Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Seminario Introducción a un discurso del método analítico- Clase 5- 2024

Clase 5 – 5 de junio de 2024

Reseña por Tomás Perkins

En esta ocasión, para dar inicio a la segunda parte del programa: “El problema de Lacan: la articulación entre significante e investidura”, la clase titulada “La piedra en el camino de la palabra” estuvo a cargo de Silvina Molina. Aborda primero la operación reducción, para luego desarrollar el problema de Lacan, siguiendo la puntuación del programa, que va de la alegoría a la lógica.

Silvina Molina indica queen El hueso de un análisis Miller va a abordar el problema de Lacan -la articulación entre significante y goce- con un método de oposición: por un lado la amplificación significante y por otro lado la reducción; elevando a la categoría de un concepto la operación reducción.

La amplificación nos muestra que en el lenguaje hay un poder esencial de multiplicación de significantes idénticos. A partir de un poema de Drummond de Andrade, Miller muestra la amplificación significante: basta con repetir algunas palabras y se forma todo un poema. Cada repetición da un nuevo sentido, es un decir sin variación. El lenguaje consigue esa potencia de amplificación en el plano del sentido, del sonido y de la referencia.

A la amplificación significante, Miller opone la reducción. El bien decir analítico va a apuntar a esta operación de reducción. Esta operación va a incidir sobre el sujeto, va a ser una reducción subjetiva. Y lo hace mediante un análisis textual, sobre el poema subjetivo; análisis que tiene por efecto extraer el elemento patético, a fin de destacar el elemento lógico.

Distingue dos vías de la operación reducción: la significante y otra. Diferenciando a su vez tres mecanismos de la reducción significante: -repetición, -convergencia y -evitación.

1)Repetición. Cuando llega un paciente lo invitamos a hablar libremente de todo lo que se le ocurra, pero lo que escuchamos es la repetición de lo mismo. La repetición conduce a una operación reducción. Lo ideal es que se produzca una formalización de eso, que llamamos reducción proposicional: f(x). En la x tenemos la variable, pero la f (función) es siempre la misma. Así conseguimos la reducción de todo lo que se repite a una constante, al captar la función en relación a la cual existen las variables.

2) Convergencia. Se trata de localizar un significante amo con el que el sujeto hace su destino. Este significante amo, en tanto todo lo que dice converge en ese significante, se produce por el lado del analizante o por el lado del analista.

Agrupa a la repetición y a la convergencia como reducción a lo Simbólico. Mientras que la evitación la localiza como reducción a lo Real.

3)Evitación. Es un concepto que viene en oposición a la repetición y a la convergencia: lo que el sujeto evita hablar, lo que bordea y no dice. Si bien es opuesto a la repetición y a la convergencia, no hay otra forma más que contornear con ellas lo que se evita. Dice Miller: “La emergencia de lo imposible a partir del azar. (…) en tanto existen sucesiones que no pueden aparecer, como si la máquina significante las contornease. (…) el hueso de esa máquina significante, el residuo imposible de la función de repetición (…) como si lo más importante a repetirse fuese la evitación (…) de una frase que modula la elección del sujeto sin que él lo sepa y a largo plazo”.

Entonces, son tres reducciones significantes, pero que van a funcionar de borde a otra reducción, que se trata del factor cuantitativo.

En la articulación entre el significante y la investidura libidinal va a haber siempre un hiato. Si bien uno puede tener un cálculo del significado del sujeto, nunca va a tener un cálculo de la libido. Este otro plano de la reducción obedece a un régimen diferente: el factor cuantitativo; reducción que supone la desinvestidura de las articulaciones significantes. Entonces, ¿cómo puede el sujeto desprenderse del goce que lo detiene en tres lugares?, ¿cómo franquear lo Imaginario, cómo hacer caer una identificación fálica, cómo atravesar el fantasma?, ¿alcanza con la reducción significante? Lo que tienen en común estos tres lugares es una ‘x’ que se presenta bajo la forma de sentido gozado. El sentido gozado es la investidura de la significación, una de las siete soluciones que Miller encuentra al problema en la obra de Lacan.

Volviendo a la pregunta de cómo se articulan significante y goce, en Freud había una respuesta: la pulsión, que funciona como interfaz entre lo somático y lo psíquico. Pero el problema que encuentra Lacan a esa interfaz es que es un mito. En cambio, propone el síntoma como aquello que conecta entre el significante y el cuerpo. El síntoma es Real. El hueso de la cura va a ser el síntoma.

A partir de Miller en El partenaire-síntoma, Silvina destaca que el síntoma del que se trata es un síntoma que habla, pero hay un hueso, un obstáculo; la piedra en el camino es la alegoría de aquello de lo que se trata en un análisis. En la clase El hueso de una cura nuevamente toma el poema que “enuncia de una manera impersonal (…) que había una piedra”, y que es justamente la repetición significante la que “convoca al sujeto para que se ubique (…) frente a ese obstáculo infranqueable, que lo obliga (…) de una manera inconsolable a la repetición, la evidencia de esa presencia que no cambia”. Precisa que cuando Miller dice ‘piedra’ está diciendo ‘hueso’. Cita: “La piedra (…) es sin por qué”. Es “un pedazo separado de la tierra”, es la tierra que “dice que no”. Es “la piedra de la palabra. (…) de qué modo el significante (…) vuelve imposible el movimiento”. La piedra es el objeto “que hay en todo camino de la palabra”.

En el camino de la palabra está la piedra y es justamente ella la que nos orienta. Hay que poder hacer de la piedra un síntoma; hacer de esa piedra un obstáculo para el sujeto. “Lo que nos orienta es que en el camino de la palabra hay un hueso, y que su palabra va a dar vueltas en espiral alrededor de este hueso para ceñirlo cada vez más hasta conseguir esculpir esta piedra”. Entonces, “el hueso es una especie de piedra (…) que está en el cuerpo”.

La primera vez que Lacan localiza este tema, ubica como el hueso de una cura: la muerte. La muerte va a aparecer como la función de la verdad. El hueso en este momento es una “verdad inmóvil y dura”. Se trata de un primer Lacan que hizo de la muerte el hueso, “al teorizar el fin de un análisis como la asunción de la muerte. (…) vivir la vida con la anticipación lúcida de la muerte. (…) es realizarse como sujeto del significante, (…) como ya muerto”. En el medio del camino, entonces, está la muerte.

Pero ya cuando Freud hablaba de la roca viva de la castración, su roca no tenía nada que ver con la muerte, sino con la asunción del sexo. Para Freud “en el camino analítico de la palabra hay una piedra de palabra que tiene que ver con el sexo”, no con la muerte.

A continuación, Silvina distingue dos patas en el problema de Lacan. Una pata del problema es la investidura libidinal -la articulación significante/goce- y la otra es la desinvestidura -la separación-. Subraya que para entender cómo desinvestir algo, tenemos que ver cómo se invistió. El primer Lacan va a intentar dar una solución presentándonos el estadio del espejo. ¿Cómo se inviste algo? Lo que atrae la libido es la imagen.

Necesitamos hacer una articulación, porque el Psicoanálisis opera con el significante sobre el goce, pero son materiales diferentes.

El problema de la conexión del significante y el goce tiene varias soluciones, que enumera a continuación y nos sugiere profundizar en Donc de Miller.

I) La primera forma que va a tener de articular estos dos órdenes heterogéneos es oponiéndolos. Va a oponer el orden Simbólico a lo Imaginario. Se trata de una relación en cruz.

II) En su Seminario La relación de objeto, deja esta oposición en cruz entre goce y significante. Y va a decir que en realidad son dos paralelas. Acá surge un problema que es el falo. La relación de objeto va a aparecer ordenada según un objeto aparte: el falo. Va a unir las dos paralelas con el falo, ‘a caballo’, entre lo Imaginario y lo Simbólico.

III) Luego define al falo como un Jano. Va a seguir ubicado entre Imaginario y Simbólico. Al definirlo como un Jano tiene, por un lado, un efecto de significación propio de la metáfora paterna, pero por otro -y acá empieza el problema- es también un significante.

IV) Contemporáneamente, va a pensar al falo como un algoritmo. Aparece el estatuto del goce imposible de negativizar. Cómo el significante de la operación transforma una cosa en significante: el significante mata la cosa, ¿pero cómo mata la cosa el significante? La respuesta de Lacan va a ser el falo como algoritmo. Hace falta la anulación del falo imaginario para que surja el falo simbólico (-ϕ→Ф). “El falo es la operación de desaparición y de elevación a significante”. Se trata para Lacan de “la instauración del sujeto por el significante”. Silvina resalta que repetimos mucho ‘el significante mata la cosa’, para señalar la importancia de completar la segunda parte de la frase, que es que ‘hay una condición de complementariedad’. Por un lado hay algo que se mata, pero por otro lado hay algo que surge. Es el falo (Ф) en tanto significante de la libido.

V) En La subversión del sujeto,Lacan inventa lo que llama “la significación del goce”. Ahora va a intentar dar cuenta de esa complementariedad. Esta operación va a consistir en mostrar que hay un lugar en el orden significante donde hay una falta, y que en ello se va a alojar otra cosa, que es el goce. Intenta mostrar la correlación entre el surgimiento del sujeto y ese elemento de goce que lo complementa.

VI) En el Seminario XI y Posición del inconciente. Retoma el problema bajo la forma de la teoría de los conjuntos. Esta teoría tiene dos operaciones: la unión y la intersección, que Lacan toma para solucionar este problema. Se va a servir de la unión para dar una representación elemental de la instauración del sujeto por el significante y luego de la intersección para mostrar cómo funciona la condición de complementariedad, surgida a partir de la instauración. Toda instauración del sujeto por el significante se paga con un resto, un resto de libido que queda afuera, es lo no instaurado por el significante. Observamos cómo el problema es mostrar que la instauración del sujeto por el significante nunca es total.

Hasta acá Lacan venía articulando el sujeto con el falo ($◊Ф); para luego ir dejando el falo y llegar al objeto ($◊a). La concepción conjuntista va a hacer surgir la pérdida, el objeto perdido.

VII) Llegamos al fantasma, la solución práctica que Lacan logra. Por un lado vamos a tener al sujeto que va a provenir de la articulación significante y por otro lado el a, escritura de Lacan del factor cuantitativo.

Entonces, el fantasma va a tener algo de imaginario -es una escena-, o sea que va a validar la posición primera de Lacan: que la imagen atrae libido; pero al mismo tiempo va a incluir una función simbólica -es un guión, una frase que se modula, se oculta, se evita decir-; y el significante está completado por una cantidad libidinal que en este momento va a llamar -plus de gozar-.

Finalizando la presentación se abre un espacio a interrogantes. De allí destaco el siguiente comentario de Paula Vallejo que enmarca la presentación en las coordenadas del Seminario Introductorio: advierte que la presentación de Silvina es el movimiento de la enseñanza y las versiones estructurales de lo que nos preguntamos clínicamente: ¿Cómo operar en Psicoanálisis? Para que haya un campo de operación, tiene que haber una investidura, una conexión entre significante y goce, y después lo que el análisis produce es ese desinvestimiento o desconexión. En el recorrido llega finalmente al fantasma, que Miller denomina “la más bella solución” a la relación entre significante y goce. En el fantasma tenemos los dos componentes heterogéneos: por un lado el sujeto del significante, por otro lado la carga libidinal. El Psicoanálisis no es solamente una experiencia de la palabra; también hay un hueso, un real, que no se puede eliminar, que se bordea, ese real que hace que uno de vueltas y vueltas con la ficción, que genere el recorrido del sentido para poder cernirlo.