Clase 8 – 5 de julio de 2023
Reseña por Carmen Pichaud
Continuando con la lectura del texto de Lacan “La dirección de la cura y los principios de su poder” de 1958, se abordó en el octavo encuentro el apartado III: ¿Cuál es la situación actual de la transferencia?, con la exposición de Silvia Ávila como invitada.
Para adentrarse en el apartado escogido, Silvia contextualizó el debate político y la reflexión que establecía Lacan por entonces, ya fuera de la IPA y siendo miembro de la SFP, respecto de los principios que regían el psicoanálisis en esa época, preguntándose por la transferencia en la dirección de la cura, al comienzo y al final del análisis, la posición del analista y la cuestión de la interpretación. Postuló, además, toda una línea de trabajo en torno a dicho concepto en el recorrido que hizo Lacan en su enseñanza en busca de una brújula que orientara la práctica; cuestión con gran vigencia aún.
En el texto, puntualmente, Lacan conversa y debate con contemporáneos de Freud y con posfreudianos, respecto de la transferencia y la contratransferencia. Sostiene otro tipo de encuadre analítico y de relación paciente-analista enmarcándose, a esta altura de su enseñanza, en la lingüística estructural y en su vuelta a Freud con una relectura de sus conceptos fundamentales. Miller (1994) destaca al respecto, en “¿Cómo comienzan los análisis?”[1], que Lacan leyó en Freud un primer momento de la transferencia como obstáculo, y recién en un segundo tiempo la consideró como indispensable para el análisis, a partir de considerar el desplazamiento libidinal que el sujeto pone en la persona del analista como implicando ya un modo de levantamiento de la represión. Se trata allí de la libido infantil desplazada, pero ubicando asimismo al analista como figura de referencia y/o de autoridad, de la cual Freud se sirvió.
Es a partir de esta lectura que Lacan señala las dos dimensiones separadas de la transferencia en Freud. Según como lo plantea Miller, por un lado, como lectura del inconsciente, como desciframiento, tal como lo sostuvo en su obra de La interpretación de los sueños y, por otro lado, como una repetición libidinal imaginaria. El esfuerzo de Lacan es distinguir los efectos imaginarios de la transferencia y los resortes simbólicos de la misma: la demanda, que instaura al Otro primordial, siendo el analista quien ocupa ese lugar, y el Sujeto Supuesto Saber, que implica un hecho de confianza y una relación de garantía por fuera de la repetición y los sentimientos hacia el analista; con el acento puesto en el modo de decir en tanto la demanda inicial del análisis es una demanda de significación.
Silvia destacó estos resortes simbólicos por el contexto de trabajo en el que se encontraba Lacan en ese momento de su enseñanza. Tras instaurar un nuevo lugar para la transferencia en la experiencia analítica, Lacan va a dar lugar a una perspectiva de complejización de lo simbólico que llevará a cabo en su recorrido posterior, a partir de afirmar la separación natural que sufren el significante y el significado, y poder formular el algoritmo de la transferencia como regla de discurso. El significante de la transferencia se destacará porque promueve la búsqueda de significación en el sujeto a partir del ¿qué quiere decir eso?, siendo importante, además, que se busque el complemento en un analista.
Entonces, ¿Cuál es la situación actual de la transferencia? Lacan se sirvió de un texto de Daniel Lagache para situar el estado de la transferencia en 1958, agrupando distintas corrientes teóricas del momento en una pirámide que llamó “de herejía” por las desviaciones que presentaban, forzando una técnica y dejando en evidencia el ejercicio de un poder. Estas corrientes confundían fenómeno y estructura, y abordaban la transferencia sólo como la suma de sentimientos que el paciente tenía hacia la persona del analista quien, en la cura, implementaba la tríada frustración-agresión-regresión como modo de obtener efectos fecundos en el análisis a partir de la frustración del enamoramiento primero, que daría lugar a la regresión libidinal infantil; se trataba así de adentrarse en la formación de la neurosis, haciendo consciente lo inconsciente. Se orientaban hacia un fortalecimiento del Yo inconsciente a través del análisis de las defensas dejando entrever que lo que efectuaban era una reeducación emocional del paciente; la relación de objeto era abordada en términos de maduración, es decir que el pasaje del objeto parcial al objeto total, inefable, se reflejaba en la capacidad de amar; quedando el analista en una relación dual con el paciente, a distancia y sin implicarse, que no propiciaba más que una introyección intersubjetiva de su figura como quien permitía el pasaje hacia la realidad.
Lacan, por su parte, ubica la transferencia como una noción central que implica la acción analítica, y debe situarse en el nivel simbólico. Privilegia asimismo la función del significante fálico como aquel que permite la terceridad, representante del deseo, y permite leer la transferencia fuera de una relación dual, y por ende imaginaria, que la aplasta. Finalmente, aborda la noción de objeto parcial como algo no patológico y lo asemeja a lo real, dando lugar a concebir el final del análisis como una imposibilidad de incorporación del objeto total, dado que hay una falta que es significante.
El encuentro finalizó con una conversación sobre lo expuesto y se dio lugar a la temática de la próxima clase.
NOTAS
- MILLER, J-A., “¿Cómo comienzan los análisis?”, Textos de orientación XI ENAPOL; http://enapol.com/xi/wp-content/uploads/2023/03/ENAPOL-Jacques-Alain-Miller-ES-1.pdf