Clase 10 – 23 de agosto 2023
Reseña por Gabriela Terré
La clase del miércoles 23 de agosto estuvo a cargo de Marcelo Ale, quién en esta oportunidad se refirió al Capítulo VII “Deseo, amor y goce” del Curso de J-A Miller Los divinos detalles. En primer lugar mencionó como la vida amorosa toma un nuevo enfoque a partir de su relación con la vida pulsional. Así, “La vida pulsional colada en la vida amorosa”, fue el titulo del caso que presentó como ejemplo de aquello que, apareciendo como un fracaso en la vida amorosa, puede ser un éxito en la vida pulsional.
De este modo se centró en el concepto de pulsión desde la “lógica lacaniana” planteada por Miller, que hace metáfora sobre la mitología freudiana. En este sentido, dijo que el psicoanálisis es una experiencia a nivel de la vida pulsional, que la hace distinta a las psicoterapias en general, que se quedan en el primer piso del grafo del deseo, en relación al yo y al sentido, y desestiman la vida pulsional.
Se detuvo en la idea freudiana según la cual la satisfacción de la pulsión no está en el encuentro con el objeto en el mundo exterior, sino que se realiza en el recorrido que va desde la fuente a la meta. La meta es la satisfacción y no el encuentro con el objeto, que por otro lado, es contingente. Sugirió profundizar la perspectiva freudiana de la pulsión, leyendo dos textos de Oscar Masotta Lecciones de introducción al psicoanálisis y El modelo pulsional.
En esta dirección señaló que esta satisfacción de la pulsión está ligada al síntoma, que se realiza en él, y que conlleva un aspecto paradójico en la medida que es una satisfacción que no se experimenta como placer.
La referencia en Freud a Inhibición, síntoma y angustia permite articular síntoma y pulsión cuando introduce un más allá del principio del placer, transformando a la misma satisfacción en un objeto. Por lo tanto, estamos ante la presencia de un primer enlace entre síntoma y pulsión, habiendo otro que desarrollará más adelante entre fantasma y amor. Subrayó así dos matrimonios, que seguidamente desarrolló en la clase: el del síntoma con la pulsión y el del fantasma con el amor.
En su intervención, Soledad Jurao propuso la lectura del síntoma por la vía del objeto a tomando Inhibición síntoma y angustia, junto a las Clases III y IV del Curso El partenaire-síntoma, de Miller. Subrayó del texto las dos caras del síntoma: la vía semántica y la vía pulsional, siendo en esta última que se produce una satisfacción, diferente al placer, en cuyo horizonte asoma la conceptualización de goce en Lacan. Puso de esta manera en conexión la vida amorosa y pulsional, en torno a los conceptos de significante y libido.
Su intervención partió de la pregunta: ¿Cómo se articula amor, deseo y goce en el circuito pulsional?
Mencionó que Miller lee en la versión del síntoma que Freud desarrolla en ISA (1926), la existencia del circuito de lo real, que no está del mismo modo en las primeras conceptualizaciones referidas a los sueños y a los actos fallidos, en donde predomina el desciframiento por la vía del sentido. Este nuevo giro destaca la satisfacción pulsional que se realiza en el síntoma, que es leído ahora no ya como un conflicto a descifrar por la desarticulación significante (formación del inconsciente), sino como una realización de goce. Se vislumbra así un modo de goce en el síntoma ligado a la pulsión.
Finalmente comentó un poema de Rilke titulado “Cartas a un joven poeta”, en el que se puede leer, entre otros temas, el desencuentro que acontece en la vida amorosa
Marcelo Ale, retomó lo conceptualizado hasta el momento respecto de la vida amorosa, a partir de este paso por la vida pulsional, apuntalándose en la pregunta de Miller: ¿Cómo se oculta el objeto de la pulsión en el objeto de amor?
Mediante un esquema, desarrolló las tres acepciones del fantasma: la primera es la llamada pantomima, donde el sujeto se ve representado como yo, y en relación a la imagen como otro con minúscula. Está en consonancia con el estadio del espejo y una versión del amor en el registro de lo imaginario (moi – i(a))
La segunda versión sufre una transformación a nivel del yo que le deja su lugar al sujeto, pero el objeto permanece en lo imaginario ( $ ♢ i(a)), pudiendo articular esta acepción al fantasma gramatical “Pegan a un niño” donde el sujeto aparece como una variable en un paréntesis vacío.
El desarrollo conceptual apuntó a una tercera versión del fantasma, en la que permanece el sujeto pero cambia la concepción del objeto, ya no es la imagen del yo (i (a)) sino lo que su des – ocultamiento devela, el objeto de goce (a). Esta tercera versión conecta al sujeto del deseo con el objeto de goce ($ ♢ a). A este objeto de goce que se esconde detrás del objeto imaginario, Miller lo identifica al “divino detalle”.
Hacia el final del desarrollo Marcelo presentó un caso clínico con el título “La pulsión colada en la vida erótica”, mostrando cómo se entrecruzan vida pulsional y vida amorosa. Como matríz de lectura tomó el siguiente párrafo de Miller en “Lo verdadero, lo falso y el resto”, para destacar que no solo en el síntoma sino también en el fantasma se despliega un modo de gozar. El párrafo es el siguiente:
El síntoma como el fantasma son modos de gozar y el imperativo del analista no es tanto hacer elegir la verdad contra el goce, es inspirar, estimular en el sujeto, el deseo de decir para lograr cambiar en él su modo de gozar del inconsciente, de la lengua que habla. Eso se obtiene –cuando se obtiene-a través de la desarticulación significante.
El caso presentado demostró cómo en los fracasos de la vida amorosa de una mujer, podía ubicarse algo que se repetía: el hecho de ser dejada. Este “fracaso” en la vida amorosa, (“me dejan”), viró con el análisis a “hacerse dejar”, lo cual no solo introdujo la actividad del sujeto en ese “hacerse”, sino además la realización pulsional que se ponía en juego en ese desenlace: la identificación al objeto anal desechado por el Otro. A esta lectura se arribó a partir de ciertas coordenadas significantes, según las cuales esa identificación al objeto anal era también una lectura del deseo del Otro (el padre en este caso).
Lo que es fracaso en la vida amorosa (me dejan) es éxito en la vida pulsional (me hago dejar identificándome al objeto desecho) De aquí destacó Marcelo que lo que se realiza en ese “me hago dejar” no es solo la identificación al objeto anal, sino que además responde a la interpretación del ¿Che vuoi? encarnado en su padre a partir de una escena infantil según la cual él “la quiere mierda”. En este punto se localizó la manera en la que la pulsión se cuela en la vida amorosa para señalar el aspecto activo en ese “hacerse desechar”. De este modo el goce que se cuela en el fantasma le otorga una manera de gozar y de vivir la pulsión.
La analizante advierte una implicación en ese lugar donde se cuela su goce y se puede ver la perspectiva del fantasma, de su uso, en ese modo de gozar. Podemos destacarlo como una identificación al objeto anal en tanto respuesta al deseo del Otro, a la frase de su padre a la que responde en su fantasma.
Al final las intervenciones de los participantes relanzaron temas de conversación de la clase anterior destacando la importancia de la vida pulsional en la experiencia analítica y las consecuencias que puede ocasionar desoírla. Por otro lado se subrayó la operación lacaniana de lectura de Freud, que pone el énfasis en la vida pulsional, ese aspecto del análisis en el que se apoya la “orientación lacaniana…por lo real”.
