Clase 6 – 7 de junio 2023
Reseña por Carmen Pichaud
El sexto encuentro del Seminario Clínico: “La actualidad de la clínica: comienzos y finales de análisis”, estuvo a cargo de Adriana Fanjul, quien abordó la temática: Entrevistas preliminares. Puesta en forma del síntoma y entrada en análisis.
Adriana nos introdujo al tema a través de ejes principales, siguiendo las referencias de Freud, Lacan y Miller de acuerdo a la pregunta ¿Cuándo comienza un análisis?
Los ejes fueron:
- Lo preliminar de lo preliminar [1]
- Lo preliminar propiamente dicho
- Entrada en análisis
En primera instancia diferenció el momento de la consulta, de un análisis propiamente dicho. Teniendo en cuenta que lo que motoriza una consulta es el sufrimiento, no siempre es condición suficiente para que se efectivice la misma y aun, para que se inicie un análisis. Es necesario un llamado a un saber supuesto, es decir que, a partir de una ruptura en el equilibrio que sostenía al sujeto, se suponga que hay un Otro que sabe al respecto del malestar que le acontece, lo cual estructura un primer esbozo de la transferencia; incluso previo al llamado inicial. Miller (1998) sostiene, retomando a Lacan, que lo preliminar es la transferencia, y es el paciente quien primero hace una avaluación de su síntoma, como instancia o momento previo a demandar a un analista que autorice esa auto-avaluación [2].
Freud (1913) en “Sobre la iniciación del tratamiento” señaló la importancia del momento de apertura para el inicio de un posible tratamiento de una cura, sirviéndose de la partida del ajedrez para destacar lo determinante que hay en ella, sugiriendo al analista un ensayo de puesta a prueba [3], para determinar condiciones de analizabilidad en quien consulta, verificando la disposición subjetiva en relación a un acceso y/o creencia en el inconsciente como condición para llevar adelante un tratamiento.
Así es que siguiendo el hilo de referencias que señaló Adriana, el concepto de entrevistas preliminares fue establecido por Lacan como el franqueamiento de entrada, equiparable al tiempo de ensayo freudiano, agregando que Miller (1998) las ubica como parte del acto analítico, es decir una consecuencia de cómo se estructura la bienvenida de quien consulta, aplazando el inicio del proceso del análisis; tiempo en el que se autoriza o avala la demanda analítica [4]. Lacan (1958) desarrolló en la “Dirección de la cura y los principios de su poder”, una revisión de los principios que rigen la práctica analítica y específicamente la función del analista respecto de la dirección de una cura; a partir de las nociones de táctica, estrategia y política, ubicó el manejo de la transferencia dentro de las estrategias de la cura, la táctica interpretativa y la política articulada al soporte de la demanda desde la carencia de ser, como condiciones que posibilitarán la misma.
Puntualizó entonces, distintos tiempos que enlazan lo preliminar y la entrada en análisis propiamente dicha:
Primer tiempo de localización subjetiva, donde se avala la posición de sujeto, se localiza el decir de quien consulta, su enunciación, que significa la posición que toma con relación al enunciado, su posición frente a su propio texto, a sus dichos, introduciendo al sujeto en el inconsciente. La rectificación subjetiva vendrá entonces, a partir de ubicar al sujeto en su demanda o en su queja, lo cual delimita su posicionamiento frente a su malestar, dejando entrever algo del goce allí que también se conmueve. Torsión que implica pasar de quejarse de otros a asumir una posición frente a los propios dichos, subjetivar dicho malestar. Un segundo tiempo de implicación, de responsabilizarse en lo que le ocurre. Para ello, es imprescindible un acto del analista, que recorta significantes principales de la cadena que trae el sujeto e introduce el malentendido diferenciando enunciado de enunciación para orientar al sujeto en la vía precisa de encuentro del inconsciente. Acto ético que permitirá una reformulación de la demanda, subjetivarla, poniendo al sujeto a la altura de su pregunta, la que estructura su neurosis. Inscripción del nuevo síntoma analítico que dará cuenta de la instalación de la transferencia, donde el analista que recibe y soporta la demanda del sujeto, deberá responder desde un lugar inédito. Enseñando en un tercer tiempo a leer al analizante, ubicándose como complemento del síntoma y rectificando al sujeto dividido, lo cual implica ubicar un punto de real más allá de aislar significantes. A propósito de ello, Adriana retomó el pasaje del discurso del amo al discurso de la histeria, trabajado por Lacan (1969) en su Seminario 17, El Reverso del psicoanálisis, donde se ubica al sujeto dividido en el lugar del agente, como enigma y no ya como enunciación, quedando en el lugar de la verdad el objeto a como un resto velado. Para finalizar, y en relación a los ejes propuestos, hizo referencia a las presentaciones actuales como aquellas más del lado del desarreglo del goce y no tanto del lado de lo sintomático, donde en primera instancia no hay una pregunta por lo enigmático del síntoma inconsciente. Lo cual convoca nuevamente al analista a estar a la altura de la época, poniendo en juego el deseo del analista como operador principal. Resultando esclarecedora la conversación sobre una viñeta clínica.
NOTAS
- Expresión extraída de la conversación que se dio en la primera Noche preparatoria al XI ENAPOL
- Miller, J-A. Introducción al método psicoanalítico. Eolia-Paidós, Buenos Aires, 1998: 17.
- Freud, S. “Sobre la iniciación del tratamiento” (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I). (1913).Obras completas. Tomo XII. Amorrortu editores, Buenos Aires, 1986: 125-126
- Ídem 2: 18-19.
