Clase 15 – 8 de noviembre de 2023
Reseña por Stella López
Para esta fecha, se proponen las clases XXVI “Los circuitos del deseo”; XXVII “Una salida por el síntoma” y XXVIII “Tú eres ese a quien odias” del Seminario 5 de Lacan, clases que se encuentran a mi cargo.
Inicialmente, se retoma la observación de la clase anterior acerca de una neurótica obsesiva, en un recorrido centrado en el fenómeno de la conciencia de la envidia del falo, para acentuar cómo Lacan insiste en la dialéctica del ser y del tener válida para hombre y mujer.
Seguidamente, se ubica la noción de interpretación y la crítica lacaniana a la interpretación de la época, que descansa en “sistemas sádicos, reacciones de culpa” y “la agresividad”. A esta última se la distingue de la violencia.
Me centro en el punto 3. “¿Qué quiere decir el síntoma?” Su ubicación en el esquema, así como las consecuencias extraídas en la página 474 a partir de “todo lo que está reprimido en el sujeto es el complejo de castración, es el significante de la A, que se articula en el complejo de castración, pero que no está por fuerza, ni está nunca totalmente, articulado”. Además, lo que implica el significante con respecto al significado en la formación de todo síntoma, tal como Freud lo articuló. La relación del significante con la posición del sujeto dependiente de la demanda es lo que le permite situar dónde se encuentra el problema del neurótico.
En la clase, se acentúa la distinción para histeria y obsesión entre deseo/demanda, deteniéndonos en el deseo, dx para la histeria, y d0 para la obsesión. Se revisa así la obsesión y el deseo del Otro, el objeto, la desunión de las pulsiones, el aislamiento y la consecuencia que para la obsesión tiene “el primer acceso a su deseo pasó, como para todo sujeto, por el deseo del Otro y este deseo fue de entrada destruido, anulado” (p. 475).
También se plantea, tanto las relaciones del obsesivo con su cónyuge, como las características de la demanda en los niños futuros obsesivos.
La importancia en la obsesión de la fórmula verbal nos permitió localizar al blasfemo como aquel que hace caer el significante a la categoría del objeto, ejemplificado con la cólera furiosa del “Hombre de las Ratas” contra el padre.
Posteriormente, se aborda la clase XXVII “Una salida por el síntoma”.
Aquí, Lacan se sirve nuevamente del grafo del deseo. Se destaca cómo “el conjunto del comportamiento neurótico se presenta como una palabra (…) desconocida por el sujeto en cuanto al sentido.” (p. 485) La distinción en el Otro, “definido como el lugar de la palabra”, sin embargo, no es “captada como sujeto en su alteridad. El Otro es invocado cada vez que hay palabra.” (p. 485)
Ese Otro de quien no sabemos cómo acoge nuestra demanda, interviene en nuestra estrategia, se convierte en nuestro Unbewusst (inconsciente) y realiza una posición paradójica del discurso, “el inconsciente es el discurso del Otro” (p. 486). Si bien en ese lugar de la palabra hacemos vivir a un Otro capaz de respondernos, nos resulta opaco, hay algo que no conocemos. Si el Otro ya no responde, el sujeto se ve “remitido a la confrontación con su propia demanda, en forma de significantes (…) el analista no es más que el lugar de la palabra, una oreja que escucha y no responde.” (p. 487) Esto es lo que empuja al sujeto a desprenderse de aquella forma de demanda que se llaman fases oral, anal, etc., fases que no son progresivas. La lectura que realiza Lacan es que se trata de significantes. Así, las denominadas fase oral o fase anal son las formas en que el sujeto articula su demanda de los significantes, los cuales se formaron en tal o cual etapa de su desarrollo y le servían para articular su demanda. Se desprendió de esto los conceptos de fijación y regresión, para luego situar el delirio de celos, donde Lacan enfatiza la función de los mismos en la clínica y en su abordaje en el dispositivo analítico.
Posteriormente, se tomó el aporte de Lectura del Seminario 5 de Jaques Lacan, de Miller, en el momento en que Eric Laurent toma la palabra bajo el subtítulo de salidas -en plural- por el síntoma, situando en ese artículo cuando el sujeto va hacia el ideal, ¿cómo hace para recuperar el falo?
La solución que muestra Lacan es que, al alejarse de ser el falo, el sujeto termina despejando su lugar. Paradójicamente, el sujeto recupera el falo pues, una vez vaciado, puede ocuparlo.
Hay salidas por el síntoma en las que el sujeto recupera el falo de modo equivocado.
De esta manera, se leyó el caso de la obsesión femenina analizada por Bouvet en la cual el resultado: “es que ni una de las obsesiones ha cedido (…) simplemente se producen y son experimentadas sin culpabilidad.” (Lacan, p. 499) Durante toda su vida ha sentido un terror sagrado hacia su hijo, a quien, una vez finalizado su tratamiento, manda a su analista. Esto es: le ofrece su falo. Se acentuó el carácter de acting out que constituyó esta salida, mostrando a la vez, según la lectura de Lacan, lo que debería haber sido analizado: “el hijo ocupa el lugar que no ha sido trabajado y elucidado en el tratamiento.” (p. 500)
Finalmente, del capítulo XXVIII, se abordó la demanda de muerte y lo que llamamos la muerte de la demanda. Esto dio lugar a que, luego, se conversara sobre la defensa, retomando, tanto Christian como Verónica, clases anteriores.
Más tarde, se realizaron consideraciones a la luz del grafo del deseo de la ubicación del súper yo, ubicado, en este momento, en la línea inferior del grafo. Asimismo, la culpa es situada a nivel del deseo, una demanda sentida como prohibida; en tanto, el mandamiento se posiciona en la línea superior del grafo. Finalmente, se conversó dando lugar a consideraciones clínicas y articulaciones que se encuentran en los seminarios siguientes de la enseñanza de Lacan.