Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Seminario: Leer a Lacan- Clase 15

Clase 15 – 1 de noviembre de 2023

Reseña por Lucía De Gaetano

En esta clase Paula Vallejo nos propuso abordar el apartado “Post Scriptum” del texto “De una cuestión preliminar…” bajo la luz de una intervención de Miquel Bassols, realizada en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, con el objetivo de tender un puente hacia la lectura de la clínica contemporánea.

En esta conversación Miquel Bassols plantea un enfoque novedoso sobre el Post Scriptum leyéndolo desde la última enseñanza de Lacan y tomando el aporte el texto de Miller “Efecto retorno sobre las psicosis ordinarias”, bajo la perspectiva de abordar a las psicosis ordinarias como un método de investigación para así realizar una lectura sobre la clínica y la subjetividad de la época.

Esta propuesta permite un corrimiento de la rigidez de la clínica binaria clásica determinada por la presencia o ausencia del Nombre del Padre, para inaugurar una clínica que no se ordena por una lógica de frontera sino por una lógica de litoral, en donde se da lugar a leer la clínica bajo diferentes modalizaciones posibles.

Desde este nuevo paradigma, cada caso se abordará desde su singularidad y será la psicosis y no la neurosis, la que se acercará a la normalidad cobrando un mayor relieve en la práctica el manejo de la transferencia.

En esta perspectiva puede leerse que el Nombre del Padre no tendrá el peso de un nombre propio sino de un predicado. Es así, como puede leerse la clínica bajo la lógica de las suplencias posibles lo cual conducirá a una clínica de la pluralización de los Nombres del Padre.

Retomando la ponencia de Bassols, Paula rescató que la hipótesis en esta lectura es que en el texto del Post Scriptum están “las semillas” para considerar el salto que dará lugar a la clínica de los anudamientos. Siguiendo a Bassols, este apartado es heterogéneo al resto del texto, y postula que hay una suerte de interpretación de Lacan sobre su propio texto “De una cuestión preliminar…”, dándose una suerte de un “Lacan contra Lacan”, donde éste corrige cierta lectura segregacionista que ya intuía que se podía estar desprendiendo de su texto.

Paula extrajo dos puntos principales de la ponencia de Bassols: la cuestión de la causalidad significante y lo que él va a llamar una mirada sobre la subjetividad de la época.

En relación a la causalidad significante, Bassols pone el foco en la idea de causalidad. En la transmisión clásica, la forclusión del Nombre del Padre era la piedra angular del texto, funcionaba como argumento para sostener la supuesta “causalidad psíquica “de la psicosis. La forclusión del nombre del padre en lo simbólico era una llave para todas las cerraduras, en tanto concepto explicativo que permitía comprender fácilmente cómo operaba la cuestión de los desencadenamientos. Se relacionaba a la psicosis con la ausencia del Nombre del Padre, lo que condujo a cierta condescendencia por parte de los analistas con la psicosis, concibiéndola en términos de déficit simbólico. Sobre esta concepción, Bassols resalta que no habría nada más lejano en la enseñanza de Lacan. Si se lee el Post Scriptum desde la última enseñanza, esa posición se desvanece por completo, más aún desde la perspectiva de la psicosis ordinaria que introduce Miller.

Lacan alerta al psicoanalista respecto de esa suerte de segregación del sujeto psicótico que se produciría a partir de los propios prejuicios del analista con respecto a la realidad y al buen orden, por creerse éste “en posesión de una idea adecuada de la realidad ante la cual el paciente se mostraría desigual”. Se alerta de esta manera frente a la posibilidad de la segregación de la psicosis no sólo entendida como un déficit orgánico sino también como un déficit simbólico.

Se propone que sería más adecuado que el analista “ponga en suspenso” su idea sobre los fundamentos de la psicosis incluso sobre la causalidad de la psicosis porque esta idea es siempre tributaria del principio de realidad y del buen orden desde el que cree escuchar al sujeto. Además Lacan propone un desplazamiento muy importante que pasa de la cuestión del problema diagnóstico y los fundamentos de la causa de la psicosis a la cuestión del tratamiento y la transferencia.

Lo que va a plantear Lacan en el Post Scriptum es que es la transferencia lo que está al principio del desencadenamiento en la psicosis. En lo referente a la psicosis, Lacan nunca hablará de causalidad en este texto.

No se trata de los fundamentos biológicos o psíquicos de la psicosis sino de la transferencia misma en la génesis del desencadenamiento de la psicosis. Es decir, no se trata del orden de la causalidad. En el Seminario 3, Lacan alerta sobre esa lectura precipitada de la causalidad como normalidad, vinculada al criterio de realidad del neurótico y enfatiza más bien los encuentros casuales y ubica a la transferencia como un encuentro fortuito con el Otro (por ejemplo Schreber con Flechsig), pasando de la causalidad a la casualidad.

De este modo puede ubicarse que si no hay causalidad normativa, hay una pluralización de los Nombres del Padre, ordenaciones posibles para considerar la clínica de la singularidad en la psicosis. Este desplazamiento producido da pie al estudio de la transferencia en la psicosis.

Entonces, ¿cuál sería el valor de este Post Scriptum según esta lectura?

El mismo Lacan dice que el fracaso de la metáfora paterna “es el efecto que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis”.

Lacan podría haber escrito la palabra causa pero no escribe causa sino efecto, punto de apoyo para una lectura totalmente distinta a la Cuestión preliminar. Si hubiera escrito la palabra causa entenderíamos muy bien el texto como lo entendimos en esa lectura anterior, porque de entrada no se entiende que la forclusión del Nombre del Padre y el fracaso de la metáfora paterna sean un efecto que da la psicosis su condición esencial con la estructura que la separa de la neurosis

Se arriba así a las siguientes conclusiones:

1- La forclusión no es la causa, es el efecto.

2 – Si en algún lugar tenemos que situar la causa es más bien en la transferencia. El sujeto puede hacer un llamado al Otro en donde no encontrará ese significante para dar significación a lo que le ocurre. Así, el desencadenante más que la causa, habría que situarlo en ese llamado al Otro. No estamos en el orden de la causalidad, estamos en el orden del desencadenamiento fortuito, del azar. Bassols sostiene que Lacan no es causalista sino que es efectista, sin una ley causal determinada.

3 – Paula subrayó que Bassols postula “dejemos vacío en lugar de la causa sin llenarlo con una perspectiva que sería siempre determinista y ordenada según el criterio de realidad que el analista pueda tener”.

Entonces siguiendo al pie de la letra la lectura “De una cuestión preliminar…” tenemos el efecto de la llamada del sujeto al Nombre del Padre en el lugar del Otro. La causa, de estar en algún lado, está en el momento de esa llamada y es una causa que siempre cojea -como dirá Lacan- que no es lineal. En este punto, Paula resaltó la importancia de introducir la cuestión de la insondable decisión del sujeto.

Para Bassols, por una parte, es nítido pensar que hay una separación neurosis-psicosis. Sí hay una frontera, que es ese efecto que llama forclusión, pero Lacan no escribe que hay la estructura de la neurosis y hay la estructura de la psicosis, dice que hay una estructura que separa neurosis y psicosis y él encuentra acá también un punto, una semilla, para introducir que Lacan está pensando en una idea de estructura diferente, que va a plantear que la estructura es lo real. Entonces, siguiendo esta línea, la forclusión sería un efecto de esta estructura “que se hace luz en el lenguaje”, o sea que se constata a partir de ciertas contingencias, de ciertos encuentros con lo real que suponen siempre una elección del sujeto, una elección que no está determinada de entrada por la estructura, insondable decisión del ser del sujeto de su posicionamiento en la estructura.

Al otro punto abordado en la clase, Paula lo titula “Atalaya sobre la subjetividad de la época”. Atalaya es un término que usa Lacan en este texto, es un lugar alto desde el cual se puede ver a lo lejos.

Bassols subraya que en este texto Lacan habla de la subjetividad delirante del mundo contemporáneo; habla de la subjetividad científica; habla del discurso delirante sobre la libertad y habla de la psicosis social, término que provenía –dice- de Blas Pascal y su famoso aforismo: “los hombres están tan necesariamente locos que sería estar loco de otra locura no tener la locura de todos”.

Lacan está ubicando en el Post Scriptum al sujeto delirante como un sujeto de enunciación desde el que puede leerse algo de la subjetividad de la época. Lacan toma aquí a la civilización misma como un sujeto. Se ubican en el texto “De una cuestión preliminar…” consecuencias para la política del psicoanálisis en relación a una advertencia sobre el prejuicio y sobre la segregación que ejerce el analista y va a detenerse a considerar la subjetividad de nuestro tiempo según tres rasgos: el discurso sobre la libertad, que es la vertiente más política del sujeto contemporáneo; el determinismo como discurso sobre lo real extendido al azar, que corresponde a la ciencia y a la ley del azar como determinista; y el tercer elemento es la creencia como fenómeno irreductible.

Pueden resumirse entonces en los siguientes tres puntos: política, ciencia y religión, los cuales son tres ideales a la vez que tres modos de la forclusión como efecto estructural, que va a la par del declive de la función paterna en nuestra civilización.

Bajo esta lectura de “De una cuestión preeliminar…”, Bassols extrae algo muy sugerente respecto de lo ordinario de la psicosis en la subjetividad de la época. Es decir, cómo se manifiesta en la época el paradigma psicótico, evidenciándose en el pasaje que va de la normalidad neurótica en relación al Nombre del Padre a la declinación del Nombre del Padre y su consecuente pluralización y a la psicosis como en la norma. Bassols se pregunta acerca de dónde leemos lo ordinario de la psicosis en el texto y sitúa que será en lo que Lacan nombra bajo el término “compatible”, ahí donde nos permite reconocer una compatibilidad de la psicosis con lo que llamamos el buen orden social. Según puntuó Paula, situar una psicosis compatible con el buen orden social es una manera de introducir otra lectura de la psicosis, que ya no es la que rompe el orden socia,l como la psicosis extraordinaria.

De este modo, Lacan no solo advierte contra la segregación que el propio analista puede hacer de la psicosis sino que además está introduciendo una lectura de la subjetividad de la época ligada a lo que llama psicosis social.

Retomando los tres puntos: política, ciencia y religión, ¿cómo se detecta esto en la política? En un declive cada vez mayor de la autoridad, el declive de la autoridad que se manifiesta en el recurso constante a la legalidad; la autoridad paterna se suplementa con figuras de lo jurídico. Respecto de la ciencia, Lacan se va a referir a la ley de causalidad determinista y que en la ciencia opera una forclusión del sujeto. De esta forma situar la causalidad en la genética, en la biología o en la metáfora paterna es igual de delirante que el delirio del propio Schreber. Pone en la misma serie segregativa el supuesto avance del psicoanálisis al ubicar la causalidad significante. En cuanto a la religión, encontramos el empuje del sujeto delirante en la actualidad en un retorno a la creencia en el significante bajo la forma del Uno solo, en el Islam, por ejemplo.

Estos son tres ideales sociales de la civilización que Lacan considera en este Post Scriptum como una suerte de forclusión generalizada, como ideales que forcluyen la singularidad del sujeto. Se ubica como problema el hecho de que son cada vez más normales, que están aceptados cada vez más como un argumento de normalidad para implicar y explicar nuestra realidad. Es decir, forcluyen al sujeto y a la vez se ofrecen como suplencia, como estabilizadores de este sistema y por esa vía empezamos a vislumbrar la normalidad de las psicosis ordinarias en relación a lo compatible con el buen orden social. Ya no son psicosis desencadenadas ni desencadenables en el sentido clásico, se apoyan en los ideales de la época como estabilizadores de la forclusión y llegan a poder producir el disparate más grande que pasa por normal y de esta manera se apoyan en estas respuestas para que no responda el puro y simple agujero del desencadenamiento psicótico, que está recubierto, produciéndose únicamente signos discretos. Es a estos signos discretos a los que el analista de nuestra época debe estar atento.


REFERENCIAS