Seminario del Campo Freudiano - Sección La Plata de la EOL

Seminario de Lectura de Jacques Lacan- Clase 12

Clase 12 – 27 de septiembre de 2023

Reseña por Sofía Revello

Christian Martín y Carmen Pichaud abordaron en el encuentro las clases XXII “El deseo del Otro” y XXIII “El obsesivo y su deseo”, del Seminario 5. En relación con las clases anteriores, se apuntó a continuar el recorrido de Lacan durante este Seminario sobre la elaboración progresivamente más precisada del papel del falo, diferenciándolo de los enfoques vinculados a la noción del falo como objeto parcial. Enfoques que, como Lacan enunció previamente, se dan en el interior de un fantasma. Se retomaron estas cuestiones, pero poniendo mayor énfasis en el deseo del obsesivo en comparación con el deseo histérico.

Lacan toma allí tres artículos de Maurice Bouvet que abordaban la dirección de la cura en la obsesión, predominante en la época, orientados bajo lo que sería “la buena relación con el objeto”, ubicando al falo como un objeto parcial del que habría que obtener “la buena distancia”. Es decir, se apuntaba a operar principalmente sobre los fantasmas (bajo el modo de dosificación, barreras, frenos), de manera tal que le permitiera al sujeto de la neurosis obsesiva entrar en nuevas relaciones con el objeto. Se apuntaba a encontrar así la buena colocación respecto de lo que sería una genitalidad adulta. El objetivo era conseguir que manejara el falo en una especie de distancia correcta que no fuese tan excesiva de manera de resultarle inalcanzable, ni tan próxima como para que lo perturbara. Lacan dice que un análisis dirigido de esta forma “ocurre como en una especie de ascesis” (p. 398), y en su lugar propone articular las cosas de otro modo: “ir paso a paso y empezar a criticar la noción del falo como objeto parcial, cuyo empleo actual, que supone claros peligros, hemos de poner en su sitio” (p. 400).

En su exposición, Carmen ilustró cuál es este sitio que Lacan le dará a lo largo de la última parte del Seminario. Apoyada en la lectura que hace Miller en su texto Lectura del Seminario 5, mencionó que el énfasis, aquello que se puede leer en todo el recorrido del capítulo XXII, es el paso que da Lacan al tomar el falo como significado y elevarlo a la calidad de significante. Así, recorrió lo expuesto en las páginas 401 y 402 del Seminario, donde Lacan establece que el paso del sujeto por los desfiladeros de la demanda, a partir de la transformación de la necesidad, no basta para constituir al Sujeto. Lo que se necesita es otro campo, el del más allá de la demanda, al que le dará una importancia crucial. Este será el lugar topólogico donde se articulará el significante del deseo (Φ). De esta manera, Lacan enuncia que para que se constituya un sujeto satisfactorio se necesita algo más que la demanda del Otro; en este campo más allá tiene que haber una articulación, tiene que estar articulado el significante fálico en calidad de significante.

Carmen resaltó que aquí opera una “coincidencia entre la línea donde se inscribe la pulsión y el lugar asignado a la Φ mayúscula en el más allá de la demanda – debido a la necesidad estructural de que algo se superponga al conjunto de los significantes para hacer de él un significado”. Se produce ese pasaje que Carmen enunció de manera preliminar: pasar del falo como significado a elevarlo a la calidad de significante, en tanto lo toma como un significante que tiene que ser el ordenador de todos los efectos del significante sobre el significado. Falo ya no como objeto parcial, sino como “significante particular que, en el cuerpo de los significantes, está especializado en designar el conjunto de los efectos del significante, en cuanto tales, sobre el significado”. Aquello que Miller enuncia como “el gran paso” de Lacan: el falo ocupa aquí un lugar privilegiado en aquello significante que va a producirse en el campo que se sitúa más allá de la demanda. Se va construyendo de esta manera aquello que da nombre a toda esta sección: la dialéctica que se produce entre el deseo y la demanda, diferenciando un más acá y más allá de la demanda; y el lugar crucial de Φ mayúscula en la misma.

Se introduce aquí el punto más allá del Otro de la palabra, de la relación del Sujeto con la demanda, de manera tal que se produzca un Sujeto tachado ($). Para ilustrarlo, Christian estableció la diferenciación, en el grafo, de dos bucles:

  • El primero, del piso inferior, aquel que usamos para demandar, en relación al Otro de la palabra, del que podía obtenerse el mensaje.
  • El segundo, que comienza a elaborar introduciendo al falo como significante, donde la significación del falo tiene el efecto de evocar un significante que hace signo de deseo.

Ubicar las cosas de esta manera deriva en lo que Miller nombra como la otra “sorpresa” del Seminario: que el Otro está tachado, barrado, incompleto. Lo que queda atestiguado en el matema S(Ⱥ). Lacan le otorga al Otro un signo de deseo, y de esta manera, el Otro pasa a ser un Otro dividido: como lugar de la palabra y como lugar del deseo. Eso es lo que introduce el segundo piso del grafo.

Dicho esto, la segunda parte de la clase se orientó a precisar cómo pensar la relación de Φ -como significante- con el S(Ⱥ). Christian sostuvo como orientación que esto es algo que, retomando las clases anteriores, podemos pensar a partir de la búsqueda que sostiene la histeria en relación al deseo del Otro. Puntualizó que lo que la histeria elucida es que es por medio de la división del Otro como el Sujeto puede tener acceso a su división. Es decir, el deseo en el Otro es necesario para que el Sujeto tenga acceso a su propio deseo, y esto es lo que se ve, por ejemplo, en la bella carnicera. El interés de la histeria de que aparezca esta otra dimensión, habilita el segundo bucle del grafo. Busca y encuentra significantes en el Otro de deseo, con los cuales se identifica. Christian hizo especial énfasis en el punto de evocación del significante del deseo con que se identifica la histérica, como dirección a una manera de pensar el S(Ⱥ), de modo más radical. Aquello que aparece en el Otro, como algo que evoca un deseo, porque toma significación fálica. No importa en concreto qué significante es, sino el punto de evocación. Aquí retomó la cita de Lacan que enuncia que “la histérica ha demostrado que encuentra en el deseo del Otro su punto de apoyo” (p. 404). Tomó varios ejemplos para ilustrar esto, como el tercer sueño de agua mansa con su referencia fálica del significante vela, el salmón de la bella carnicera, y el apoyo de Dora en el deseo del Sr K.

Retomó la propuesta de Lacan de pensar la dinámica entre los términos necesidad, demanda y deseo para pensar las diferencias entre la histeria y la neurosis obsesiva. Situó como punto de homogeneidad entre ambas la orientación hacia el deseo, pero con la particularidad de que en la obsesión no se presenta como deseo insatisfecho, sino en tanto deseo imposible. Corriendo el eje de la cuestión imaginaria que plantea Bouvet, retomó de Freud el planteo de las “tendencias a la destrucción” (p. 408) del obsesivo, para articularlos con su dialéctica particular entre deseo y demanda. Lacan enuncia que “lo constitutivo del obsesivo es que apunta al deseo en cuanto tal, al más allá de la demanda”, de manera tal que tiende a “destruir su objeto”. Postula un deseo en estado puro, donde el Otro es negado. ¿Qué quiere decir esto? En la histeria, tenemos bien la fórmula “el deseo es el deseo del Otro”, no hay nada destructivo allí, al contrario. El obsesivo, en cambio, hace de un objeto de la demanda, el valor de un objeto del deseo. Considerando que el deseo se instala en la hiancia entre la “necesidad y el carácter incondicionado de la demanda de amor”, el resultado de esto es la problemática constante de destrucción del Otro. Niega ese funcionamiento del entre líneas, la diferencia entre demanda y deseo, eso más allá, lo que falta en aquello que fue nombrado como S(Ⱥ).

En este punto, Christian evocó una viñeta clínica para ilustrar lo que Lacan nombra como la “condición absoluta” del deseo, la manera en que el obsesivo se construye un Otro de la demanda, de manera anticipatoria, para evitar el recorrido por los significantes de deseo del Otro. Así se evocan toda clase de problemáticas defensivas -como el aislamiento, la anticipación, el goce contemplativo fuera de la escena-, que más allá de los desarrollos posteriores de Lacan, siguen teniendo en el centro la cuestión del deseo como imposible.