el fantasma en los inicios de un análisis, cómo poder deslindar a partir del relato del sujeto aquello que corresponde al fantasma y al síntoma. Mariella precisa que la distinción entre el binario síntoma y fantasma es una orientación en la práctica. Formalizar la práctica, es decir, hacer clínica nos permite no reducir la escucha a la psicobiografía, a la mera recopilación de hechos de la vida de alguien. Entonces, para esta clase utilizó como material bibliográfico el curso de Miller, Del síntoma al fantasma. Y retorno, principalmente los primeros dos capítulos.
Una primera diferenciación que transmite Mariella, el final de un análisis se relaciona con el atravesamiento del fantasma en cambio, la entrada en análisis es posible ubicar la precipitación del síntoma.
Por otro lado, si bien síntoma y fantasma indica Miller son dos modos de goce del sujeto, el síntoma se trata de una forma de goce en el displacer y el fantasma una forma de goce en el placer. Esencial diferencia clínica donde se enlaza el síntoma al displacer en la medida en que se presenta como un estorbo, un obstáculo e implica un sufrimiento. El fantasma por el contrario, dirá Miller “está en un lugar aparte”, no es aquello que se interpone al sujeto en su camino. Podríamos agregar, el sujeto no está advertido de su fantasma, se mantiene oculto a diferencia del síntoma que es aquello que no marcha y deviene imposible de ocultar. El sujeto se queja de su síntoma, de lo displacentero mientras que se complace en el fantasma, encuentra un alivio, un consuelo.
Mariella recupera de la primera clase del Seminario, Del síntoma al fantasma. Y retorno, que el fantasma radica en una problemática ética y por su parte, el síntoma versa en una problemática terapéutica. El fantasma convoca un asunto ético porque los fantasmas en las neurosis suponen aquello del orden de lo prohibido, mal visto, frases paradójicas. La terapeútica implica un tratamiento, el síntoma es algo a tratar, a aliviar.
Cabe mencionar, una aclaración que señala Mariella, en el francés no hay una diferenciación en el término para fantasía y fantasma. En esta clase, se hace hincapié al fantasma en términos generales, como fantasía. El fantasma si se circunscribe al fantasma fundamental, alude a una construcción en análisis, una frase impersonal que no posee género. En el trabajo analítico se depuran las fantasías hasta recortar la frase del fantasma fundamental.
En la clase 2, titulada “Variaciones sobre Diana y Actéon”, Miller añade una diferenciación entre el síntoma y el fantasma en torno a los tiempos lógicos. El fantasma tiene la estructura temporal del instante de ver y del lado del síntoma podríamos ubicar el momento de concluir. El fantasma adquiere la estructura del instante porque es como una foto, aquí se hace hincapié en el ver por la dimensión imaginaria.
Mariella menciona de este capítulo cómo Miller utiliza la historia de Diana y Acteón para trabajar lo que implica el encuentro con el deseo del Otro. El fantasma es lo que se construye como defensa para soportar el deseo del Otro, es lo que permite negar esa falta. Miller propone pensar el encuentro entre Diana y Acteón de tres maneras distintas en función si se trate de un sujeto fóbico, histérico o neurótico obsesivo. Así se introducen tres modos de defensas distintos frente al enigma del deseo del Otro. En primer lugar, si Diana fuera fóbica desarrollaría una fobia a los perros evitándose de esa forma el encuentro con la mirada de Acteón. Distinto hipotetiza Miller, sería el caso si Diana fuera histérica. Se presentaría desnuda, haciendo de su cuerpo un valor fálico para el Otro, pero al encontrarse con la mirada de Acteón le haría pagar por insolente. Su respuesta sería buscar la manera de denunciarlo para que se respeten sus semblantes. Por último, la respuesta de Diana si se tratara de una neurosis obsesiva sería arrojar los perros a Acteón cuando se encuentre a tres kilómetros. Es decir, anticipa la aparición del deseo. Se defendería del deseo del Otro estando abocada al cuidado de los perros, la caza.
Con posterioridad en el desarrollo de la clase, Carina comparte la lectura de un caso clínico. En la conversación, se intenta puntualizar cómo recortar elementos del discurso del paciente en los comienzos de un análisis que nos indiquen acerca del fantasma y el síntoma. En el material que transmite Carina, es posible situar que el síntoma en sentido práctico se lee en el pensamiento, las dudas del paciente. Mientras que el fantasma puede ser localizado a partir de un sueño que se reitera, donde lo que se recorta es el temor a ser devorado por el Otro, se van señalizando también las torsiones gramaticales en torno a este sueño. El caso resulta ilustrador en el punto que muestra cómo el sujeto es el director del fantasma y también es el guionista, es la víctima, el victimario, se intercalan esos lugares. Por último, en la conversación posterior a la lectura del caso se precisa que el fantasma se perturba, se desmantela pero no se interpreta. En la medida en que interpretar el fantasma implicaría consistir una significación fija. Paula Vallejo introduce una pregunta acerca de cómo nominar la intervención sobre el fantasma si no es la interpretación. Se bordea acerca de la operatoria de trabajar sobre el losange entre el sujeto y el Otro, es decir de qué manera separar el objeto de la vertiente de tapón de deseo del Otro.