Clase 3 – 17 de abril de 2024
Reseña por Mercedes Ayerdi
En esta oportunidad, la clase estuvo a cargo de Cecilia Fasano, Miembro EOL y AMP.
Para comenzar Cecilia trajo a cuenta la intervención de Miller en el Coloquio del Campo Freudiano en Turin, Italia, en el año 1994, “Cómo comienzan los análisis”, donde formula esa pregunta en dos ocasiones y responde de manera distinta, en aparente oposición. Dirá en principio que todos los análisis comienzan de diferentes maneras afirmando que no hay un análisis igual a otro para luego decir, volviendo a formular idéntica pregunta, que todos los análisis comienzan de la misma manera, es decir por la transferencia. Se señala así esta paradoja que es importante intentar desarmar. Paradoja entendida como expresión lógica en la que hay una incompatibilidad aparente.
A los temas propuestos, lógica de la entrada en análisis desde la doctrina de los discursos y la “docta ignorancia”, Cecilia agregará las entrevistas preliminares.
Docta ignorancia
Dos citas de Laca ilustran el tema. Una del 55 “Lo que el analista debe saber ignorar lo que sabe”[1], otra del 74 “sean pues más distendidos, más naturales. Cuando reciben a alguien que viene a demandarles un análisis no se sientan tan obligados a darse ínfulas, aún como bufones se justifica que estén…” Se señala entonces que lo que allí debe ponerse en juego es un semblante que no es el del sabelotodo, por el contrario, quien pueda ocupar ese lugar será más bien como bufón. Cecilia interpreta allí que Lacan invita al analista a ser irreverente.
Docta ignorancia es un concepto que viene de la filosofía (Nicolás De Cusa) y se traduce como ignorancia instruida, sabia y se desprende del “sólo sé que no sé nada” de Sócrates. Ignorancia metódica, paso previo necesario para la búsqueda de conocimiento, que consiste en reconocer las propias limitaciones y hacer de ella un método.
Lacan se sirve de este concepto que resulta ser la esencia misma del Psicoanálisis: encontrar saber en el no saber “yo sabía que no sabía” De allí adviene un sujeto, el del psicoanálisis, con falta en ser, diferente al cartesiano, pleno.
Aquí la docta ignorancia es esa disposición a escuchar la singularidad de quien consulta y del que el analista nada sabe, disposición necesaria para sostener un análisis, en la que debe ponerse en juego el saber de quien escucha en cada caso, cada vez. Lacan hablará del análisis como de un progreso del no saber que no es sin el Otro
Cecilia aclara que este no saber no es negación del saber sino una forma más elaborada del mismo. Tampoco es ese no saber qué hacer al que se enfrenta el practicante en una urgencia. Por el contrario, en la docta ignorancia se trata de un saber hacer.
Entrevistas preliminares
Cecilia trae otra cita de Lacan donde afirma que no hay entrada en análisis posible sin entrevistas preliminares y destaca la función esencial que tienen para el analista. También Freud le da este lugar central señalando que son necesarias para establecer el diagnostico diferencial y determinar si el sujeto es analizable o no.
Se remarca que algo tiene que ponerse en juego en las entrevistas para poder atravesar el umbral de la entrada en análisis. Puesta en juego de la transferencia vía el significante del SsS.
Ademas será un tiempo donde se investigue si el sujeto se hace responsable o no de su malestar, se verifique la disposición subjetiva para acceder al saber del inconsciente, la posibilidad de asociar libremente. Todas condiciones necesarias para lanzar el dispositivo analítico. Tiempo de mayor intervención por parte del analista.
Para Lacan durante las entrevistas tiene que surgir una verdadera demanda que dé forma al síntoma analítico.
El analista, no dando nada por supuesto, se encarga de señalar que los dichos siempre pueden querer decir otra cosa, marcando la diferencia entre enunciado y enunciación para provocar la división subjetiva.
Las entrevistas preliminares son oportunidad de escuchar los significantes primordiales y hacer esa ruptura entre esos S1 y el saber que se consolida a su alrededor, para que pueda soltarse esa marca de goce. Operación de desconcierto para el sujeto que lo saca de su discurso habitual para introducirlo en el enigma de su propio inconsciente. Ahí hay un antes y un después.
Esos S1, palabras que se muestran, están anudadas a un sufrimiento y dan cuenta de una modalidad singular de relación con el Otro. Eso orienta al analista.
Lacan señala el peligro de no ser lo suficientemente curiosos además de comprender demasiado.
En Sutilezas analíticas, Miller señala respecto de las entrevistas preliminaries, que se espera que allí el síntoma pueda ser dicho y que pase de un estado amorfo a cobrar una forma determinada. “…la estructura es la misma sin embargo algo cambia”. Eso amorfo toma la forma de un discurso.
Entrada en análisis desde la perspectiva de los discursos
A través de otra cita Cecilia señala que a la entrada en análisis la sanciona el analista y sólo puede hacerse après coup.
Al referirse a los discursos distingue dos sentidos del término:
- Discurso como doctrina, enseñanza
- Discurso como matema
Dos referencias de los años 72, 73 nos introducen en el tema “Lo no enseñable lo hice matema” “la formalización matemática es nuestra meta, nuestro ideal, …porque sólo ella es matema, es decir, transmisible integralmente”
El matema es una fórmula que Lacan inventa para escribir la lógica del lazo social. Cuatro letras (S1, S2, a, $) y cuatro lugares (agente, Otro, verdad y producción) que nombra de distintas maneras para servirse de ellos. Tomando como operación matemática determinante a la permutación circular dará cuenta de la construcción y de los movimientos posibles entre los discursos.
Que el discurso es un discurso sin palabras refiere a que es con esas cuatro letras, en esos cuatro lugares, y en una rotación, que cada cual se arma su drama. Cualquier acto de palabra entra en ese circuito.
Cecilia Fasano nos sumerge así en un recorrido por la lógica de los discursos que lleva a pensar la entrada en análisis.
En el discurso del amo, discurso por excelencia de dominación, el amo desconoce la verdad de su determinación, no sabe que está castrado. El esclavo, dueño del saber, sabe lo que quiere el amo. El producto es el objeto a, plus de goce
En el discurso de la histeria lo que domina es el síntoma, un saber que no se sabe. Por eso dice Lacan que el histérico es el inconsciente en ejercicio. Es el discurso que conduce al saber.
En el discurso del analista el lugar de la dominación esta ocupado por el a que no está hecho para dominar sino para causar el deseo. El analista semblantea el objeto y su función es causar el deseo en el analizante. Es el discurso que impulsa el acto analitico pero que no debe confundirse con el discurso del analizantee. “Lo que el analista instituye como experiencia analítica… es la histerización del discurso. ..es la introducción estructural mediante condiciones artificiales del discurso de la histeria”[2] El saber entonces aqui no está en el lugar del analista sino en el lugar de la verdad. Si el analista ocupa el lugar del saber hay estafa. Por otra parte afirma que el sujeto no sabe lo que dice. Para que haya discurso analítico es necesario que haya renuncia de goce
Cecilia señala que en las entrevista preliminares se van produciendo distintos movimientos, esos cuartos de vuelta de los discursos hasta llegar a la entrada en análisis. Suele ocurrir que el paciente llegue en la posición del amo, agarrado fuertemente a esos significantes que los sostienen aunque algo no marche y lo lleve a consultar con un analista. Para que el síntoma tome la consistencia de una demanda analítica es necesario que el sujeto advierta su saber inconsciente. El amo se dirige al otro para alcanzar un saber “dígame usted qué pasa que esto no marcha”. Ubicado en ese S1 tiene que darse ese cuarto de vuelta que permita la histerización del discurso (donde el sujeto produzca saber) para luego pasar al discurso analítico.
La clase finaliza luego de un tiempo de intercambio con los participantes.
NOTAS
- Lacan, Jacques, “Variantes de la cura tipo”, Escritos 1, pag 336
- Lacan, J., Seminario 17 El reverso del psicoanálisis, clase 2 El Amo y la Histérica, pág. 35.