Clase 9 – 2 de agosto 2023
Reseña por Sofía Revello y Julieta Eliggi
Para la clase 9, sobre pasaje al acto y acting out, Ana Laura Piovano partió del concepto de agieren freudiano, término que Freud no utilizó demasiado, y que no constituye un concepto como tal en su obra. La hipótesis de lectura que planteó es que para Freud, en el agieren, quedan aludidos tanto pasaje al acto como acting out. No hay una clara separación e incluso podemos ubicar allí también ciertas acciones comprendidas en lo que llamó la psicopatología de la vida cotidiana.
La noción de agieren llega a nosotros por la lectura que realizan los postfreudianos, fundamentalmente Stratchey, a partir del cual queda asociado al acting out. Se trata de un verbo que en general todos estaríamos de acuerdo en traducir como un actuar, y esto no es errado, pero en su concepción una dimensión se sobrevalua mientras que otra se pierde. La teatralización y la representación de un papel son aquellos rasgos sobrevaluados. Esto podemos conservarlo, sabiendo que no es lo central.
Ana planteó que del verbo agieren se desprenden dos campos semánticos distintos. Por un lado, está el poner en movimiento, hacer, elevar, lleva a estar en riesgo o en peligro. Campo en el que se subraya la dimensión del movimiento. Por otro lado, está aquel que pone más en juego el tiempo: conducir a… acción que conduce a tal otra, y otra noción interesante, poner en pleito, llevar o someter a juicio.
Se propuso invertir el orden, desde Lacan a Freud. Partir del esquema que construye en su Seminario 10 para desde ahí leer los historiales freudianos de Dora y la Joven Homosexual, tomando la óptica de lo que se debate actualmente en torno a cómo se inician los análisis, con miras al XI ENAPOL: “Empezar a analizarse”.
Siguió los desarrollos de Lacan a lo largo del Seminario 10 partiendo de la diagonal trazada con los términos freudianos: inhibición, síntoma y angustia. Retomó los dos ejes que permiten construir el cuadro de doble entrada: el de la dificultad y el del movimiento. La lógica que subyace es que cada vez que se inicia el movimiento del deseo hacia un goce, empiezan las idas y vueltas, las dificultades. De menos a más.
Ubicó uno a uno los términos en el orden en que Lacan los despliega, retomando sus definiciones. La inhibición, punto cero, de mínima dificultad y mínimo movimiento. Tomando el eje de la dificultad, en un grado mayor se ubica el impedimento, que pone en juego la trampa narcisista. El casillero de máxima dificultad y mínimo movimiento, que es el de la división subjetiva, es representado con el término embarazo.
Siguiendo el eje del movimiento, se ubica la emoción, casillero clínico al que Lacan no le presta demasiada atención. Se pregunta si en la dimensión del movimiento hay algo que responda más precisamente al nivel de la angustia y para ello utiliza la palabra turbación. Este es el más importante para nosotros. Se trata de un estado en el cual hay un máximo movimiento y en el que se ve venir algo del orden de lo sin palabras. Esa oposición entre lo que hay de más en el embarazo y lo que hay de menos en la turbación, es esencialmente la evocación del poder que no aparece. El vínculo entre estos dos términos es esencial para nuestro tema.
En clases posteriores, Lacan ubica en los casilleros vacíos el acting out y el pasaje al acto, diferenciación que se propicia a partir de la introducción del concepto de objeto a. De esta manera separa lo reunido en Freud. Del lado del acting out queda el llamado al Otro, a la interpretación. Y del lado del pasaje al acto la caída del Otro de la escena, ya no hay a quién dirigirse, un poder que se evoca y no aparece. Es en ese sentido que se plantean como opuestos, aunque es frecuente que del acting out se precipite un pasaje al acto.
Ana Laura retomó cómo, a partir de estas elucidaciones, Lacan releyó los historiales de Dora y la Joven Homosexual. Situó entonces en el caso de la Joven Homosexual, cómo todo el comportamiento mostrativo y viril con la dama queda del lado del acting out; mientras que el pasaje al acto se corresponde con el momento en que la joven se arroja del puente. Este “dejarse caer” –niederkommen– es lo que le sirve para plantear la caída de la escena implicada en el pasaje al acto. En Dora, la dimensión del acting out se corresponde con la carta de suicidio que deja a la vista de sus padres, en su dimensión de llamado al Otro. En el mismo historial, el pasaje al acto se produce en la escena del lago.
Destacó el carácter inconcluso de ambos tratamientos, y propuso pensarlos a partir de las dificultades actuales en la instalación del dispositivo analítico “clásico”. Retomó una cita de Miller del curso Todo el mundo es loco, del capítulo “Los tiempos que corren”: “No hay que dejarse sugestionar, hay que hacer una pausa yendo muy rápido. Es central en la práctica del analista, mantenerse sereno en el ojo del huracán”[1]. Esta referencia es central en la clínica del agieren, que sigue muy vigente en la actualidad. De nuestro lado se trata de una intervención que se pretende calma pero precisa. Cómo frente a la aceleración, no dejar caer. Esto nos remite a cierta manipulación analítica de la transferencia y cómo no podemos correrle el cuerpo a lo que podemos llamar precipitaciones temporales. Se requiere cierta preparación para la pausa.
NOTAS
- Miller. J.-A.: Todo el mundo es loco, Los cursos psicoanalíticos de Jacques Alain Miller, Paidós, Bs. As., 2015, pág.12.
