Clase 4 – 15 de mayo de 2024
Reseña por Luciana Gusmerotti
La clase estuvo a cargo de Mariella Lorenzi, quien abordó el tema de la interpretación en la primera enseñanza de Lacan.
Comenzó señalando la interpretación propia del psicoanálisis, diferenciada de la que abordan otros discursos, centrándose en la conceptualización desde la primera enseñanza de Lacan y orientando su clase con el objetivo de pensar la interpretación desde la perspectiva de los problemas de la práctica, es decir, cómo la interpretación en tanto acto del analista, a veces nos complica en la práctica misma a los analistas y destacando la importancia del control allí.
Mariella plantea a los analistas como grandes preguntadores, que en el intento de cernir el detalle intervienen de distinta manera, aunque no sean propiamente interpretaciones. El analista busca preguntando que aparezca la grieta por donde entrar, escuchar la rareza, lo discordante.
Así ella utilizará la metáfora del “analista mosquito”, como aquel que se va acercando, rondando, molestando hasta que cuando puede pica, pero señalará, no lo hace en cualquier lado sino según una orientación, pica donde hay una herida, lo cual permite pensar hacia dónde se dirige la interpretación.
Señalará tres preguntas para pensar la interpretación como acto del analista:
- ¿Cómo se interpreta?
- ¿Desde dónde se interpreta?
- ¿Hacia dónde se dirige la interpretación?
Tomará el Grafo del Deseo para ubicar la interpretación allí, para situar desde qué lugar el analista interpreta (2) y hacia dónde se dirige la interpretación (3)
Indicará en el primer piso del grafo, el inicio que va del $ como sujeto mítico, de la necesidad, en su encuentro con el A completo, el Otro del código, y al síntoma s (A) como la significación del A. Situando en este primer piso, el del eje significante, a la cadena de los enunciados, lo que el sujeto dice en un análisis, para poder pensar desde dónde interviene el analista cuando interpreta, en tanto es la puntuación del A lo que va a ir ubicando el síntoma del sujeto s (A) en un análisis, teniendo en cuenta la primera enseñanza de Lacan. En algunos casos, entonces cuando la interpretación es entendida como puntuación en relación al síntoma, el analista intervendría desde allí. Ubica también en este piso la relación imaginaria del yo con el semejante i(a), lo que puede significar un problema cuando el analista se ubica allí para intervenir.
Situará en el segundo piso del grafo el S ( A ), ubicando al trauma aquí, como un acontecimiento que deja como resultado la marca significante de la falta del Otro, marca que viene a descompletar al Otro que no tiene el significante para nombrar ese acontecimiento, por ello Lacan lo nombra como un agujero en la significación, una herida. Ubica también aquí al fantasma ($◊a), al deseo d y a la pulsión ($◊D).
Así Mariella señalará, que el grafo nos permite distinguir -teniendo en cuenta la cadena del enunciado en el eje del significante y la cadena de la enunciación en el eje del goce- que el “analista-mosquito” no pica en cualquier lado con su interpretación, sino que según qué concepción se tenga de la interpretación será el lugar a dónde se dirija la misma.
Ella ubicará que para que aparezca el inconsciente, debe producirse un intervalo entre la cadena del enunciado y la enunciación, entre los dichos y el decir, entre lo que alguien dice y desde dónde lo dice.
Miller en La Fuga del Sentido, Pág. 262, plantea a la interpretación en relación a los tres registros, si la interpretación del analista predomina en el registro de lo imaginario va a producir efectos de rivalidad, agresividad, enojo en los casos de neurosis -aunque en el caso de las psicosis pueda significar y posibilitar un sostén, un lazo con un semejante que no es un rival-. En cambio, la interpretación simbólica trae paz, dirá Miller, porque en tanto se interpreta como A produce alivio, porque permite el despliegue del segundo piso del grafo, donde aparece el inconsciente y en tanto se dirige a lo que Lacan llama la verdad analítica. Miller agrega otra interpretación posible orientada a lo real, que se ubica en relación al trauma y nombra al analista como pesadilla, en tanto despierta y genera el efecto de algo que resuena y frente a lo cual no se puede volver a dormir.
Mariela situará otro eje fundamental para pensar la interpretación como acto analítico, en relación a la importancia de la práctica del control en nuestra formación, a los fines de situar la lógica del caso y entre otras importantes cosas, permitir poner en forma el acto analítico para poder interpretar. Traerá lo que Christiane Alberti nombró como las oportunidades del acto analítico. El control tiene que brindar la posibilidad de reflexionar sobre el propio acto, lo que se va a controlar es lo que uno hizo, lo que no hizo, o el por qué de ese modo?.
Enumerará diversas presentaciones de los analistas al momento del control, que entiende como problemas inherentes a la práctica misma de los analistas, señalando que hay quien puede presentarse inhibido frente al acto, o por el contrario con un activismo desmedido, o muy enamorado del caso o con un ferviente rechazo frente al mismo, o atemorizado porque supone que el paciente está en riesgo o ansioso buscando efectos rápidos que no llegan, o desorientados o empantanados en el caso…, todos ellos problemas que dan cuenta de aquello que empaña la posibilidad del acto para el analista.
Entonces, interpretar es poder hacer una lectura, y de allí la importancia del control que permite, siguiendo otra metáfora, funcionar como “desempañador”, despejando aquello que empaña y posibilitando la lectura del caso. Se trata de leer en lo que escuchamos, es una lectura entre líneas de los enunciados del paciente, para lo cual hay que tomar distancia de los enunciados y para ello hay que tener una orientación. La interpretación es sin reglas para Lacan, pero no sin principios.
Entre las referencias que nos trajo, situó lo que Lacan dice en La dirección de la cura, en tanto aquello que la interpretación no es, ni como explicación, ni como respuesta a la demanda y situará que debe ser alusiva y apuntar a la nada. “La interpretación tiene que recobrar el horizonte deshabitado del ser para recuperar su virtud alusiva”, apuntando a la falta en ser, a nivel de la enunciación. La interpretación tiene que lograr “descifrar la diacronía de las repeticiones”, el analista debe estar en atención flotante escuchando qué es lo que se repite para buscar el elemento faltante, que permita localizar la verdad analítica.
En la primera clase del Seminario 10 Lacan dice que la interpretación tiene que ser como un relámpago, “es lo que hace surgir lo que es posible captar más allá de los límites del saber”, lo que permite ir más allá del saber yoico hacia la verdad analítica.
En Un Esfuerzo de Poesía, Miller habla de la desaparición de los oráculos, y sitúa que la interpretación tendría que recuperar algo del valor oracular de la palabra, con las características de ser breve, enigmática y como un decir plegado.
Para finalizar Mariella volverá sobre el control como aquello fundamental que incide sobre la posibilidad que tiene un analista frente a un caso de escuchar y de leer entre líneas, tirando abajo ideales, desarticulando prejuicios del analista, o sea, limpiando el terreno para que el acto analítico sea propicio.
Para poder pensarlo clínicamente, Mariella nos compartirá situaciones de su propia práctica de control, mediante la cual situó la dificultad a la que se enfrentaba al tomar la demanda de los pacientes de manera literal. Recortó mediante un caso, que aun sabiendo que el abc del psicoanálisis es que no hay que responder a la demanda, se encuentra llevada a un control sintiéndose responsable de tener que responder algo, frente un sueño de una paciente sitúa no saber qué decirle a la misma, la controladora le muestra cuan pegada estaba ella a los dichos de esa paciente, sostenida la analista en la creencia de que la paciente tenía que hacer lo que efectivamente la misma decía que el sueño le revelaba referido a la dificultad de “soltar” una relación. El control le permite situar, que a pesar del saber que tenía sobre la teoría, ella creía en los enunciados de la paciente y no estaba apuntando así a la enunciación. Era necesario instalar ese intervalo, apuntando a lo que el enunciado oculta disimulando la enunciación, para lo cual ella extrae como enseñanza reveladora de ese control “siempre es mejor desconfiar de lo que el paciente dice”, en tanto que el sujeto desconoce su problema y lo que aparece como tal muy probablemente sea una solución. El síntoma trae aparejado una satisfacción de la que el sujeto no se quiere desasir tan fácilmente, por lo tanto hay que apuntar a aquello que la paciente gana con el goce del síntoma.
Mariella compartió también una viñeta clínica sobre un caso, para pensar que el acto analítico no está asegurado, la interpretación es sin reglas ni protocolos y por ello no existen garantías sobre qué es lo que funciona como una interpretación ni de cómo interpretar para el analista, pero destacando que sí podemos pensar desde y hacia dónde apuntaría la interpretación. El saber teórico en la clínica no alcanza, debemos destacar por eso mismo la importancia del control, así como el propio análisis.
Para finalizar, se abre la clase a las intervenciones de los asistentes.