Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Conferencia de Apertura del SCF Curso 2020, “El inconsciente freudiano, el nuestro y el actual”

Leonardo Gorostiza

Paula Vallejo: -Buenos días, esperamos que ingresen todos y empezamos. A todos los que están, les doy la bienvenida para este curso 2020 del Seminario del Campo Freudiano, que este año hemos titulado “El inconsciente freudiano, el nuestro y el actual” Estamos a punto de adentrarnos en una experiencia inédita de la que sólo podremos extraer sus efectos posteriormente y luego de un largo recorrido, y no sólo por la conferencia que vamos a escuchar, -de la que no tengo dudas que va a dejar sus marcas para orientar el trabajo del año-, sino fundamentalmente por la modalidad virtual de este trabajo que hemos debido implementar como regla, en estos tiempos de aislamiento.

Con mayor o menor esfuerzo cada uno y enfrentando las dificultades hemos tenido que aprender rápidamente a manejar el ABC del mundo digital y creo que hoy todos los que estamos acá, hemos tomado la decisión de seguir apostando por la formación y mantenernos en relación a la transmisión de una enseñanza, la del psicoanálisis de la orientación lacaniana. Lo que está sucediendo afuera nos afecta a todos en todas partes, en todo el mundo, es serio. A todos nos afecta de distintas maneras y nos hace presente a cada momento, la inconsistencia del Otro. Lacan llegó a decir que el Otro no existe, tal vez por eso estamos hoy acá, para intentar hacer existir lo que nos causa. En esta ocasión, para hablar del inconsciente que, -como decía Lacan-, es del orden de lo no realizado. Esa falla, esa fisura, que nos pone como seres hablantes una y otra vez frente a la experiencia de un real. El título del curso anticipa entonces un recorrido; el inconsciente freudiano, aquel de las formaciones del inconsciente, sueños, lapsus, chiste, el de Lacan, al que aludimos con el significante “nuestro”, tomado de una de las clases del Seminario 11 y el actual. ¿El actual? Nos permitimos jugar un poco con los nombres para introducir una tensión fructífera en torno a la actualidad del concepto de inconsciente y poder diferenciar el trabajo con el inconsciente que supone nuestra práctica clínica lacaniana de cualquier otra psicoterapia, e incluso de lo que postulan las neurociencias. Ese es un horizonte.

Aguardamos con mucha expectativa la conferencia de hoy porque nuestro invitado es alguien que tiene un bien decir sobre la juntura íntima entre la teoría y la clínica, y confiamos en que nos abrirá el camino que nos ha anticipado con este título. Paso entonces a presentarles a nuestro invitado, Leonardo Gorostiza, de quien puedo decir, para quienes no lo conocen, que es psicoanalista, AME de la EOL y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, fue AE en el período 2010-2013, presidente de la AMP en el período 2010-2014, y presidente de la EOL en 2018. Director del ICdeBA durante diez años, desde 1999 al 2009, ex integrante de la Instancia Diagonal Sección La Plata hasta el año pasado, y docente del ICdeBA desde su fundación hasta la actualidad. Hecha la presentación, le dejo la palabra a Leonardo. Al final de la exposición haremos un intercambio con la moderación de la secretaria que está haciendo de soporte técnico de esta reunión, y espero que podamos tener una ida y vuelta en la conversación.

Leonardo Gorostiza: -Muy bien, muchas gracias Paula por esta presentación. Pensaba, dadas estas circunstancias tan particulares que estamos atravesando, que hemos constituido hoy a partir de este momento con esta red virtual de comunicación, un enjambre. Efectivamente es un enjambre porque cada uno está en su casa con su tablet, con su computadora, su teléfono, conectándose para trabajar en su conjunto con respecto al inconsciente freudiano, el nuestro y el actual. Y si digo enjambre es porque es un término que después vamos no a desarrollar, pero sí en todo caso a indicar como una de las formas con las cuales Lacan habló en el Seminario 20 también del inconsciente. El enjambre de significantes, que es la reunión en un momento dado, de aquellos significantes que en realidad no están articulados con antelación. Hubo un momento donde se reúnen, en eso que llamó enjambre, utilizando el equívoco que hay en francés entre S1, el significante solo, y essaim, que significa enjambre. Voy haciendo estas aclaraciones porque mi intención es fundamentalmente poder dirigirme en particular, a los nuevos participantes del SCF, así que tal vez hay algunas formulaciones que para los docentes o que tienen mayor recorrido puedan llegar a ser conocidas, pero esa es mi idea en general en el ámbito del instituto; poder dirigirnos a un sujeto supuesto no saber una serie de formulaciones, y tal vez algunas queden un poco enigmáticas para algunos que se acercan por primera vez. Pero esa va a ser la idea, que esta intervención tenga un carácter propedéutico, para el desarrollo que va a tener el curso durante todo el año.

Ahora bien, cuando pensaba en esta conferencia o primera clase, y pensaba darla ahí en presencia junto a todos ustedes en la Sección La Plata de la EOL, estaba un poco preocupado. En realidad son años leyendo el Seminario 11, en particular el capítulo 2, que es el que lleva el título “El inconsciente freudiano, y el nuestro”, habíamos trabajado el año pasado mucho en torno al inconsciente, ya que las jornadas de la EOL se llamaron “El inconsciente, aún”, es decir que en un sentido estaba en un tema muy transitado, pero al mismo tiempo tenía notas muy dispersas. ¿Cuál era mi preocupación? Algo que hoy se ve acentuada por esta modalidad de trabajo, donde es un poco difícil no recibir de manera más inmediata y cercana la respuesta de cada uno de ustedes, no está esta relación directa donde uno puede percibir los gestos del auditorio. ¿Cuál era mi preocupación? Estar desorientado, desorientarme en relación a las diversas notas, papeles que tengo por aquí, referencias en los libros; imaginaba que se me iban a mezclar los papeles en el momento de la exposición. Y si digo esto es porque además tiene que ver con una formulación, que espero que podamos tomar hacia el final, que da Lacan en el año 1978 cuando dice “en el inconsciente, uno está desorientado”. Después vamos a ver con más detalle esa formulación, que está en un texto que presenté en las Noches preparatorias del año pasado en la EOL, y que si puedo voy a retomar al final de esta intervención, leyéndolo, porque creo que resume muchas cuestiones que hacen a lo que se va a poder trabajar durante todo el año. El texto se llama “De Eurídice dos veces perdida al esp de un laps”. Lo dejo en suspenso ahora, pero ahí precisamente introduje esa referencia de Lacan del año ’78 muy llamativa, donde dice que en el inconsciente, uno está desorientado. Como tenía esa preocupación, que se formularía como reproducir en la exposición misma la desorientación del inconsciente, es que ahora voy a plantear algo que espero que nos sirva como brújula general y tal vez brújula de todo el curso, para que los docentes que tengan a su cargo las clases siguientes puedan utilizarlo. Es algo que podemos llamar un cuadro sinóptico, como esos cuadros que hacíamos en la escuela, muy sencillo, así que les propongo a cada uno de ustedes, que en una página escriban en la mitad de la página del lado izquierdo, sencillamente “el inconsciente”. Entonces, vamos a ir abriendo cinco flechas, o una gran llave donde vamos a ubicar cinco puntos, en los que vamos a tratar de situar, con la mayor precisión posible, las características, ángulos o facetas del inconsciente que se pueden deducir particularmente del Seminario 11 pero también de otros seminarios de Lacan.

Ubicamos entonces la primera caracterización diría, porque no podemos hablar de definición del inconsciente, la definición es algo muy preciso que atrapa, es un concepto que atrapa algo y lo puede definir. Al inconsciente en realidad lo caracterizamos. Y por eso hay diversas facetas para nombrarlo. Es la relación del concepto con lo real, que trabaja mucho Lacan en el contexto de su Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales.

1.- Entonces, el primer punto sería, el inconsciente estructurado como un lenguaje, que es la caracterización que Lacan hace del inconsciente freudiano. Y adelanto algo: del primer inconsciente freudiano, o uno de los dos inconscientes freudianos. A mí me gusta decir también, no solamente que está estructurado como un lenguaje, porque eso hace pensar que el inconsciente reside en algún lugar y entonces hay que ir a descubrirlo, sacarlo, una suerte de excavación arqueológica, algo que ya estaría. Uno puede desplazar un poquito la fórmula de Lacan y decir que el inconsciente se estructura como un lenguaje; es un pequeño desplazamiento. Pero se estructura como un lenguaje en la práctica analítica, en tanto práctica de la palabra. Lacan es muy pragmático y parte de allí para caracterizar también al inconsciente. En la medida en que un sujeto habla a otro, el analizante habla al analista, asocia libremente, en ese movimiento mismo, el inconsciente se va estructurando como un lenguaje. Y si utilizo el término estructura, estoy diciendo que hay articulación. En Freud sería entre representaciones, en Lacan, articulación entre los significantes. No hay un significante solo, hay al menos dos que se articulan. Ese inconsciente en este mismo plano es el inconsciente saber.

En Lacan, desde el Seminario 2, -siempre insisto mucho en la importancia de leer el capítulo 2 del Seminario 2, donde Lacan habla de “Saber, verdad y opinión” en un excelente análisis que hace a partir de la lectura del diálogo platónico Menón o de la virtud, algo que va a utilizar durante toda su enseñanza, hasta la ultimísima enseñanza. Decía que allí Lacan muestra cómo el saber oculta que lo que existe en el momento naciente, en lo simbólico, es algo que es un S1, un elemento solo. Allí no habla de S1, habla de la palabra en su estado naciente. Pero como el saber inmediatamente implica una articulación, esa articulación borra ese momento naciente, que podemos decir con un Lacan posterior que sería la primera marca del significante en lo real, en el cuerpo. Este inconsciente, esta faceta o aspecto del inconsciente, es lo que podemos llamar el inconsciente sujeto supuesto saber, porque en la medida en que hay un sujeto supuesto al saber, ese sujeto hace consistir una red de significantes como un conjunto consistente. Saben que además la fórmula sujeto supuesto al saber, desarrollada por Lacan en el Seminario 11 también con mucha fuerza, uno puede nombrarla como sujeto supuesto al sentido, es decir que este inconsciente, esta primera caracterización que vamos haciendo, es también el inconsciente como sentido, es la experiencia de que hay un sentido detrás del lapsus, -decía Paula-, del tropiezo, del acto fallido, del sueño, que hay un sentido que hay que descifrar. Y es también en esa perspectiva, que este inconsciente es un inconsciente semblante, porque está hecho de una articulación de semblantes.

Cuando Lacan caracterice la noción de semblante, -digo esto para los que se inician en el seminario, muy rápidamente Miller trabajó mucho el semblante como una articulación simbólico imaginaria que se opone a lo real-, dirá que el significante en tanto tal es el semblante por excelencia. Así que si este inconsciente está hecho por una articulación de significantes, es un inconsciente semblante, un inconsciente sentido. Este inconsciente también se corresponde a lo que Freud llamaba la represión secundaria, o la represión propiamente dicha, la Verdrangung. Es un inconsciente que tiene una ley, que es la ley del significante, no del Nombre del Padre, -aunque el nombre del padre interviene en este inconsciente dándole consistencia. Es la ley que Lacan menciona a partir de Schreber, con una fórmula de Schreber, que es “todo sin sentido se anula”, y que quiere decir que basta que aparezca un significante solo, como un lapsus, una palabra nueva creada, que yo pienso que la creó el inconsciente. Es el efecto de que cuando hay un significante solo, automáticamente se va a buscar otro significante para que se produzca un sentido y una articulación. O sea que este es un inconsciente que tiene una ley, una ley que sería la ley del significante, es también un inconsciente que en algún momento Lacan llamó el inconsciente hommosexual, -y acá los participantes que no están aún iniciados en las temáticas más afinadas de las fórmulas de la sexuación del Seminario 20 de Lacan, tendrán que esperar un poquito para entenderlo más-, pero el inconsciente hommosexual se corresponde con las fórmulas de la sexuación del lado macho, es decir, un conjunto cerrado donde hay una serie de elementos, que podríamos decir significantes, para los cuales se cumple una función, y para que esto sea posible hay un elemento que tiene que no cumplir esa función a fin de darle consistencia al conjunto. Es lo que llamamos el matema del padre o el padre muerto de Tótem y Tabú, el menos uno para quien no se cumple la función de la castración, que sí se cumple para los otros. Es entonces el inconsciente afín al Edipo y a Tótem y Tabú freudiano, un inconsciente que podemos llamar transparente, porque lo desciframos y obtenemos de él un sentido, haciéndolo existir como habiendo estado desde antes.

He dicho que implica la red de significantes, una articulación y se corresponde con lo que Freud llamó y que Lacan menciona como la hipótesis de inconsciente. Freud habla en un momento dado y dice “el inconsciente que tenemos es la hipótesis del inconsciente”. En el Seminario 20 Lacan dice que la hipótesis es el sujeto supuesto al saber. Cada vez que hago una hipótesis, hago una articulación de significantes y supongo que ahí hay un sentido o un saber, o sea que la hipótesis del inconsciente corresponde a esta primera caracterización. Es porque es un inconsciente, que lo supongo como un sentido a descifrar, y -Lacan es muy preciso en el Seminario 11 con esto-, que este inconsciente tiene afinidad con la hermenéutica, porque la hermenéutica es la perspectiva de intentar descifrar y buscar un sentido. En el Seminario 11 precisamente, Lacan va a objetar la hermenéutica como una modalidad para el psicoanálisis. Es en ese seminario donde va a decir que la interpretación no tiene que ser del descifrado de un sentido sino apuntar a los significantes insensatos que están en el nudo del síntoma.

Así que este es un inconsciente congruente con la hermenéutica, y al mismo tiempo, y acá voy concluyendo esta primera caracterización, es un inconsciente que podemos decir, se corresponde con lo que Lacan llamó en el Seminario 20, “el acto de caridad freudiana”. Es una fórmula que llama mucho la atención, pero que indica que esta dimensión del inconsciente es, por decir así, religiosa, y si vamos al origen del término religión que es religare, es el inconsciente que se produce por la ligazón entre dos significantes, se religa un significante con otro, es el inconsciente del Edipo, de Tótem y Tabú, es el inconsciente -podemos llamar en los términos actuales- del patriarcado. Hago una pequeña digresión, especialmente para los participantes. El último número, que es el segundo número de la revista de la Sección, El Escabel de La Plata que hemos publicado, lleva por título “El patriarcado en cuestión”. Digo “hemos” porque yo participé como asesor en tanto miembro de la Instancia Diagonal, asesor de la Dirección de la revista que estaba a cargo de Cristina Coronel en ese momento. Y me pareció que algo importante a publicar allí era la primera clase de un seminario que Jacques Alain Miller dio en Bahía, Brasil, creo que en el año ’91, que se llama “El deseo de Lacan”. Muestra claramente cómo Lacan, su deseo y la función que él crea del deseo del analista, es la objeción al deseo de Freud, en tanto Freud estaba demasiado ligado al padre, al Edipo, a Tótem y Tabú, y yo agregaría ligado a esta dimensión del inconsciente como semblante y como sentido. Para concluir entonces esta primera caracterización les leo lo que dice Lacan en el Seminario 20, el 20 de marzo del año 1973. Esto está en la página 116 de la publicación de Paidós y dice así: “¿Acaso no es caridad en Freud, el haber permitido a la miseria de los seres que hablan, decirse que existe –ya que hay inconsciente-, algo que trasciende de veras y que no es otra cosa sino lo que la especie habita, a saber el lenguaje? Sí, -afirma enfáticamente Lacan-, ¿acaso no es caridad anunciarle la nueva de que en todo cuanto en su vida cotidiana encuentra en el lenguaje un soporte de más razón de lo que podría creerse, y que ya hay ahí sabiduría, ese objeto inalcanzable de una búsqueda vana?” Está diciendo Lacan que con la invención del inconsciente, de esta primera categorización del inconsciente como sentido, Freud, religioso del padre, nos ofrece una respuesta a la caída del sentido que ofrecían las religiones, punto que Freud mismo indicó como una de las condiciones para el advenimiento del inconsciente y del psicoanálisis. Esta es la primera caracterización para tener una brújula.

2.- Segunda caracterización. Es lo que Lacan introduce precisamente en la segunda clase del Seminario 11, es el inconsciente como fisura, el inconsciente como tropiezo, el inconsciente como hiancia, término español que se puede traducir a veces por grieta, abertura, pero mantengamos la traducción clásica, hiancia. El inconsciente como evanescencia, como algo que aparece y desaparece.

Esto corresponde en Freud no a la Verdrängung, a la represión secundaria, sino a la Urvergrängung, la represión primaria, allí donde Freud decía que hay como un agujero que atrae las representaciones, y que uno no deja de suponer que ahí hay algo, es decir, cubre ese agujero con la suposición de que hay como una representación. Pero la represión primaria es un agujero, Urvergrängung, al mismo tiempo, y esto lo dice en el Seminario 11. Si hay tiempo suficiente voy a hacer una puntuación de esa segunda clase del Seminario 11, que es muy llamativa, en algunos parrafitos de Lacan, donde nos presenta este inconsciente sin ley. Y acá hay una resonancia con la definición que da Lacan de lo real en su ultimísima enseñanza; lo real es sin ley.

Ven que entonces ya se opone este inconsciente que es sin ley, pura hiancia, al inconsciente donde se produce la ley del significante, donde todo sinsentido se anula y se constituye como un supuesto reservorio de sentido. Este es un inconsciente que no implica articulación, acá no hay articulación entre S1 y S2, hay hiato, hiancia, fisura, corte. El matema lacaniano que corresponde a este inconsciente, matema que Lacan usa muchas veces ya desde el Seminario 6El deseo y su interpretación, cuando crea su grafo, es el S(A/), significante del gran Otro tachado. Este es el matema que corresponde a este inconsciente. Y a este inconsciente, -y esto llama la atención-, Lacan casi podríamos decir lo identifica a la función de la causa, porque la causa es una hiancia, la causa es sin ley. Cuando yo hago una ley, ya hago una articulación significante y tapono la causa. Esto tiene muchas consecuencias clínicas en la práctica; es como en la escucha analítica, uno tiene que ir en contra de lo que sería taponar la causa, muchas veces, con lo que llamamos una causalidad psicológica. “Mis padres se separaron cuando yo era pequeño, y ahora tengo problemas con mi pareja y siempre me vengo separando, etc”. Es decir, hacer ese tipo de conexiones sutura la función de la causa, pues en tanto tal la causa siempre es algo que queda abierto. Si en la primera categorización que tenemos un inconsciente podemos decir que es afín a la transparencia, este inconsciente es del orden de la opacidad, no es transparente, es opaco. Y al mismo tiempo, si la caracterización anterior era del inconsciente hommosexual, del lado macho de las fórmulas de la sexuación, a este inconsciente lo podemos ubicar del lado femenino de las fórmulas de la sexuación, porque es un conjunto en todo caso abierto, que incorpora una fisura precisamente, y algo allí que no se cierra, no está la función del padre cerrando todo eso, que sería la función de La mujer, que podría dar consistencia a ese conjunto. Entonces es un inconsciente, -me atrevo a decir-, femenino, en oposición al primer inconsciente, la primera caracterización del inconsciente, que queda más del lado masculino. Y, para ir concluyendo con esto, acá es donde ubicamos el inconsciente, tal como dijo Paula Vallejo en la introducción, como del orden de lo no realizado. Estos son unos párrafos que seguramente van a trabajar a lo largo del seminario, párrafos muy sutiles de Lacan, donde él dice que el inconsciente no es del orden del ser ni del no ser, es decir, no tiene una caracterización ontológica del inconsciente, sino de algo no realizado que busca realizarse. Y en ese buscar realizarse que sería el corte mismo que llama a la producción de un sentido, se tapona, es lo que Lacan llama también allí el estatuto ético del inconsciente porque tiene que ver con un querer ser, con un querer realizarse y no con un supuesto ser que ya estaría de antemano dado y que yo tendría que ir a descifrar y extraer a través de una excavación. Bien, esta segunda caracterización, -no es “nuestro inconsciente”, el lacaniano, o en todo caso, es la segunda caracterización del inconsciente freudiano, porque Lacan lo toma de Freud, lo dice en el capítulo 2 del Seminario 11-, le sirve a Lacan para introducir lo que es precisamente su propia caracterización del inconsciente que se articula con esta.

3.- ¿Cuál es entonces esta tercera dimensión del inconsciente? Es lo que Lacan llama una pulsación temporal. Eso no está en Freud. ¿Y qué es lo que obtiene Lacan con esto? Obtiene algo que está sutilmente dicho en filigrana y que fue destacado por Jacques Alain Miller en una oportunidad: que lo que hace Lacan en el Seminario 11 es construir un concepto del inconsciente como pulsación temporal, donde puede articular el inconsciente a la pulsión. Es decir, que el inconsciente que aquí Lacan caracteriza, es un inconsciente solidario de lo que implica en la pulsión la apertura y el cierre. Así como un esfínter o la boca se abre y se cierra, eso indica una pulsación temporal que implica el intento de Lacan -que conservó a lo largo de toda su enseñanza-, de ver cómo se articula algo que es del orden del significante con el cuerpo, con el cuerpo pulsional. Entonces, el inconsciente lacaniano estrictamente hablando es este momento, año ’64, año del Seminario 11, año posterior a la excomunión de Lacan de la IPA. Es este inconsciente, el de la pulsación temporal. Lacan lo dice con todas las letras en un texto que les recomiendo leer, que está en el volumen de los Otros escritos de Jacques Lacan. Él aquí tiene un pequeño texto que se llama “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, que es la reseña de enseñanza de ese seminario. Y recuerdan que los cuatro conceptos son: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión. Con respecto al inconsciente, dice lo siguiente, en la página 206 de los Otros escritos: “El inconsciente, mantenido según nuestro discurso inaugural como efecto del significante, -discurso inaugural creo que está ya refiriéndose al de Roma, cuando él inicia su enseñanza en el año ’53-, y estructurado como un lenguaje…”, -es la primera caracterización que él hace del inconsciente freudiano, “…fue aquí, en el Seminario 11, retomado como pulsación temporal”. Es decir que esta es la caracterización más precisa del inconsciente nuestro, el lacaniano.

En este sentido, en el Seminario 11 tenemos tres inconscientes: el inconsciente freudiano, que se desdobla en estas dos primeras caracterizaciones que hice, el de la represión secundaria y el de la represión primordial, y este inconsciente lacaniano donde Lacan busca resolver lo que ya hemos muchas veces señalado, que es el problema que lo agitó y preocupó toda la vida, y que Miller llamó “el problema de Lacan”, que es cómo se articulan el significante, la palabra, el sentido, con el cuerpo, con algo del orden de la pulsión. Ese es el inconsciente lacaniano, pero que toma su punto de apoyo en el inconsciente freudiano que caracterizamos en el segundo punto como hiancia, fisura.

4.- La cuarta caracterización sería revisar las indicaciones que hay en el Seminario 20 sobre el inconsciente. Allí, en la página 173 precisamente, habla de lo que dije al comienzo, es decir del inconsciente como el essaim, el enjambre, que son los S1 de lalengua. También dice en la página 37, -lo dice Lacan pero en realidad es una nota que introduce Miller al comienzo de esa clase del seminario-, que el inconsciente es lo que se lee. Se podría explorar un poco más qué es esto. Y en la página 167 y 168 del Seminario 20, Lacan da dos caracterizaciones también del inconsciente. Volviendo a la primera que hicimos nosotros antes, dice que el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua, y entonces el inconsciente estructurado como un lenguaje, va a quedar de ese lado de la estructura del lenguaje y es un saber, es el inconsciente saber. Pero después inmediatamente dice que el inconsciente es un saber hacer con lalengua, con los S1 solos de lalengua. No dice “un saber hacer ahí, un arreglárselas con lalengua“, sino un saber hacer. Es como si hablara de un inconsciente artesano, porque el saber del artesano no es el mismo que un saber de fórmulas que se transmite integralmente, también el saber del artesano es una episteme, se transmite de generación en generación por vía de enseñanza de unos a otros, pero es un saber hacer. Por lo tanto, es el saber hacer con lalengua produciendo los efectos que son las formaciones del inconsciente, es un inconsciente que fundamentalmente trabaja.

5.- Concluyo ahora con el quinto punto, a partir de indicaciones que están en el “Seminario 21”, que no está editado por Paidós, no ha sido establecido o por lo menos no ha sido publicado el establecimiento de Miller. Este seminario se llama “Les noms du père“, que se traduce como los nombres del padre pero en su equívoco se puede leer también como “Los no incautos yerran” (Les non dupes errent). Allí habla del inconsciente como un saber sin sujeto, y esto ya lo decía en el seminario del acto que se puede revisar también. Un saber sin un sujeto que uno puede suponer como un sujeto que le va a dar una dimensión armónica al conjunto de los significantes, un sujeto supuesto armónico de significantes. Esta caracterización se corresponde con la primera que hicimos, porque en realidad, el inconsciente es un conjunto disarmónico, un conjunto abierto, disarmónico, donde no hay ningún elemento que le de una consistencia armónica. Es decir es un conjunto pero donde sus elementos no se articulan de un modo cerrado, y hay una fórmula muy interesante que Lacan plantea en ese seminario llamando a ese sujeto que se supone va a hacer del inconsciente un conjunto armónico de significantes “un sujeto providencial”. Se refiere a Dios, es decir, tiene que ver con el padre muerto de Tótem y Tabú. Pero un sujeto providencial es el que puede ver con antelación, y hay un lazo entonces entre la primera caracterización que hicimos del inconsciente como conjunto cerrado, como semblante, como saber, como conjunto armónico, como transparente, con la dimensión que trabaja fuertemente Lacan en el Seminario 10 sobre lo omnividente, que sería la idea de que en algún lugar alguien puede verlo y saberlo todo. Entonces, el inconsciente como conjunto cerrado, estructurado como un lenguaje, como saber articulado, tiene un punto de apoyo en lo que es la dimensión escópica que Lacan liga a una de las formas del objeto a. Hay una relación entre el inconsciente supuesto al saber y el omnividente.

Hasta acá la caracterización que quería hacer a modo de brújula, para no desorientarnos. Yo pasaría ahora a hacer unas puntuaciones sobre la segunda clase precisamente del Seminario 11, pero me gustaría si Paula puede abrir su micrófono y decirme si vamos bien, si se está escuchando bien, si se va siguiendo.

Paula Vallejo: -Sí, se va siguiendo muy bien y muy claros los cinco puntos.

Leonardo Gorostiza: -Perfecto. Entonces, algo que quería decir con respecto a abordar el Seminario 11. Una cosa que hay que tener muy presente es que es precisamente en el Seminario 11 donde ustedes van a encontrar la primera clase que se llama “La excomunión”, en la que Lacan ubica que él fue negociado, jugado al truco por los colegas de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, muchos de ellos analizantes de él. Eso que él llama directamente una excomunión, aludiendo a que fue excomulgado o excomunicado –esta es otra traducción que se había hecho en una oportunidad por parte de Oscar Massota- del mismo modo que Spinoza. Y todo el trabajo en el Seminario 11 es buscar los fundamentos de cierta especificidad del psicoanálisis, poniendo ya en claro que el psicoanálisis no es una ciencia como las ciencias más duras, tradicionales, la ciencia moderna, pero es una práctica, una praxis. Lacan se va a oponer precisamente a la religiosidad que puede haber en los conceptos freudianos, y por lo tanto podemos decir, aquí vale la puesta en cuestión de aquello que en Freud mismo se desliza hacia la religiosidad del inconsciente.

Uno podría decir que esto está presente en el Seminario 11, que la primera caracterización que les proponía del inconsciente freudiano, estructurado como un lenguaje, sede del sentido, sería algo así como hacer del inconsciente Dios, que sería decir que el inconsciente es Dios porque es el que da el sentido total. Mientras que en este seminario, Lacan acuña la fórmula “Dios es inconsciente”, que no es lo mismo que “el inconsciente es Dios”. Dios es inconsciente quiere decir que no hay ningún sujeto que pueda ser causa de sí mismo y absolutamente consciente de sí mismo, entonces Dios también está barrado.

El inconsciente que caracterizamos en el segundo punto va en esa perspectiva. Ahora hay una indicación que pueden también trabajar durante el curso. En El banquete de los analistas, curso de Jacques Alain Miller, en su capítulo 7 que se llama “Los cuatro conceptos”, Miller hace una lectura precisamente de este Seminario 11 y da indicaciones precisas sobre la noción de inconsciente que Lacan trabaja aquí en este seminario. Y da una indicación fundamental que es que lo que hace Lacan en el Seminario 11 es leer los conceptos freudianos, los cuatro conceptos que mencionamos: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión, leerlos al revés. Cuando leí eso por primera vez dije ¿qué significa esto, tengo que ir al final del Seminario 11 y leerlo todo hacia atrás? Que es una posibilidad hacer eso, podría ser eso, los libros que tienen múltiples entradas. Se puede hacer porque al final Lacan habla precisamente con toda la fuerza de la noción deseo del psicoanalista, así que se podría hacer ese trabajo. Pero no, leer el Seminario 11 y los cuatro conceptos al revés, implica leerlos desde la perspectiva de lo que fue la invención. Lacan dijo que su única invención fue el objeto a. Es decir que se trata de leer el inconsciente a partir de que Lacan ya construyó la noción de objeto a, noción que construye precisamente y fuertemente en el seminario anterior, en el Seminario 10. Es al final de ese seminario que lo excomulgan a Lacan. Entonces, uno puede leer los cuatro conceptos al revés si piensa de qué manera Lacan los transforma introduciendo aquello que es su invención, el objeto a. Esto a mi entender explica algo que es ese punto enigmático. En este capítulo 2 del Seminario 11, titulado “El inconsciente freudiano y el nuestro”, en la introducción, uno se pregunta ¿por qué hablar del inconsciente freudiano y el nuestro? Lacan comenta un poema de Aragón que se llama “Contracanto”. Dice: “voy a leerles primero un poema, nada tiene que ver con lo que voy a decir”. Cuando Lacan dice estas cosas uno dice “mmm”, es una denegación, “nada tiene que ver con lo que voy a decir”, “aunque –dice-, sí tiene que ver con lo que dije el año pasado en mi seminario del objeto misterioso, el objeto más escondido, el de la pulsión escópica”. Y luego lo menciona, lo articula a la castración, etcétera. Creo que ese es el índice de que él ya está, cuando va a caracterizar el concepto de inconsciente, tomando punto de apoyo en su noción del objeto a, y particularmente de la función escópica del objeto a. El después desarrolla en este seminario la diferencia entre la visión y la mirada. Y por eso les decía al final, la importancia de pensar que el inconsciente como sujeto supuesto al saber es un inconsciente que supone un sujeto que es providencial, porque es desde la mirada misma, desde la escopia, desde la visión supuesta de un sujeto que podía verlo todo, el panóptico, que se produce esta idea de que el inconsciente es un conjunto cerrado, un sentido a descifrar.

Luego, en la página 28 y 29, van a ver cuando lo trabajen, primero aparece el Lacan estructuralista que le hace un guiño a Levi-Strauss por supuesto, estructuralista porque plantea la idea de que hay una estructura que nos precede, y que esa estructura es combinatoria, elementos combinatorios diferenciales entre sí pero que se combinan, habla del tema de la oposición, de los elementos, que sería la articulación de S1-S2. Es decir, que cuando ya va entrando en el concepto de inconsciente está trabajando sobre la primera caracterización que hicimos, inconsciente como articulación. Pero más abajo dice lo siguiente: “hablo de la lingüística –dice-, cuyo modelo es el juego combinatorio que opera espontáneamente por sí solo de manera pre subjetiva. Esta estructura le da su estatus al inconsciente, ese es el inconsciente como articulación”. Pero -dice luego en la página 29-, “pues no, el inconsciente como concepto freudiano es otra cosa que hoy quisiera hacerles ver”. Es decir que ya él mismo está desplazando allí lo que sería el inconsciente como puro juego combinatorio del significante a algo que es otra cosa; está diciendo el inconsciente freudiano, no está diciendo el inconsciente lacaniano o el nuestro. ¿Y qué pasa? Inmediatamente después critica la idea de que no alcanza, que el inconsciente es un concepto dinámico y dice que se trata de asignar un lugar de opacidad. Y de golpe dice “hoy me voy a referir a la función de la causa”, y comienza a hablar de la causa; es decir que hay una solidaridad entre este inconsciente que él dice que sería algo así como el inconsciente freudiano más radical, y la función de la causa, que es la que a él le sirve para avanzar después en el inconsciente como pulsación temporal. Y plantea lo siguiente: hace una referencia a Kant por supuesto, dice que en la función de la causa siempre queda esencialmente cierta hiancia, término que él toma de Kant precisamente de Prolegómenos a toda metafísica del porvenir, que es la referencia de Kant. Y pensemos que cuando está hablando de causa, está hablando del inconsciente como corte, como hiancia, como fisura. Dice “la causa se distingue de lo que hay de determinante en una cadena, o dicho de otra manera, de la ley”. O sea que la causa no es la ley, la ley es lo que se establece como una determinación significante que va a venir a suturar la dimensión de la causa; la causa es la hiancia misma y –me atrevo a decir-, es ese el inconsciente freudiano que Lacan rescata.

Esto particularmente para quienes están en una lectura más avanzada de Lacan, los docentes, es realmente una anticipación muy fuerte del inconsciente que va a llamar en su ultimísima enseñanza, el inconsciente real. Porque si el inconsciente es causa y es sin ley, y lo real es sin ley, hay que tener cuidado con los silogismos pero efectivamente parece ser que es un inconsciente que es sin ley, y que es sólo por la ley del significante, que sostiene que todo sinsentido se anula, que se va a suturar esa dimensión de la hiancia.

En la página 30, a la mitad del párrafo que sigue hablando de la causa, dice: “el inconsciente nos muestra la hiancia por donde la neurosis empalma con un real, real que puede muy bien por su parte, no estar determinado”. Si ese real no está determinado y la determinación es significante, es un real sin ley, está mostrando cómo la neurosis se empalma con un real. Es precisamente el punto que lo va a llevar a caracterizar al inconsciente como esa pulsación temporal. Y luego, más abajo dice: “¿qué se encuentra en el hueco, en la ranura, en la hiancia característica de la causa? Algo que pertenece al orden de lo no realizado. El inconsciente se manifiesta primero como algo que está a la espera, en el círculo diría yo de lo no nacido”. Es a esto que va a llamar luego el estatuto ético del inconsciente. En la página siguiente, la 31, dice que esta dimensión está en un registro que nada tiene de irreal o de real pero sí de no realizado, e inmediatamente después pasa a Freud y habla del ombligo de los sueños. Dice: “…Freud llama el ombligo de los sueños, para designar en último término el centro desconocido, que no es otra cosa, igual que el ombligo anatómico que lo representa, sino esa hiancia de la que hablamos”. Y más adelante, en un texto de los años ´70 que hemos trabajado para el congreso que quedó en suspenso hasta diciembre, texto que se llama “Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter”, Lacan dice precisamente que el ombligo de los sueños se corresponde con su matema del S(A/), significante del Otro tachado, o sea que este es el inconsciente que está en Freud –dice Lacan-. Yo diría que este es el punto de ese inconsciente que a Lacan le permite no superar a Freud sino prolongarlo, con esa articulación temporal. Y más abajo dice: “a decir verdad, esta dimensión del inconsciente que evoco, estaba olvidada como Freud lo había previsto muy bien. El inconsciente se había vuelto a cerrar sobre su mensaje, gracias al celo de esos activos ortopedistas en que se convirtieron los analistas de la segunda y tercera generación, que se dedicaron a suturar esta hiancia, psicologizando la teoría analítica”. Por eso les decía que también, si uno piensa en la práctica, hay que estar atentos a eso, a no suturar con una causalidad psicológica lo que debe quedar siempre abierto, que es esa dimensión de la causa. Abajo, él habla de la ley del significante, y uno podría poner allí en tensión lo que sería la causa como hiancia y la ley del significante que es, si aparece algo que no significa nada, un significante solo, lo que me va llevar hacia la pregunta por la causa, o sea, qué es lo que eso quiere decir. El significante per se va a producir un efecto de sentido; es lo que llamé “todo sinsentido se anula”.

Luego, a continuación tenemos en la página 32 que comienza a plantear lo que sería todo lo que el inconsciente era antes de Freud, y a lo cual uno puede llegar a agregar lo que se intenta hacer hoy en día desde las neurociencias con el inconsciente, con lo que llamamos la traducción neurocognitiva del psicoanálisis. Allí menciona a un tal Dwelshauvers, que era un belga, que en el año 1916, contemporáneo de Freud, escribe un libro que se llama El inconsciente. Y como dice Lacan, tiene una serie de caracterizaciones del inconsciente, Lacan dice que son 9 o 10, que lo único que designan es lo que es no consciente, más o menos consciente, etcétera. El libro está en francés, se puede bajar, está disponible, les confieso que yo no lo leí completamente porque es sumamente aburrido pero por ahí se puede leer, y no me voy a dedicar demasiado. El habla acá del inconsciente psicofisiológico, el inconsciente automático de Janet, el psiquiatra, subconsciente y automatismo psicológico, tercero el co-consciente, el de la doble personalidad, del yo secundario, subliminal, segunda personalidad, el inconsciente latente activo, el inconsciente de memoria, el inconsciente afectivo, que es un inconsciente irracional que escapa a la síntesis mental, el inconsciente hereditario, el inconsciente racional que establece el orden de la vida mental e impone categorías lógicas de espacio, tiempo y causalidad, etcétera. Es un listado enorme, pero fundamentalmente lo que hace este tal Dwelshauvers, es que dice “no me voy a dedicar al inconsciente metafísico, es un inconsciente como un principio sistemático y universal, sino que me voy a dedicar a un inconsciente fundado en los hechos”. Y entonces, fundándose en los hechos, en los fenómenos, va a categorizar al inconsciente con las diversas formas de aquello que no es consciente. Y Lacan dice: “eso no tiene nada que ver con el concepto freudiano de inconsciente”, lo pre inconsciente freudiano entraría dentro de esta caracterizaciones, que es lo que Freud llamaba en su meta psicología, la dimensión descriptiva del inconsciente. Ahora bien, después menciona a Jung, por supuesto y dice: “es una imaginería”, esta cuestión de Jung, su inconsciente junguiano de los arquetipos, no se trata de eso, y luego agrega: “así mismo para decir que el inconsciente tan igual a un desván, tan heteróclito, está hecho de diversas cosas, que elaboró durante toda su vida de filosofo solitario, Eduardo Von Hartmann, no es el inconsciente de Freud”. Y dice que hay que tener mucho cuidado porque en La interpretación de los sueños, Freud se refiere en el capítulo 7, en una nota al pie, a que eso no es el inconsciente. ¿Qué es este Von Hartmann?, es el fundador de una filosofía que se llama filosofía del cómo sí, pero lo importante es que él hace de lo inconsciente un principio metafísico último. Dice “el inconsciente aparece como una combinación de la metafísica de Hegel y la de Shopenhauer, el inconsciente es a la vez deseo y razón y base omnipresente de toda existencia”. Von Hartmann combina de esta manera el panteísmo con el panlogismo de manera similar a lo realizado por Schelling, un montón de cuestiones. ¿Qué es lo importante de esto? Es por esto que Lacan dice que el inconsciente no es del orden del ser o del no ser, no es un carácter ontológico, porque si no yo pondría el inconsciente como el fundamento de todo. Dice que el inconsciente es lo que se produce por una práctica del lenguaje. Esta cuestión, esta mención al pasar que hace Lacan a Von Hartmann y que Freud mismo dice “ese no es el inconsciente”, es muy importante porque en este Seminario 11 y en el escrito “Posición del inconsciente” que se corresponde a este Seminario 11 pero escrito un poco después, Lacan debate con dos de sus alumnos, a quienes llamó “mis dos L”, Laplanche y Leclaire, en particular con Laplanche. Los dos introdujeron lo que fue un texto histórico, que vale la pena revisar en el curso, texto que se llama El inconsciente, un estudio psicoanalítico, publicado hace años por Nueva Visión acá. Es un texto que Lacan objeta fuertemente en algunas clases del Seminario 11, y muy fuertemente en “Posición del inconsciente”, donde retoma lo que fueron sus intervenciones en el Coloquio de Bonneval del año ’60. Laplanche y Leclaire presentaron en aquel momento El inconsciente, un estudio psicoanalítico. Y ¿qué dice Lacan? Dice más o menos así: “me tergiversan, porque ellos que son mis alumnos dicen que el inconsciente es la condición del lenguaje. Si yo digo que el inconsciente es la condición del lenguaje, estoy haciendo como Von Hartmann, -aun sin saberlo-, una metafísica del inconsciente, lo ontologizo, ubico al inconsciente con una antecedencia de ser, y el lenguaje luego viene como respuesta a ese inconsciente que lo sostendría”. Lacan machaca entonces: “dieron vuelta mi fórmula, no es el inconsciente la condición del lenguaje, sino que el lenguaje es la condición del inconsciente. Es porque estamos en el campo del lenguaje y en la función de la palabra, porque hablamos, que puede emerger el lenguaje, por esa hiancia sobre la cual hemos insistido tanto”. Esta vieja referencia de Von Hartmann es del año 1869, por eso Freud lo cita; son todas las definiciones anteriores o caracterizaciones que había acerca de la noción de inconsciente. Ubicado esto, lo que Lacan va a decir es que “eso no es para nada el inconsciente, el inconsciente freudiano es que eso habla, es porque hablamos que se instituye podemos decir a través del juego de los significantes, la dimensión del inconsciente”. Y es aquí, en la página 32, donde dice: “¿qué es lo que impresiona de entrada en el sueño, en el acto fallido, en la agudeza, en el rasgo de ingenio? El aspecto de tropiezo según el cual se presenta. Tropiezo, falla, fisura, estos fenómenos operan como un imán sobre Freud y allí él va a buscar el inconsciente y lo ubica en el orden del hallazgo”. Es esa segunda caracterización que hicimos. Y acá introduce una fórmula, que es la que intenté desarrollar en el texto que les mencioné al principio[1], tal vez tenga tiempo de leerlo. Y para concluir con eso, dice: “para dejarme llevar por una metáfora, Eurídice, dos veces perdida, es la imagen más palpable que puede darse en el mito de la relación del Orfeo analista con el inconsciente”. (pág. 33). Dejo en suspenso eso a ver si lo puedo retomar, y dice también otra fórmula que habría que descifrar, dice: “se me permite añadir una ironía, el inconsciente se encuentra en la orilla estrictamente opuesta a la del amor”, -acá esto se aclara un poco con el mito de Eurídice-, y luego prosigue: “se trata de la discontinuidad, de lo que se manifiesta como una vacilación”, y agrega:, -y esto es muy importante como antecedencia del ultimísimo Lacan- “¿habremos de colocar esta vacilación, esta discontinuidad sobre el fondo de una totalidad?”. Es decir, ¿se trata de partir de una totalidad y a partir de esa totalidad se produce entonces esa vacilación? Lacan se pregunta: “¿Es el Uno anterior a la discontinuidad? No lo creo, y todo lo que he enseñado estos años tendía a cambiar el rumbo de esta exigencia de un Uno cerrado“. Yo diría el Uno cerrado sería el inconsciente estructurado como un lenguaje del lado macho, el inconsciente hommosexual, etcétera, espejismo al que se aferra la referencia a un psiquismo de envoltura, suerte de doble del organismo donde residiría esa falsa unidad. Sería proyectar sobre el inconsciente la unidad imaginaria, que viene del estadío del espejo y hacer de ese inconsciente, tomando aquel viejo personaje, no sé si alguno se acordará del otro yo del doctor Merengue, una hermosa historieta, creo que en La Razón se publicaba hace muchísimos años, que el tipo aparecía siempre como pensando otra cosa, sería como el doble de él. Eso sería hacer del inconsciente, si es una unidad cerrada, un doble del yo, lo que estaría como en otro lugar. Y concluye: “me concederán que el Uno, que la experiencia del inconsciente introduce, es el uno de la ranura, del rasgo, de la ruptura”, y concluye: “aquí brota una forma no reconocida del Uno, el Uno del Umbewusste“, que es inconsciente en alemán. Es muy importante porque Lacan, cuando al final de su enseñanza hable de la Une-bevue, que se traduce como la una-equivocación, él juega con la homofonía entre francés y alemán, para mantener la unicidad. Lo digo rápidamente, si Umbewusste es inconsciente en alemán, si yo le agrego el S2 de la traducción, diría Unbewusste quiere decir en francés inconscient, el inconsciente. Y Lacan lo que va a hacer luego es decir Unbewusste es la Une-bevue, la una equivocación, que es la ruptura, la fisura, el corte, la discontinuidad, y luego habla del concepto de la falta, etcétera.

Creo que acá hay indicaciones muy precisas ya y no es un efecto de perspectiva atribuirle una antecedencia a estos lugares como una de las puertas donde fuertemente Lacan dejó abiertas sus puertas para proseguir más allá luego. Fíjense que hay que pensar que la noción de inconsciente que Lacan elabora en el Seminario 11, todo este trabajo que él hace que ya no es de retorno a Freud, retoma a Freud pero para prolongarlo. Realmente es ese el movimiento que hace allí en el Seminario 11. Cuando Lacan hace una muy buena introducción a una recopilación que Miller hizo en el año ’76, de todos los documentos que implicaron los tres momentos en la vida institucional de Jacques Lacan. Fue en el año 1953 cuando se produce la escisión entre la Sociedad Psicoanalítica de París, perteneciente a la IPA y la creación de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis donde estaba Lacan y que lo acompañaba Lagache, y muchos otros más, que se llamó la escisión. Luego, en 1964, Seminario 11 que es ’63-’64, la excomunión cuando lo excomulgan a Lacan, le quitan su título de didacta, o sea que no puede seguir formando analistas. Y 1980, cuando Lacan renuncia, lo que fue la disolución de Lacan de la Escuela freudiana de París que él había fundado. Todo esto está reunido en un volumen, que vale la pena leerlo porque es lo que Miller reunió de esos documentos que se llaman “Tres momentos en la vida institucional de Jacques Lacan”. Lo importante es que de este momento de su vida institucional, cuando queda excomulgado, Lacan no hace una cuestión patética, sino que utiliza eso como un punto arquimédico para reformular el psicoanálisis y prolongar a Freud. En la muy breve introducción que hace Lacan de esta recopilación, editada por Manantiales hace años ya, dice: “gané sin duda, puesto que hice escuchar lo que pensaba sobre el inconsciente, principio de la práctica”. Es muy fuerte, porque de los cuatro conceptos fundamentales, él plantea que lo que fue fundamental fue hacer escuchar esta dimensión del inconsciente como fisura, como ruptura, como hiancia, como principio de nuestra práctica, que el otro psicoanálisis veló y taponó, se dedicó a taponarlo con una psicologización.

Ahora voy a leer un texto que aún debe estar en la página de la 28 jornadas anuales de la EOL, El inconsciente aun. No está publicado en papel y se llama “De Eurídices dos veces perdida al esp de un laps“. El primer punto lo llamé “Anfibologías del inconsciente”. Así como alguna vez hablamos de la anfibología de lo real, anfibología quiere decir de los múltiples sentidos que lo real adquiere en la enseñanza de Lacan, lo mismo podemos decir del concepto de inconsciente, lo que introduje al comienzo es que hay una anfibología dentro del psicoanálisis mismo, en relación al concepto de inconsciente. Piensen en Leibniz, él quería construir una lengua, un lenguaje sin anfibologías, es decir tenía una idea de una lengua que no tuviera ningún tipo de equívoco. Entonces si hablamos de anfibología es porque hay diversos sentidos, esto tiene que ver además con que los conceptos, y esto lo dice Lacan en el Seminario 11, son inestables, en psicoanálisis, no son de una vez y para siempre, sino que se transforman. Ese es el fundamento mismo de la orientación lacaniana. Ahora bien, si hablamos de anfibologías del inconsciente, y acá van a encontrar reiteradas cosas que les he dicho ya, por ejemplo en su Seminario 11, Lacan habla de tres inconscientes: de las dos caras del inconsciente freudiano y del inconsciente lacaniano. Las dos caras del inconsciente freudiano son la del inconsciente estructurado o que se estructura como un lenguaje, y la del inconsciente como hiancia que se corresponde con la represión primordial, la Urverdrängung. Mientras que Lacan agrega a este último, al de la represión primordial freudiana, una dimensión temporal, es el inconsciente como pulsación temporal; dimensión temporal de apertura y cierre con la cual Lacan construye un inconsciente que tenga una comunidad topológica con la pulsión, con las zonas erógenas que se abren y se cierran también en una pulsación temporal. Tal como señala en su reseña del Seminario 11 que antes les leí, el inconsciente mantenido según nuestro discurso inaugural como efecto del significante y estructurado como un lenguaje, fui aquí retomado como pulsación temporal. Esta operación resulta fundamental porque al establecer un lazo entre el inconsciente y el tiempo, Lacan se separa de Freud y de su noción de un inconsciente por fuera de la dimensión temporal, la famosa atemporalidad del inconsciente, prolongado a partir de la intuición freudiana de la hiancia inherente a la Urverdrängung. Es en ese movimiento que se separa de la idea de un inconsciente atemporal. Así, en lugar de un inconsciente ligado a la idea de eternidad, porque si es atemporal es eterno, Lacan construye un inconsciente ligado al acontecimiento, inconsciente-acontecimiento lo llama Miller, les paso la referencia, está en Los usos del lapso, página 98, y lo diferencia de la hipótesis de inconsciente freudiana, un inconsciente por lo tanto, inferido como ya estando allí produciendo efectos. Este, el inconsciente hipótesis, que supongo estando ya allí produciendo efectos, es el inconsciente –como dije antes-, sujeto supuesto a saber, es decir, una definición del inconsciente a partir de la transferencia y que Miller nombrará luego como el inconsciente transferencial.

Se acuerdan que la oposición que establece Miller es entre inconsciente transferencial e inconsciente real, podríamos decir. En el Seminario 11 el inconsciente transferencial es el estructurado como un lenguaje, y el inconsciente real es lo que llama el inconsciente como discontinuidad, como evanescencia, como corte. Mientras que Lacan mantiene a diferencia de Freud, una distancia entre inconsciente y transferencia, por eso son dos conceptos separados, que es lo que al final de su enseñanza lo llevará a hablar –como dije recién- de inconsciente real. Así, en esta operación que Lacan consuma en su Seminario 11, es decir, al mantenerse al ras de los fenómenos, de cómo el inconsciente aparece en el discurso, se distancia del inconsciente como hipótesis, es decir, como inferido, de allí lo que se puede llamar el inconsciente-fenómeno, por remitir a esa discontinuidad que aparece para inmediatamente cerrarse, está ligado al futuro, como hemos visto como lo no realizado que busca realizarse, no es un inconsciente pasado y eterno, sino que lo que busca es realizarse. Este inconsciente futuro, que es también el inconsciente sujeto, -así lo llamó alguna vez Jacques Alain Miller-, el sujeto tachado también, es como si fuera la hiancia misma, el corte mismo, se opone así al inconsciente pasado caracterizado por Freud.

2.- El inconsciente en los discursos. Y acá, los participantes nuevos que no tengan trabajados los discursos me sabrán disculpar, pero si les parece bien, los docentes podrían retomar estas indicaciones de Jacques Alain Miller que son muy precisas. Lacan señala que el discurso del amo es el discurso del inconsciente, entonces –se pregunta Miller-, ¿dónde está el inconsciente en el discurso del inconsciente, que es el discurso del amo? Este es el discurso del amo, la doble barra en el lugar inferior, impide la relación del lugar de la producción con el lugar de la verdad, en este caso entre el a y el sujeto tachado, es el lugar precisamente del inconsciente real. Este es el discurso del amo, que Lacan dice que es el discurso del inconsciente. Entonces, ¿dónde está el inconsciente en el discurso del inconsciente, que es el discurso del amo? Por todas partes responde. Como el inconsciente sujeto, está ubicado en el lugar de la verdad, abajo a la derecha, que traiciona nuestra intención consciente con un lapsus, si yo tuviera un lapsus ahora sería eso, el inconsciente sujeto pero que irrumpe desde el lugar de la verdad; como inconsciente amo, es el que comanda con un imperativo insensato, que es el significante amo, nuestras acciones conjuntas, está el S1 en el lugar del amo. Mientras que el inconsciente esclavo, -fíjense todas las facetas y caracterizaciones que se pueden dar del inconsciente-, es el S2 como veíamos recién, el inconsciente saber que trabaja en el lugar del Otro, es decir arriba a la derecha, como un artesano que es lo que les decía antes, y donde quizás podríamos situar la caracterización que Lacan hace en Aun, Seminario 20, el inconsciente como un saber hacer, un savoir faire con lalengua. Y en el discurso analítico, pienso que podemos ubicarlo en el lugar del saber, en el lugar del S2, en el lugar de la verdad correspondiéndose con el sujeto supuesto saber; esto sería en el discurso analítico. Es decir, como un saber supuesto, como un conjunto armónico de significantes dispuesto a ser descifrado vía el sentido, que sería el de la primera caracterización que hicimos. Se corresponde a mi entender, con el inconsciente estructurado como un lenguaje, que por lo tanto equivale a una elucubración de saber sobre lalengua. Pero también, en el discurso analítico, arriba a la derecha, está el inconsciente sujeto, ya no ubicado en el lugar de la verdad, sino en el lugar del trabajo destinado a producir el enjambre de S1, los S1 de lalengua, que otorgan a cada uno su diferencia absoluta que se sitúa frente a esa hiancia fundamental, que son las dos barritas oblicuas que había señalado antes. Me refiero a la hiancia de la imposibilidad que se ubica, entre el lugar de la producción y el de la verdad, hiancia que se puede deducir, sería el inconsciente real.

3.- De Eurídices, dos veces perdida al “esp de un laps“.

En su Seminario 11, Lacan recurre al mito de Orfeo y Eurídice para dar una metáfora del nuevo inconsciente que él allí promueve, ligado a una discontinuidad, a una vacilación, a la manifestación de una hiancia en una pulsación temporal. Es en dicho contexto que afirma lo que leí antes: “Para dejarme llevar por una metáfora, Eurídice dos veces perdida es la imagen más palpable que puede darse, en el mito, de la relación del Orfeo analista con el inconsciente”. ¿Cómo entender esta figura, la imagen que propone Lacan?, recordemos lo que dice el mito: Eurídice era una dríade (ninfa) y era a la vez esposa de Orfeo (poeta y músico divino con su lira), quien amaba profundamente a su bella esposa. Una vez en que la bella Eurídice caminaba en uno de sus paseos, por un prado de Tracia fue vista -según Virgilio- por Aristeo, quien prendado inmediatamente de ella, la persigue para hacerla suya. Ella escapa con gran velocidad y miedo, pues su corazón sólo le pertenece a Orfeo. En su huida, Eurídice es mordida por una serpiente y muere. Orfeo, desconsolado la llora y su desesperación no encuentra consuelo, por lo que toma la arriesgada decisión de ir en busca de su dulce y amada esposa al Hades, la tierra de los muertos. Con su dulce canto y su poesías, Orfeo logró conmover a Caronte, quien lo deja atravesar el río Estigia, límite entre el mundo de los vivos y los muertos, -ven que son dos orillas-, después, también con sus habilidades artísticas Orfeo logra convencer a Perséfone y a Hades de que le permitan llevarse a Eurídice. Las divinidades subterráneas aceptan que se la lleve, pero Orfeo debe prometer que no intentará ver a su esposa hasta que la haya llevado a la luz del sol. Entonces, según lo convenido, Eurídice seguía a Orfeo en el camino hacia la luz, y en el momento en que estaban a punto de abandonar las oscuras profundidades, -podríamos decir la opacidad de las oscuras profundidades-,Orfeo tuvo dudas, -bien obsesivo, empezó a dudar. Así, empezó a pensar en la posibilidad de que Perséfone lo hubiera engañado y que Eurídice no viniera tras él, por lo que no pudo soportar la tentación y se volvió para mirarla y corroborar que ella venía con él. Cuando esto ocurrió, Eurídice fue arrastrada por una fuerza irresistible otra vez hacia el Hades. Orfeo, desesperado, intenta ir de nuevo a rescatar a su amada, pero esta vez Caronte no se lo permite. Así, Orfeo regresó a la Tierra solo y desamparado, y mantuvo fidelidad a su esposa hasta su muerte. Se ve dos veces perdida, porque la pierde una vez cuando muere y va hacia las profundidades del Hades, y la pierde la segunda vez cuando quiso ir a rescatarla pero gira y la mira. ¿Cómo no ver en lo que esta metáfora sugiere sino una anticipación de lo que llevaría a Lacan, trece años más tarde, – es decir en el ’77-, a indicar que cuando uno presta atención ya no se está en el inconsciente? Así, en1977, en un texto muy trabajado últimamente -pero no seguramente para los jóvenes nuevos participantes del seminario-, que se llama “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11″, que está publicado en los Otros escritos, en la página 599. Ahí Lacan decía “Cuando el esp de un laps, o sea, puesto que no escribo sino en francés, el espacio de un lapsus, ya no tiene ningún alcance de sentido (o interpretación), solo entonces uno está seguro de estar en el inconsciente. Uno lo sabe, uno mismo. El acento puesto en el uno. Y agrega: “Pero basta que se le preste atención para salir de él. No hay allí amistad que a ese inconsciente lo soporte.” Resulta claro que en esta tardía caracterización que lleva a Lacan a hablar de inconsciente real, basta que al inconsciente se le preste atención –tal como Orfeo a Eurídice en el mito- para que uno ya no esté en él, es decir, para perder, por segunda vez a Eurídice. Que Lacan diga que a ese inconsciente, el inconsciente real, no hay amistad que lo soporte, indica que sólo se está en el inconsciente cuando S1 y S2, significante 1 y significante 2, no hacen cadena. Y es precisamente eso lo que Lacan comienza explorar en el Seminario 11 al diferenciar el inconsciente freudiano, el que se estructura como un lenguaje, es decir, como sentido que proviene siempre del gran Otro, o que hace existir al gran Otro, y el inconsciente lacaniano como manifestación de una pura hiancia, de esa discontinuidad evanescente en una pulsación temporal, índice del punto donde no hay amistad entre S1 y S2.

Lo que ocurre, tal como señala Jacques-Alain Miller, -esto está en El ultimísimo Lacan, página 27-, es que “el esp de un laps tampoco es un aerolito en la reflexión de Lacan.” Muy por el contrario, se puede constatar que Lacan ordeno siempre el decir según un imposible de decir y es por eso que se pueden seguir las transformaciones de ese imposible de decir a lo largo de su enseñanza. Podríamos decir que el inconsciente lacaniano, podemos llamarlo también como el imposible de decir. Tan es así, que se puede localizar en su escrito, que es de 1958, “La dirección de la cura y los principios de su poder” el camino que Lacan dejó abierto para acentuar en 1977 el imposible de decir propio del inconsciente. Se trata de lo que en dicho escrito nombra como la incompatibilidad del deseo con la palabra. Allí señala: “Que puesto que no se pone ningún obstáculo a la confesión del deseo, es hacia eso hacia donde el sujeto es dirigido e incluso canalizado… (y)… que la resistencia a esa confesión (…) no puede consistir en nada sino en la incompatibilidad del deseo con la palabra.” Y Miller no duda en destacar que en este párrafo se encuentra, aunque no desarrollado del mismo modo que en el esp de un laps, el mismo imposible de decir.

Y ahora concluyo con el último punto, que tocaría lo que podemos llamar, el inconsciente actual. Podríamos decir que el inconsciente actual del lado de la orientación lacaniana, es el inconsciente real, pero del lado del esfuerzo de la traducción neurocogniva del psicoanálisis, tenemos otro tipo de inconsciente que se quiere promover y que acá creo que no lo mencioné. Es el Proyecto Kandel, de Eric Kandel, premio nobel, un neurocientífico que promovió fuertemente -y algunas asociaciones de la IPA siguen y siguieron esa orientación-, reconducir el psicoanálisis a la neurobiología, a la neurociencia, que era casualmente el proyecto original para el Instituto de Psicoanálisis del conocido Nacht, que es el rival de Lacan cuando ellos en el año ’50, promovían dos modelos de institutos diferentes. Lacan inclusive pone como epígrafe de “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, lo que es el exergo que utiliza Nacht para promover el psicoanálisis reconduciéndolo a lo que sería la madre de todas las ciencias que es la neurobiología. Fíjense cómo desde aquel momento estamos en esta lucha, entonces a este último punto lo llamo El Cristóbal Colón de las neurociencias.

Tal vez recuerden que durante las Jornadas de la Red de la EOL del año pasado y durante el último Congreso de la AMP en Barcelona, propuse encarar una clínica de las subjetividades sin causa, es decir de las subjetividades que pueden deducirse de la alianza del discurso capitalista con el discurso de la ciencia. Esto, dije en esas oportunidades, lleva necesariamente a la elisión, al rechazo, de esa hiancia fundamental sobre la que se asientan los discursos tradicionales, esa doble barra que se escribe en los discursos que mostré antes, y, por ende, a una forclusión de la causa. Según lo que dije antes, dicha alianza lógicamente lleva a una elisión, una exclusión del inconsciente real. De allí la importancia crucial de sostener aún esta noción de inconsciente como hiancia, como pulsación temporal, es decir, el inconsciente real, para hacer frente a los intentos de reabsorber el inconsciente en un saber supuestamente cifrado localizado en el cerebro. Es bien sabido que utilizan el viejo texto freudiano “Proyecto de una psicología científica para neurólogos” para decir “esto es lo que descubrió Freud con antelación”, y ahora la neurociencia lo tomó. Como ejemplo de ello veamos lo que dice un tal Lionel Nakache, respecto de una investigación del Centro de Investigaciones científicas de Francia, en un libro titulado El nuevo inconsciente. Freud, Cristóbal Colón de las neurociencias, que aún no tiene traducción castellana. Dice así: “Los invito en este libro a una nueva odisea, ubicada bajo los auspicios de las neurociencias del espíritu. Más allá de las analogías y de las oposiciones entre el inconsciente freudiano y el inconsciente cognitivo, -o sea que tenemos un inconsciente cognitivo-, mostraré que la postura misma del discurso freudiano detenta una clave esencial de nuestra facultad de construir nuestro pensamiento consciente. Esta clave de la consciencia descubierta por Freud, sin saberlo, puede hoy ser plenamente comprendida a la luz de las experiencias recientes de las neurociencias del espíritu.” “A imagen de Colón que nos hizo el regalo de un nuevo continente, reconocemos en el “inconsciente” de Freud un inmenso descubrimiento, -no dice invención, dice descubrimiento-, psicológico que ha revolucionado el conocimiento que teníamos de nosotros mismos. La analogía entre estos dos viajeros no se limita sin embargo a este primer punto. A imagen de Colón que exploraba las Américas estando persuadido de descubrir las Indias, Freud cometió el también un error. El “error de Freud” fue el creer descubrir el inconsciente, cuando él nos develaba la esencia profunda de nuestra consciencia!”.

Interesante el artilugio, la vuelta, la pirueta que hace efectivamente para suturar el descubrimiento, la invención freudiana.

Entonces, para concluir, veamos cómo Lacan respondía anticipadamente, en 1978 –porque este texto es de 2006-, a una semejante propuesta, que es la de subsumir el inconsciente freudiano en el supuesto fundamento neuronal de una consciencia bien orientada. Y ahora les cito una intervención de Lacan en el seminario del profesor Deniker, que es un párrafo formidable. Lacan dice así: “Lo Simbólico, en relación a lo Real, lo Simbólico, es decir el lenguaje, es lo que enuncia, lo que puede ser enunciado bajo el nombre de inconsciente. Es en eso que lo Real, es el inconsciente: eso quiere decir algo que he definido como lo imposible. El inconsciente, es lo imposible: a saber, es lo que se construye con el lenguaje, en otros términos, una estafa.” Es la noción que a Lacan lo preocupaba en su última enseñanza sobre lo que llamó la estafa psicoanalítica, cuando ponía en cuestión que no se toca lo real con la intervención analítica. Prosigue: “El inconsciente, es lo Simbólico, -ya acá la cosa se empieza a complicar bastante porque antes dijo que era lo real y lo imposible-, y es en eso que sujeta a lo Real. Sujeta a lo Real e incluso, lo comanda. Es en eso que el lenguaje rige a lo Real. Por eso yo enuncio que lo Real, es lo imposible: es absolutamente imposible que el lenguaje rija a lo real. Ahí ya uno empieza a desesperarse porque no entiende nada, qué le pasaba a Lacan, si estaba mal porque ya era muy mayor, y concluye: Es igualmente imposible que algo se presente como no orientable. Es lo que me ha llevado a simbolizar con lo que se llama una banda de Moebius lo que es del inconsciente. En el inconsciente, uno está desorientado.” Es con lo que comencé esta intervención y espero no haberme desorientado tanto durante la exposición, para que hayan quedado por lo menos con esa brújula inicial, líneas de fuerza para el trabajo que van a realizar durante todo el año.

Esta escritura de Lacan, esta intervención, no es porque estaba muy viejito, es una escritura notablemente topológica, y fundamentalmente porque anula el principio de contradicción; en el inconsciente no existe el principio de contradicción o de no contradicción digamos, se puede ser una cosa y la opuesta al mismo tiempo. Y por eso uno en el inconsciente se desorienta. Creo que paradojalmente, esta es la orientación que nos da y nos dio Lacan. Gracias.

Paula Vallejo: -La verdad es que nos tuvo cautivados, fue una exposición moebiana, topológica, porque empezamos y tocamos la otra punta en ese recorrido. Tengo la impresión, -ya lo iremos viendo-, de que efectivamente se cartografió un poco el recorrido, se hizo una especie de brújula para llevar, y seguramente tendremos que interrogar un montón de cosas, esta última frase es bastante complicada. Pero habla de eso que se escapa, no hay manera y a la vez es la ilusión de todo neurótico, de querer atrapar y reducir el inconsciente y en definitiva eso nunca se reduce. Hace falta todo un análisis para llegar a eso, a saber eso. Si alguien quiere hacer un comentario, vamos abriendo el micrófono.

Andrea Perazzo: –Quisiera decir algo que me ha causado esta orientación, esta conferencia de orientación para este trabajo. Podría empezar con el principio de este valor clínico, el principio de nuestra práctica, con esto de no suturar la causa, que me pareció importantísimo. Y el valor que Leonardo le da a las referencias de Lacan, o sea no leer los seminarios sin detenernos en la referencia, como cuando traés lo del mito de Orfeo y Eurídice y el punto de este principio de nuestra práctica, me parece fundamental, con todo el recorrido de la lectura de esta clase del Seminario 11, por el seminario 6, el 10, el 15, el 20, el 21, el 24, en relación a los Otros escritos, la reseña de su enseñanza, después tenemos “La Dirección de la cura”, El escabel número 2, con la clase de Miller pasamos por el deseo de Lacan, Los usos del lapso, El ultimísimo, El banquete. Te agradezco, porque esto nos lleva a ir estudiando con varios libros, sin olvidar las referencias, pero con algo fundamental que es esta perla clínica que nos sirve de orientación: no suturar la hiancia. Cómo empezar a trabajar esta clase de este seminario, con algo que no tenemos que olvidar todo el tiempo y que tenemos que ponerlo a control en eso. Por supuesto, en el inconsciente, uno está desorientado, a mí me causa trabajar eso también, así que agradezco este recorrido.

Christian Ríos: -Buenos días, gracias Leonardo por este recorrido muy interesante. Te quería preguntar en torno al título de la conferencia, a medida que ibas desarrollando estas diferentes perspectivas en torno a la categoría de inconsciente. Me surgió la pregunta sobre el término actual, que hacia el final de tu conferencia fuiste ahí, yo pensaba el actual tal como lo planteaste en relación al inconsciente real, y lo que quería preguntar es si ese término actual también lo podríamos referir a un momento de la elaboración de la enseñanza de Lacan, pero si también lo podríamos referir a la actualidad de la época en relación a la práctica analítica. ¿Cómo pensar el inconsciente en la actualidad de la práctica analítica?

Leonardo Gorostiza: -Algo plantee en el texto, que es la idea de mantener precisamente abierta la dimensión de la causa, la hiancia, y no suturar así como hicieron los pos freudianos, conceptualmente, no olvidar esa dimensión de abertura del inconsciente, suturándolo con una dimensión psicologizante, eso lo trasladamos a la práctica, es lo mismo. Hay que evitar en la práctica suturar la dimensión de la causa, pero al mismo tiempo lo tuyo incluye otra cuestión, que es que se debatió mucho durante el año 2008, cuando fue todo el auge en nuestro ámbito del psicoanálisis aplicado y de los CPCT, que es la idea de si puede haber una práctica analítica que haga un cortocircuito del inconsciente. Ese era el nombre de un texto del colega Cotett, que ya no está con nosotros, que era cortocicuitar el inconsciente. En los tratamientos breves, de tiempo limitado, había que evitar el desarrollo de -diríamos- el inconsciente transferencial, por ende, la instalación del sujeto supuesto al saber. Es toda una cuestión, porque en realidad se trata de tener un sujeto responsable cuando hablamos de la dimensión de la causa. Lacan en “La ciencia y la verdad”, hace una juntura inédita entre el sujeto de la ciencia, que es el sujeto del inconsciente determinado por los significantes, y el sujeto de la responsabilidad. Entonces, la cuestión es cómo, en la práctica analítica, manteniendo abierta la dimensión de la causa, que es la del inconsciente como hiancia, producir un sujeto responsable que es un sujeto responsable de los dichos, de sus dichos. A mi entender, es poco probable que podamos prescindir de la instalación del inconsciente transferencial, que hay una antecedencia de la dimensión del amor de transferencia con respecto a la instalación de un sujeto supuesto al saber, pero es necesario para que se ordenen los elementos del discurso analítico, la transferencia vía el amor, no porque se ame al analista o se ame al saber supuesto, sino que esa es la condición misma de que el sujeto supuesto al saber se instale. Es decir, no me queda del todo claro que podamos prescindir del inconsciente que caractericé en el primer punto de la articulación. Eso se tiene que producir de alguna manera porque conlleva al mismo tiempo la efectuación del sujeto responsable de sus dichos, que es lo que nos conduce a la responsabilidad por su goce.

Paula Vallejo: -Yo pensaba lo que decía Leonardo, que sin prescindir del inconsciente de entrada, lo que uno hace -porque eso se lee en filigrana de todo la exposición, se lee la práctica, la clínica, cuál es la posición del analista en la clínica- es no favorecer precisamente la idea del inconsciente saber, sino hacer existir el inconsciente real.

Leonardo Gorostiza: -En ese texto de Miller que se llama “La palabra que hiere”, publicado en Lacaniana, él allí dice, que hay un lazo entre interpretación e inconsciente. Uno podría decir “dime cómo interpretas y te diré qué concepto de inconsciente tienes”. Es un texto reciente, dice que el análisis no puede transitar sino en una atmósfera interpretativa, que hay que generar el clima, la atmósfera de la búsqueda de sentido, pero eso no implica que el analista redoble el sentido, sino que una vez producido ese efecto, se trata de ir en contra de eso, ayudando a que el analizante vaya produciendo su sentido, su saber para que eso se vaya reduciendo. Y eso se logra en la medida en que siempre la intervención analítica, cuando es afortunada, puede dejar libre, vacío, el lugar de la causa.

José Damiano: -Gracias por la conferencia, me dieron muchas ganas de volver a leer el Seminario 11. Y me pareció muy útil, con muchas cosas para desarrollar durante el año, la articulación que hiciste entre el inconsciente en el Seminario 11 y los discursos. Me acordaba que, al comienzo del Seminario del Campo Freudiano de La Plata, con Gerardo Arenas y Eduardo Suárez, hicimos un programa de estudio con el Seminario 11, pero tomábamos una indicación de Miller en El ultimísimo Lacan, en donde él propone estudiarlo alterando el orden de los conceptos. Es decir, poniendo inconsciente y transferencia de un lado, y repetición y pulsión del otro, y haciendo corresponder el inconsciente transferencial al concepto de inconsciente y transferencia y el inconsciente real, empujarlo para el lado de repetición y pulsión. Y creo que hoy le has dado una actualidad fundamental. Y la otra observación era que, leyendo con un grupo de lectura el Seminario 10, hay una oración de Lacan, él está hablando de las metáforas de órgano, -digo por la actualidad que le diste a esta temática del neurocognitivismo; el psicoanálisis versus el neurocognitivismo-. Ahí habla de la metáfora del corazón, toda la civilización tomó esa metáfora como un órgano al que le atribuimos sentimientos, amor, y el cerebro como una metáfora de órgano, al que le atribuimos las funciones cognitivas. Y la novedad era que él dice que para los semitas, el corazón era el órgano de la inteligencia, el órgano de las funciones cognitivas, me pareció muy interesante como otra manera de debatir con el neurocognitivismo, de qué real habla cada uno. Muchas gracias Leonardo.

Mariana Isasi: -Gracias Leonardo. Mi pregunta apunta a la tercera caracterización que hizo del inconsciente, el de la pulsación temporal, el del problema de Lacan. Y la pregunta es si sólo toma de la pulsión la pulsación, si solamente toma la dimensión temporal, el esfínter, pero si hay algo más de lo que toma ahí de un esfínter, porque usted dijo que ese inconsciente incluye o toma como referencia al cuerpo pulsional, lugar del goce, y que en ese seminario Lacan hace una lectura de los conceptos luego de haber inventado el objeto a. ¿Cómo ejemplificar esta unión entre el inconsciente y el goce?, y si algo de esto tiene que ver con la noción de ser hablante.

Leonardo Gorostiza: -Sí, la noción de parletre, el habla ser como se tradujo. Sí, efectivamente es como un modo de juntar la dimensión significante con la del cuerpo, el sujeto y el cuerpo. Lo que decía antes Pepe, recuerdo esa indicación de Miller respecto a cómo articular inconsciente y transferencia, repetición y pulsión, es decir, que todo se juega en términos de aquello, hay un capítulo que es el 3 del Seminario 11, “El sujeto de la certeza”, la búsqueda de la certeza. Es decir que, del lado del sujeto, del lado del lado del inconsciente, del lado del significante, tenemos la dimensión más evanescente; del lado de la repetición, de la pulsión, tendríamos la certidumbre. Y toda la problemática de Lacan tiene muchas consecuencias clínicas, es ver cómo se articulan ambos y cómo responde la dimensión de la certidumbre pulsional y de la repetición, a lo que sería la evanescencia del sujeto y del significante. Parletre es un modo de nombrar esa articulación, es cierto que Miller insiste en que se trata de reintroducir el cuerpo en relación al sujeto, pero es cierto que Lacan dice habla ser, y el ser no es exactamente el cuerpo, porque el ser es semblante, por lo menos en la ultimísima enseñanza. En un momento dado, el ser es lo más corporal porque el objeto a es el ser, lo que da el ser como complemento de la falta en ser del sujeto dividido. Tu última pregunta la tomaría más bien para hacer una precisión, yo ubiqué la tercera caracterización, la pulsación temporal en relación a la pulsión, lo que queda en claro es que no es lo mismo la pulsión que el inconsciente, sino que el inconsciente o pulsación temporal como apertura y cierre, es lo que del inconsciente se articula con la pulsión y con el esfínter, se cierra, pero no son lo mismo. La respuesta a esto es precisamente el texto que mencioné que es la “Respuesta a Marcel Ritter”, cuando Ritter le pregunta si el real del ombligo del sueño es lo mismo que el real pulsional, y Lacan dice con todas las letras “no, para nada”, porque en cierto modo la pulsión y el objeto a, también van a funcionar como un tapón, una respuesta a la hiancia del inconsciente y hay que leerla más del lado del ombligo del sueño, del significante del Otro tachado. Son dos dimensiones de imposibilidad diferentes, hasta me parece que en la pulsión, no existe el imposible, porque Freud mismo decía que en la pulsión en sí misma hay algo que no le permite la satisfacción total. Pero en la pulsión, el sujeto es feliz, goza sin saberlo, y más bien la idea es que la intervención analítica pueda introducir un límite, un imposible a ese todo logro, todo tensión de satisfacción aunque sea displacentera de la pulsión. Y en ese sentido, la pulsión viene como con su opacidad, tomando el tema que trabajamos en la última jornada de la sección La Plata que era “La injuria y su opacidad”. La opacidad de la pulsión no es la misma que la opacidad del ombligo del sueño, de la carencia de un significante en la estructura.

Alberto Justo: -Una pregunta concreta, en relación al estatuto de la hiancia, ya no en el empalme con la neurosis sino con la psicosis a partir del concepto de holofrase. Lacan en ese capítulo introduce la perspectiva de la psicosis en relación al cuerpo, por eso toma la debilidad mental, la hipocondría y la esquizofrenia, como una forma de pensar a la psicosis ya no articulada a la forclusión del nombre del padre sino a este concepto de holofrase articulador de ese primer par. Si se lo puede pensar en esa dirección.

Leonardo Gorostiza:-A ver, si recuerdo bien, las tres fórmulas que da son la psicosis, la esquizofrenia, no recuerdo si dice la hipocondría, creo que en el Seminario 11 se refiere al fenómeno psicosomático, no es lo mismo que la hipocondría. Pero ahí hay una diferencia entre lo que sería el Seminario 11 y la ultimísima enseñanza, porque esta hiancia que Lacan ubica en el Seminario 11 evidentemente es una hiancia que está en el juego de la relación entre un significante con otro significante, por eso es equivalente en cierto modo al sujeto dividido, el inconsciente como sujeto. En la psicosis, la psicotización del débil, el fenómeno psicosomático, si hay holofrase no tengo lo que Lacan llama allí una abertura dialéctica entre S1 y S2, y desde esa perspectiva uno podría decir que, siguiendo el Seminario 11, en la psicosis lo que falla es la operación de separación, ya que esa operación cierra la causación del sujeto. Es decir, tiene que ser una alienación a un S1 primero, luego la operación de separación, que es la cesión de un objeto, sería la localización del goce en las zonas pulsionales, para que advenga el segundo significante. Entonces allí la hiancia estaría neuróticamente situada, ahora, en el ultimísimo Lacan con el “todo el mundo es loco”, es decir, delirante, con el tema del S1, la cuestión que se podría trabajar y podríamos decir que no es lo mismo el inconsciente real que se esboza a la altura del Seminario 11, como hemos visto que lo dice, que el inconsciente real de la ultimísima enseñanza, porque ese inconsciente real ya no es tanto la hiancia sino que es el agujero lo que está en juego. No es la hiancia entre un significante y otro, sino la dimensión del agujero, y en ese caso eso está presente tanto en la psicosis como en la neurosis. Tal vez uno podría decir clínicamente ¿el psicótico se pregunta por la causa? En general, en los extremos se pregunta por la causa de qué quieren aquellos supongamos; chiflados que me están mandando signos a cada rato. Pero parte de la certeza, no está en el campo de la creencia que es otra cuestión que trabaja Lacan en relación a la hiancia, la abertura dialéctica entre S1 y S2. Pero no estaría mal porque yo hice hincapié en cómo deja abierta una puerta muy importante para lo que va a desarrollar después, pero no es lo mismo decir que él deja ahí abierta una puerta para llegar al inconsciente real, a decir que ya allí dijo que el inconsciente es real. Son dos cosas distintas.

Belén Zubillaga: -Si no entendí mal, usted planteó el amor como opuesto al inconsciente o en la orilla opuesta del inconsciente. Es un tema que me interesa, entonces cómo pensar el amor al inconsciente, de qué tipo de amor se trata el amor al inconsciente, planteándolo en términos del “Seminario 21” y lo que Miller retoma en Sutilezas, y si no se trata de amor la relación de un inconsciente en un análisis, ¿de qué se trata?

Leonardo Gorostiza: -Muy buena pregunta, yo no lo dije eso, leí lo que dice Lacan en el Seminario 11 en el contexto del mito de Orfeo y Eurídice. En cierto modo es porque la ama tanto que la pierde por segunda vez, en el mito es eso, él empieza a dudar de si efectivamente la tenía o no con él, y cuando la mira, desaparece. En el contexto del Seminario 11, es ahí donde está esta referencia, justo está la cuestión del río que divide el mundo de los muertos y el de los vivos, que es lo que tiene que atravesar, dice “está en la orilla opuesta”. Creo que hay que pensarlo del lado de la transferencia cuando se produce como puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente, que no es sino el emplazamiento de la pulsión, eso funciona como un tapón que se recubre amorosamente supongamos, puede ser también el odio, la agresividad, la transferencia negativa en el sentido del enojo con el analista. Pero en ese punto se produce el cierre del inconsciente, como sujeto supuesto al saber, pero ese cierre no es sino porque se emplazó y taponó el objeto a en transferencia y se revistió de amor. Entonces allí habría una oposición entre el inconsciente como hiancia, que abre a la vía del inconsciente como sentido y el amor. Esto es un lindo tema para trabajarlo.

Gabriel Tanevitch: -Gracias Leonardo por la exposición. Vos planteabas la relación del inconsciente en relación a los discursos, ¿cómo pensarlo en relación a la psicosis en tanto fuera de discurso? Y después, en relación al autismo y el inconsciente, ¿cómo pensar en el autismo en tanto no hay un circuito pulsional?

Leonardo Gorostiza: -Las referencias que tomé son de Los usos del lapso, allí es donde Miller trabaja el inconsciente, dónde está el inconsciente en el discurso analítico, en el discurso del amor, que es el discurso del inconsciente y todas esas formulaciones. Pero si tomamos la cuestión de los discursos y las psicosis, el nivel de autismo está por fuera de discurso, efectivamente estas caracterizaciones hay que resituarlas. En ese sentido, podríamos retomar la vieja reformulación de Lacan del psicótico o el loco como mártir del inconsciente, pero no es el inconsciente de la experiencia analítica en el sentido donde el discurso se puede emplazar.

Gabriel Tanevitch: -Y pensaba si se puede decir en relación al autismo, en cuanto en relación a lalengua, enjambre de significantes, si se puede decir como en la psicosis el inconsciente a cielo abierto, decir pensar lalengua a cielo abierto en relación al autismo, para pensar el inconsciente ahí.

Leonardo Gorostiza: -Bien, me parece que una vez situado las cuestiones fundamentales del concepto, explorar estas otras estructuras. Y creo que lo tuyo es una afirmación, creo que es lalengua la que está ahí como ronroneando. Por eso creo que Lacan dice que los autistas son sujetos verbosos.

Paula Vallejo: -Hemos tenido una excelente mañana de trabajo, y esperemos que este año, si bien entramos por el amor al inconsciente, también en este curso podamos amar un poco menos al inconsciente, -que es algo que en realidad uno obtiene de su análisis-, pero sin dejar de tenerlo presente. Muchas gracias Leonardo en nombre de todos.

(Versión no corregida por el autor).

NOTAS

  1. Gorostiza, L. “De Eurídice dos veces perdida al esp d´un laps

Agenda

ABRIL

Miércoles 03

– 15.30hs: Seminario de Casos I
– 17.00hs: Seminario Clínico
– 18.30hs: Seminario Introductorio

Sábado 06

– 10.00hs: Seminario de Casos III
– 11.30hs: Taller de Escritura

Miércoles 10

– 15.30hs: Seminario de Casos II
– 17.00hs: Seminario de Lectura de Lacan
– 18.30hs: Seminario de Lectura de Miller

Sábado 13

– 10.00hs: Seminario de Casos IV

Miércoles 17

– 15.30hs: Seminario de Casos I
– 17.00hs: Seminario Clínico
– 18.30hs: Seminario Introductorio

Sábado 20

– 10.00hs: Seminario de Casos III
– 11.30hs: Taller de Escritura

Miércoles 24

– 17.00hs: Seminario de Lectura de Lacan
– 18.30hs: Seminario de Lectura de Miller

Sábado 27

– 11.30hs: Seminario Avanzado